Cartas: Chile en el camino inexistente
06.09.2022
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06.09.2022
Señor director:
En Chile, tras múltiples movilizaciones a favor de un cambio estructural y luego de este Rechazo de una amplia mayoría, ¿en qué punto estamos?
Inquieta que una vez rechazada la propuesta constitucional de la Convención haya un retorno a la institucionalidad. ¿Será posible desde ahí la elaboración de un nuevo texto? Surge la sospecha de que ésta no logrará responder con la misma fuerza a la voluntad refundacional, ni que las líneas de máximos establecidos como logros se concretarán en mínimos consensuados en el marco del sistema.
Inquieta preguntarse si habrá que reducir las expectativas, conformarse con poco y acostumbrarse a los ritmos de Chile conservador. ¿Chile, mayoritariamente, no quiere ser un país ecológico, plurinacional, intercultural, social y democrático de derecho? La inquietud crece cuando pienso en que la mayoría de las personas que rechazaron no lo saben, no lo leyeron, ni lo pensaron. Si en la base está el desconocimiento, es claro que no venció el contraargumento, sino el apego a lo establecido.
Quienes rechazaron creyeron realmente que serían despojados de sus comodidades por un proyecto de extrema izquierda incendiaria. Que las inversiones se esfumarían, estancando al país por décadas. Esa mayoría de Rechazo lo que expresaron fue un quedarse en el estado de seguridad y comodidad, cuando, honestamente, estas nunca se han puesto en duda porque también la propuesta constitucional las aspira.
¿Cómo es que una sociedad puede rechazar una utopía de mejoría que aspira el bienestar común? ¿Cómo puede seguir apostando por la indolencia?
Pero tales preguntas son un error: el país no apostó por la indolencia, sino por el apego. Por el cuidado. Por la estabilidad. Se rechazó el cambio para mal, pues nadie quiere ir a mal y la propuesta fue encarnada como tal. Lo que explica el Rechazo es que la sociedad no logró entender que la propuesta no era pérdida. Era sueño.
Otra vez ocurrió lo de siempre, lo que nos trajo hasta aquí: la deshonestidad política. La atroz realidad construida por la élite para convencernos de que la propuesta era una amenaza. La impunidad a esta forma de manipulación institucionalizada. La ausencia del derecho de informarse con verdad y el deber de comunicar responsablemente.
En Chile no rechazamos el contenido, pues este es desconocido para la inmensa mayoría. Perdimos por el fantasma construido por los mismos de siempre. Perdimos por la manipulación e interpretación perniciosa de unos cuantos. De ahí que eso de la prescindencia política sea un autoatentado.
Al final de cuentas, perdimos todo/as o, al menos, la gran mayoría, que incluye a quienes ayer celebraron. El camino sigue ahí. Desconocido.