CARTAS: Estado subsidiario como gran ganador

Señor director: Mucho se ha hablado sobre quién ganó y quién perdió en el plebiscito del pasado día 17 de diciembre, cuando la opción ‘En contra’ se impuso por un 55,76% de los votos. Pero la pregunta relevante no es quién ganó, sino qué se ganó.

Para responder lo anterior, primero es necesario tener presente que el denominador común de las dos propuestas constitucionales redactadas en los últimos tres años fue el denominado «Estado social y democrático de Derecho», el cual venía de la mano con amplios derechos sociales protegidos judicialmente. En la propuesta redactada con una mayoría de izquierda (2022) estos se otorgaban sin límite alguno ni explicación sobre su financiamiento. Por su parte, la propuesta más reciente (2023) hizo el esfuerzo de contenerlos a través del principio de responsabilidad fiscal, el cual se incluía en cada uno de los organismos estatales que administran recursos públicos.

Se puede concluir, entonces, que es el Estado social y democrático de Derecho el gran derrotado en el total del proceso, tanto en su versión extrema como moderada. El que triunfa es el Estado subsidiario, tan vilipendiado por la izquierda; que no es más que aquel sistema que ordena al Estado estar al servicio de la persona y actuar solo cuando éstas no pueden hacerlo. Es el sistema que, de cumplirse estrictamente por quienes hoy nos gobiernan, obliga a que los recursos recaudados mediante impuestos vayan realmente a quienes lo necesitan, y no a los bolsillos de familiares o amigos del gobernante de turno.

Así, más allá de los manotazos de ciego y sin olfato que pega la izquierda oficialista y varios de la centroderecha de Chile Vamos para obtener algún rédito poco estético para las elecciones que se avecinan, lo cierto es que el Estado subsidiario ha ganado ampliamente dos veces, por lo que la clase política debiese ya tener consenso y claridad respecto a qué modelo es el que la ciudadanía escogió.