HISTORIAS DE VIOLENCIA ESTATAL EXTREMA CONTRA OPOSITORES, DISFRAZADA DE COMBATE A LA SUBVERSIÓN
Asesinos y torturadores: los diez agentes de la dictadura de Pinochet que cometieron crímenes sobrecogedores
09.09.2025
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HISTORIAS DE VIOLENCIA ESTATAL EXTREMA CONTRA OPOSITORES, DISFRAZADA DE COMBATE A LA SUBVERSIÓN
09.09.2025
Balearon a personas ya inmovilizadas, arrojaron aceite hirviendo a una mujer embarazada, usaron armas químicas -como gas sarín y toxina botulínica- y perpetraron atentados terroristas en Washington, Roma y Buenos Aires. Algunos fueron condenados y permanecen en Punta Peuco, otros murieron sin siquiera ser interrogados por la justicia, como Ingrid Olderöck, la mujer del perro que violaba prisioneros. Estos son diez agentes que ejecutaron crímenes aterradores durante la dictadura que se inició hace exactos 52 años.
Este jueves 11 de septiembre se cumplen 52 años del golpe de Estado que llevó al poder a la dictadura cívico-militar encabezada por el general Augusto Pinochet. Este nuevo aniversario sorprende a la opinión pública expuesta a una campaña, principalmente en redes sociales, en la que algunos sectores reivindican ese gobierno autoritario como un periodo social, político y económico positivo. Como un aporte a la memoria histórica y a la profundización de la democracia, CIPER publica las acciones de los diez agentes que, a nuestro juicio, cometieron los crímenes más terribles de la dictadura. Las nóminas de los agentes represivos y los antecedentes de sus delitos pueden ser revisados en la plataforma Papeles de la Dictadura, una iniciativa de CIPER y del CIP de la Universidad Diego Portales, en la que se han registrado más de 4 mil documentos originales relacionados con ese periodo.
Si bien los partidarios de ese régimen, que duró hasta marzo de 1990, suelen justificar que estas acciones se ejecutaron para enfrentar a grupos político-militares de ultraizquierda, lo cierto es que, como lo han demostrado las investigaciones judiciales citadas en este artículo, tanto la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), como su sucesora Central Nacional de Informaciones (CNI), rápidamente derivaron al secuestro, tortura y asesinato de todo tipo de opositores, incluyendo mujeres embarazadas y menores de edad. Violaciones con perros, electricidad en los genitales, golpes en las plantas de los pies y en los oídos, golpes de corriente en catres electrificados, simulacros de fusilamiento, inmersión en aguas sucias y quemaduras con ácido, son parte del arsenal ejecutado por los agentes de estos organismos. Y esta es la historia.
Miguel Krassnoff Martchenko, conocido como «El Ruso», nació el 15 de febrero de 1946 en Tirol, Austria. Hijo de Semión, un cosaco del Don, y Dhyna, una cosaca de Kubán, su familia emigró a Chile después de la Segunda Guerra Mundial.
Se unió al ejército en 1963 y participó en el asalto a la casa presidencial de Tomás Moro durante el golpe de Estado de 1973. En los primeros meses de 1974 fue enviado a la Escuela de las Américas en Panamá, donde se capacitó en contrainsurgencia urbana. A su regreso a Chile se integró a la Brigada Caupolicán de la DINA, dedicada a la ejecución, desaparición y tortura de civiles.
Participó en el enfrentamiento que culminó con el asesinato del líder del MIR, Miguel Enríquez. Fue protagonista de diversos crímenes. Uno de los más espeluznantes fue el flagelo y asesinato de Mónica Pacheco, una mujer embarazada de tres meses, quemada con agua y aceite hirviendo, como lo corroboró la justicia.
A pesar de su extenso historial de delitos, permaneció en el Ejército hasta 1998, cuando pasó a retiro. Hoy, está recluido en el penal de Punta Peuco, donde cumple más de mil años de cárcel por sus múltiples crímenes.
En estos años de reclusión, Krassnoff ha recibido dos homenajes públicos. El primero fue organizado, a fines de 2011, por el entonces alcalde de Providencia, Cristián Labbé (vea sus declaraciones). El último fue efectuado en 2018 en la Escuela Militar (vea el video).
En una entrevista con T13, el actual candidato presidencial José Antonio Kast dijo que se había encontrado con Krassnoff durante una visita suya a Punta Peuco. “Tuve la oportunidad de cruzarme con él. Me regaló su libro y plantea su versión de los hechos. Conozco a Miguel Krassnoff y, viéndolo, no creo todas las cosas que se dicen de él”, dijo.
Miguel Krassnoff en enero de 2018 (Créditos: Alejandro Zoñez / Agencia Uno)
El coronel Marcelo Moren Brito, conocido como «El Ronco» o «El Coronta», participó en operaciones claves de la dictadura desde el mismo 11 de septiembre de 1973, cuando comandó el asalto a la Universidad Técnica del Estado, hoy Universidad de Santiago (USACH). Dos semanas después, el entonces capitán se unió a la Caravana de la Muerte, una operación encabezada por el general Sergio Arellano Stark que asesinó a 93 prisioneros políticos, recluidos en penales distribuidos entre Puerto Montt y Pisagua.
Moren Brito continúo su carrera como comandante del inmueble de detenciones clandestinas Villa Grimaldi, un verdadero centro de exterminio en que la gran mayoría de los detenidos fueron asesinados tras extensas sesiones de tortura. Ubicado en la comuna de Peñalolén, en Santiago, en ese lugar Moren Brito interrogó personalmente a diversas personas sometidas a flagelos. En Villa Grimaldi una de las formas más habituales de las dolorosas vejaciones era la “parrilla”: los detenidos, hombres y mujeres, eran desnudados, acostados y amarrados a un catre de metal, para luego aplicarles golpes de electricidad.
Los procesos judiciales han acreditado que Moren Brito integró también la Brigada Caupolicán de la DINA, desde la cual se persiguió especialmente a miembros del Partido Socialista, el MIR y el MAPU. Como él mismo reconoció ante los tribunales, durante la dictadura fue enviado a misiones al extranjero, las que incluyeron, por ejemplo, enseñar nuevas formas de interrogatorio, mediante hipnosis, a miembros del ejército paraguayo, aunque en ese testimonio rehúye su responsabilidad y sostiene que la Villa Grimaldi pudo ser solo un paso de tránsito para detenidos (vea la declaración de Moren Brito).
Fue condenado a más de 300 años de presidio. Murió en el Hospital Militar en 2015, coincidentemente, un 11 de septiembre.
Marcelo Moren Brito en septiembre de 2013 (Créditos: Javier Salvo / Agencia Uno)
La oficial de Carabineros, Ingrid Olderöck, dejó un tenebroso recuerdo entre los hombres y mujeres que pasaron por el cuartel clandestino de detenciones “Venda Sexy”, debido a que entrenó un perro pastor alemán, al que llamaba Volodia, y que utilizaba para violar a personas recluidas en ese centro de torturas, ubicado en la casa de calle Irán 3.037, en Macul, Santiago.
Olderöck no sólo fue una agente de campo de la Brigada Purén de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), sino que llegó a ser directora de la Escuela Femenina de esa organización criminal, estructura que adiestró a cerca de 70 mujeres en prácticas de represión política.
En agosto de 1987, durante los últimos años de la dictadura, Olderöck concedió una entrevista a la televisión de la República Federal de Alemania, en la que admitió que en Chile se torturaba, incluyendo flagelos a niños para obtener confesiones de sus padres, según relató.
Falleció impune el 17 de marzo de 2001 a la edad de 57 años, producto de una hemorragia digestiva aguda. Jamás fue interrogada por la Justicia.
Ingrid Olderöck (Créditos: La Nación / U. Diego Portales. Museo de la Memoria)
El oficial de Ejército, Álvaro Corbalán Castilla, conocido como «El Faraón» o «Don Juan», se desempeñó como agente de la Central Nacional de Informaciones (CNI) durante la dictadura. Durante su paso por esa organización, estuvo involucrado en múltiples casos de violaciones graves a los derechos humanos. De hecho, ha sido condenado en diversas instancias judiciales como autor o coautor del asesinato de más de 25 personas.
Lideró en 1987 la llamada «Operación Albania», también conocida como “Matanza de Corpus Christi”, acción en que agentes de la CNI ejecutaron a 12 miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) cuando estos ya estaban detenidos e indefensos. Corvalán también fue responsable en 1982 del asesinato del líder sindical Tucapel Jiménez, miembro del Partido Radical, quien recibió 5 balazos en el cráneo, además de ser degollado. Para ocultar este crimen, Corvalán y sus agentes simularon el suicidio del carpintero Juan Alegría Mundaca, cortándole las venas de ambos brazos, llegando hasta el hueso, lo que demostró que no era un suicidio. Juan Alegría era un obrero sin militancia política. Por estos crímenes Corbalán recibió cadena perpetua.
Además Corbalán participó en los asesinatos del periodista José Carrasco, del publicista Abraham Muskablit, del pintor Felipe Rivera y del arquitecto Gastón Vidaurrázaga, ocurridos en 1986.
A comienzos de la década de 1980 estuvo a cargo de la seguridad del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar y recibió de parte de la alcaldesa designada de aquella comuna, Eugenia Garrido, una Gaviota de Plata «por sus servicios prestados en defensa de la patria».
Antes de ser detenido y condenado, Corbalán fue miembro del partido político ultraderechista Avanzada Nacional, del que llegó a ser presidente entre agosto y noviembre de 1989.
A la izquierda, Álvaro Corbalán
(Créditos: Archivo diario La Nación. Universidad Diego Portales)
Ostentando el grado de coronel de Ejército, Manuel Contreras Sepúlveda llegó a tener más poder que la gran mayoría de los generales de esa rama castrense que estaban en actividad tras el golpe de Estado. “El Mamo”, como le llamaron sus partidarios y detractores, impartió terror en los opositores a Pinochet -fuesen partidarios de tácticas subversivas o no- como jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), el órgano que nació junto con la dictadura y que fue responsable del secuestro, tortura y asesinato de cientos de personas.
Los hombres y mujeres bajo el mando de Contreras, un oficial formado por soldados estadounidenses bajo la Doctrina de la Seguridad Nacional en la Escuela de las Américas, de Panamá, utilizaban torturas como la aplicación de electricidad en diversas partes del cuerpo, golpes, fractura de brazos, asfixia y quemaduras por ácido y cigarrillos, además, de simulacros de fusilamiento.
“El Mamo”, quien falleció en 2015 luego de ser condenado a más de 500 años de prisión, encabezó también la creación del Plan Cóndor, una iniciativa conjunta de las policías secretas de las dictaduras coetáneas de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay, que coordinó la captura y muerte de opositores en todo el subcontinente.
Con al menos 1.500 agentes bajo su mando directo y diversos centros de detención clandestina a su haber, desde la oficina de Contreras se planearon y ejecutaron atentados terroristas en Buenos Aires (contra el excomandante en jefe del Ejército, Carlos Prats, y su esposa, Sofía Cuthbert), en Roma (contra el líder DC Bernardo Leighton y su esposa, Ana Fresno) y en Washington (contra el excanciller Orlando Letelier y su secretaria, Ronni Moffitt). De hecho, el atentado terrorista con doble asesinato en la capital de Estados Unidos le significó la persecución de ese país y, a la postre, la disolución de la DINA en 1978 y la apertura del Caso Letelier en Chile, proceso que término llevándolo a la cárcel.
Sin embargo, el poder de Contreras no sólo era operativo. Documentación disponible en los Papeles de la Dictadura de CIPER muestra que la DINA era también la responsable de aprobar todas las contrataciones en el Estado, además de coordinar los planes de guerra interna de cada ministerio, por orden del propio Pinochet.
Manuel Contreras en una conferencia de prensa en mayo de 1995.
(Créditos: Carlos Quezada / Agencia Uno)
El estadounidense Michael Townley Welch fue un agente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), que participó en diversos asesinatos dentro y fuera de Chile. Para evadir la cárcel se acogió al Programa Federal de Protección de Testigos de los Estados Unidos, debido a que aportó antecedentes a la justicia de ese país sobre su participación en el atentado terrorista explosivo perpetrado en Washington, en 1976, contra el excanciller chileno Orlando Letelier y su secretaria, Ronni Moffitt.
Hijo de un ejecutivo de la Ford Motor Company afincado en Chile desde 1957, Townley estudió en el Saint George’s College y vivió en los exclusivos barrios de Los Dominicos y Lo Curro. Ante los sistemas de justicia de Estados Unidos, Chile y Argentina, confesó por separado su participación en atentados terroristas ejecutados por orden de la dictadura en América y Europa (vea el reportaje: La confesión clave de Michael Townley). También reveló cómo el régimen cívico-militar utilizó armas químicas para asesinar a opositores.
Las declaraciones secretas de Townley al FBI fueron publicadas en 2023 por el National Security Archive, de Estados Unidos, incluida una carta escrita de su puño y letra en 1978: “Si ha habido suficiente motivo para abrir este sobre, acuso al Gobierno de Chile de mi muerte”, redactó en ese papel. Esos documentos desclasificados revelaron una frustrada operación de asesinato en París contra el dirigente socialista Carlos Altamirano y líderes del MIR, además de detalles de la fabricación de gas sarín en su casa de Lo Curro, donde vía con la escritora Mariana Callejas.
Esos documentos desclasificados también aportaron antecedentes de cómo el funcionario español de la ONU, Carmelo Soria, fue asesinado a golpes por agentes de la Brigada Mulchén de la DINA en el jardín de la casa de Townley, así como información sobre el papel de éste último en el reclutamiento de los fascistas italianos que dispararon en Roma contra Bernardo Leighton y su esposa (vea el reportaje: La Dictadura de Pinochet Desclasificada: confesiones de un sicario de la DINA).
Michael Townley (Créditos: National Security Archive)
Ema Ceballos Núñez, conocida como «La Flaca Cecilia», fue una agente de la Armada que realizó labores en la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y luego en la Central Nacional de Informaciones (CNI). Fue reclutada por la oficial de Carabineros, Ingrid Olderöck, y se destacó por su participación operativa en varios crímenes. En 2017, a sus 70 años, se transformó en la primera mujer en Chile que entró a cumplir condena en prisión por una causa de violaciones a los derechos humanos. En esa ocasión, fue sentenciada a diez años y un día de presidio por el secuestro calificado de Julián Peña Maltés, ocurrido en 1987, un miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) que permanece desaparecido hasta hoy.
En 2024, fue condenada como coautora del homicidio de Juan José Boncompte Andreu, a quien los servicios de inteligencia le atribuían en esos años la calidad de jefe regional del MIR en Valdivia. Según el fallo de la Corte Suprema, Ema Ceballos le disparó en el cráneo a Boncompte durante una persecución, cuando éste ya estaba caído y herido a bala (vea el fallo de la Suprema).
“Cumplí órdenes”, dijo, por escrito, a El Mercurio en su único contacto con la prensa.
Ema Ceballos (Créditos: Memoria Viva)
Bernardo Daza Navarro fue un suboficial de la Armada de Chile y agente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) durante la dictadura. Formó parte de la Brigada Lautaro, una unidad de la DINA que fue responsable de la detención, tortura y asesinato de numerosos dirigentes y militantes del Partido Comunista. Entre las víctimas más conocidas de esta brigada figura Víctor Díaz, secretario general del PC en la clandestinidad, quien fue arrestado en mayo de 1976 y asesinado meses después, cuando Daza lo asfixió con una bolsa plástica, según reconstruyó la justicia.
Daza Navarro también estuvo involucrado en el Caso Calle Conferencia, en que la DINA desmanteló la cúpula del PC. En esa operación, llevada a cabo en mayo de 1976, fueron detenidos y desaparecidos varios dirigentes comunistas, incluyendo a Jorge Muñoz, Mario Zamorano, Uldarico Donaire y Jaime Donato.
En 2007, el juez Víctor Montiglio procesó a Daza Navarro y a otros seis ex uniformados por su responsabilidad en el secuestro y homicidio de Víctor Díaz. Falleció en 2016, mientras cumplía condena en Punta Peuco. Debido a su muerte, fue sobreseído en las otras causas en que figuraba su nombre.
Bernardo Daza (Fuente: Fanpage Facebook)
César Palma Ramírez, conocido como «El Fifo», fue un empleado civil de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) y un agente del Comando Conjunto durante la dictadura. Cometió sus primeros crímenes antes del golpe de Estado, como miembro del grupo terrorista de ultraderecha Patria y Libertad. En esa condición, participó en el asesinato del edecán del Presidente Salvador Allende, el capitán de navío, Arturo Araya, hecho ocurrido el 27 de julio de 1973.
Palma Ramírez luego se unió al Comando Conjunto, una unidad de inteligencia creada por la FACH, donde participó en numerosas violaciones a los derechos humanos. Entre estas figuran, el secuestro y desaparición del exregidor comunista Carlos Contreras Maluje y los homicidios de los también agentes del Comando Conjunto, Carol Flores y Guillermo Bratti.
Fue arrestado por la Brigada de Derechos Humanos de la Policía de Investigaciones en 2008, mientras se encontraba oculto en una casa rodante en la Región de La Araucanía. Falleció en 2016.
César «Fifo» Palma (Créditos: Memoria Viva)
Roberto Fuentes Morrison, conocido como «El Wally», fue un comandante de la Fuerza Aérea de Chile y agente del servicio de inteligencia de esa rama castrense (SIFA) durante la dictadura.
Desde mediados de 1974, actuó como uno de los principales torturadores en los subterráneos de la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea de Chile (FACH), bajo las órdenes del coronel Edgard Cevallos Jones. Aquel era el lugar donde “se torturaba todo el día y toda la noche”, según declaró el exagente Andrés Valenzuela.
Como jefe de operaciones del Comando Conjunto, fue responsable de numerosas detenciones, secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos. Sus víctimas fatales suman 39 personas, entre las que figuran Miguel Rodríguez Gallardo, Arsenio Leal Pereira, Gustavo Castro Hurtado, Alonso Gahona Chávez, Luis Moraga Cruz y Francisco Ortiz Valladares.
Los métodos de tortura empleados por el Comando Conjunto, donde Fuentes Morrison era uno de los jefes, incluyeron golpizas, colgamientos, aplicación de electricidad en genitales, desnudamientos y abusos sexuales.
El 9 de junio de 1989, ya en retiro, fue asesinado en un atentado del FPMR en las afueras de su domicilio en Ñuñoa, Santiago. Fue emboscado por dos sujetos que le dispararon 14 veces.
Roberto Fuentes Morrison, “El Wally”.
(Créditos: Archivo diario La Nación, Universidad Diego Portales).