La primera vez de Bob Dylan en China
06.04.2011
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
06.04.2011
Desde que en 2008 la cantante islandesa Björk manifestó en un concierto en Shangai sus simpatías por el Tibet, el gobierno chino ha endurecido los permisos para la actuación de músicos extranjeros en ese país. Especialmente para aquellos artistas asociados a causas humanitarias y políticas. De ahí que el debut de Bob Dylan en China haya debido ser aprobado por el Ministerio de Cultura de ese país, entidad que solicitó conocer previamente la lista de canciones y exigió que el programa se ciñera estrictamente al informado.
Citando a la agencia EFE, el diario español ABC consigna que en el primero de dos conciertos programados en China, Dylan dejó fuera dos de sus canciones más emblemáticas, The times are a-changing y Blowing in the wind, referentes generacionales y símbolos de la canción de protesta. Este último tema fue considerado para el cierre de su actuación previa en Taipei. En cambio, en el Gimnasio de los Trabajadores de Pekín, se despidió con Forever young.
Si bien en los años ochenta Dylan representó una influencia para la elite intelectual china que propiciaba cambios políticos, tras la represión de 1989 las cosas en ese país cambiaron radicalmente. A propósito de esos conciertos, el portal BBC Mundo señala que con el boom económico «la gente joven está más interesada en hacer dinero y pasarlo bien que en la política”.
Por lo anterior, la censura del gobierno chino parece un acto desmedido. Más todavía considerando que hace mucho tiempo que Dylan se desmarcó del estigma de cantante de protesta que, según dijo alguna vez, le cargaron los medios a temprana edad. ¿Pero qué censura no es desmedida? Por definición la censura es un acto de desmesura y no sólo campea en regímenes con sello dictatorial.
Recientemente el director de la Biblioteca Nacional de Argentina se opuso a que Mario Vargas Llosa inaugurara la Feria del Libro de Buenos Aires. El hecho motivó una dura respuesta del escritor Martín Chaparros, quien en una columna en revista Newsweek se preguntó: “¿Si viniera, un suponer, Jorge Luis Borges, tanto más de derecha que Mario Vargas Llosa, también le impedirían inaugurar la Feria? ¿O si viniera, incluso, Julio Cortázar, y siguiera siendo de izquierda y entonces criticara a este gobierno, también lo callarían?”.
Tampoco hay que ir tan lejos para presenciar brutalidades. En octubre de 2009, al morir Mercedes Sosa, se le preguntó al diputado RN Alberto Cardemil por qué en 1984, cuando era subsecretario del Interior, firmó un decreto para prohibir el ingreso a Chile de la cantante argentina. Sin ruborizarse, el diputado en ejercicio por Santiago se justificó diciendo que “doña Mercedes, que en paz descanse, era una activista política, ligada a la extrema izquierda. Igual que otros artistas de la época, que todos conocíamos en que empezaban y nadie sabía en que terminaba”.