El votante pragmático definirá la elección
13.12.2025
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13.12.2025
En la siguiente columna sus autores analizan los resultados de la séptima entrega de la Encuesta ICSO-UDP 2025, la que en la antesala de la segunda vuelta presidencial identificó tres grupos que viven la elección de formas radicalmente distintas: quienes apuestan con convicción por el orden y el crecimiento, quienes buscan transformación desde la justicia social, y quienes oscilan entre la incertidumbre y la resignación. Concluyen que «la ventaja estructural parece favorecer a Kast, quien captura tanto a su base convencida como a una porción significativa de los indecisos que priorizan seguridad y economía. Sin embargo, la elección no está cerrada: casi la mitad de quienes votaron por Parisi en primera vuelta aún no se decide entre Kast, Jara, o simplemente anular el voto. Son estos votantes suspendidos, pragmáticos, escépticos, urgidos por problemas concretos, quienes definirán el futuro de Chile el próximo domingo 14 de diciembre».
La séptima entrega de la encuesta “Clima Social” del ICSO-UDP se realizó en los últimos días de noviembre. Consultamos a 1.100 personas sobre sus emociones, expectativas y dilemas frente a la segunda vuelta de la elección presidencial, que muchas y muchos perciben como definitoria. El termómetro emocional muestra un país en tensión. La preocupación encabeza las emociones con un 42%, seguida por la esperanza (31%), el nerviosismo (27%) y la ansiedad (27%). Comparado con la primera vuelta, aumentaron significativamente las emociones asociadas a la ansiedad, el nerviosismo y el miedo, mientras que la esperanza cayó doce puntos porcentuales. Las mujeres manifiestan más preocupación que los hombres (47% versus 37%), y quienes se identifican con la derecha expresan más esperanza (47%) que quienes se ubican en el centro (23%) o la izquierda (25%).
Las prioridades ciudadanas son claras: reducir la delincuencia (62%), disminuir el ingreso de inmigrantes irregulares (47%), aumentar el crecimiento económico (40%), acortar las listas de espera en salud (32%) y reducir la corrupción (29%). Respecto a las capacidades percibidas de cada candidatura, existe una división funcional implícita: Kast es visto como más capaz de disminuir la inmigración irregular (63%), reducir la delincuencia (59%) y aumentar el crecimiento económico (55%), mientras que Jara es percibida como más apta para promover los derechos de las mujeres (56%), aumentar sueldos (48%) y pensiones (46%). Esta segmentación de competencias sugiere que el electorado reconoce fortalezas complementarias en ambas candidaturas, aunque finalmente deba elegir uno.
Frente a dilemas concretos de política pública, las preferencias revelan tensiones interesantes. Existe amplio consenso en usar más tecnologías de vigilancia (53%) por sobre proteger la privacidad (5%), y en fortalecer un sistema universal de salud (42%) frente a la opción privada (9%). Pero hay divisiones significativas en temas como impuestos versus beneficios sociales, derechos laborales versus facilidades para empresas, y el rol de expertos versus participación ciudadana en la toma de decisiones. En temas de libertades personales, hay amplio apoyo al aborto en tres causales (70%), la eutanasia (65%) y la educación sexual y de género (63%), mientras que el aborto libre hasta las 14 semanas (40%), la legalización de la marihuana (34%) y el cambio de género desde los 14 años (23%) generan menor adhesión. Las percepciones sociales en estos temas, se han mantenido de modo inmutable en los últimos seis meses, lo que demuestra el alto nivel de acuerdo social sobre los tres primeros temas.
Para comprender cómo se organizan estas emociones, expectativas y preferencias en la población, aplicamos técnicas de análisis de conglomerados que nos permitieron identificar tres perfiles claramente diferenciados. Cada uno representa una forma particular de vivir emocionalmente este momento electoral, proyectar esperanzas sobre el gobierno y posicionarse frente a las opciones disponibles. El detalle de las preferencias por dimensión se presenta en la tabla siguiente.

El primer grupo, que hemos denominado “Conservadores del Orden”, es el más numeroso y optimista del espectro (39,5%). Para estas personas, la segunda vuelta genera esperanza, confianza, aunque también ansiedad y preocupación por lo que está en juego. Su agenda es clara y consistente: quieren menos delincuencia, que disminuya la inmigración y que aumente el crecimiento económico. No piden redistribución ni derechos ampliados, sino estabilidad, orden y prosperidad económica. Su visión sobre las candidaturas es categórica: Kast tiene más posibilidades de reducir la pobreza y la corrupción, mejorar la educación y la salud pública, generar crecimiento y reducir tanto la delincuencia como la inmigración irregular. Cuando enfrentan dilemas de política pública, sus respuestas son coherentes con esta visión. En efecto, prefieren más crecimiento, aunque aumente la desigualdad, más orden, aunque se restrinjan libertades, que los expertos tomen las decisiones por sobre la participación ciudadana, menos impuestos a costa de beneficios sociales, y más vigilancia, aunque disminuya la privacidad. En breve, su modelo de sociedad prioriza la eficiencia, la seguridad y el crecimiento por sobre la igualdad, los derechos o la participación.
Este grupo está conformado transversalmente por hombres y mujeres, con predominio de adultos y personas mayores, pertenecientes a sectores socioeconómicos medios y medio-altos. Su posición política se ubica claramente en la centroderecha y la derecha, con preferencia definida por Kast. En la primera vuelta, votaron mayoritariamente por Kast, seguido de Kaiser, Matthei y Parisi. Se distribuyen por todo el país, con cierto predominio en la Región Metropolitana.
El segundo grupo, que hemos denominado “Pragmáticos Ambivalentes”, es el más pequeño, pero quizás el más decisivo de la elección (25,4%). Viven la segunda vuelta desde emociones complejas: preocupación, desconfianza, resignación y frustración dominan su experiencia. No están entusiasmados con ninguna opción, pero tampoco son indiferentes. Están atrapados en un limbo emocional donde reconocen que algo importante está en juego, pero no logran conectar plenamente con ninguna de las alternativas disponibles. De todas formas, sus prioridades son similares a las del primer grupo: menos delincuencia, menos inmigración irregular y corrupción, más crecimiento económico y mejor calidad en salud pública. Sin embargo, a diferencia de los Conservadores del Orden, no tienen certeza sobre quién puede realmente resolver estos problemas, y, en general, suponen que nadie podrá implementar políticas efectivas. Cuando algunos de ellos toman posturas sobre las capacidades de los candidatos, su visión es dividida. Por un lado, creen que Jara podría mejorar sueldos, pensiones y derechos de las mujeres, mientras que, por otro lado, piensan que Kast podría aumentar el crecimiento, reducir la delincuencia y controlar la inmigración irregular. De esa manera, reconocen fortalezas complementarias, pero mutuamente excluyentes.
Este grupo muestra un perfil complejo frente a los dilemas de política pública. Prefieren el medio ambiente por sobre la inversión, más derechos laborales que facilidades a las empresas, y salud pública antes que libre elección. Al mismo tiempo, apoyan más orden incluso a costa de libertades, decisiones de expertos sobre ciudadanía, mayor vigilancia sobre privacidad, menos impuestos, aunque implique menos beneficios sociales, y más crecimiento aun con desigualdad. Combinan así elementos progresistas (medio ambiente, derechos laborales, salud pública) con otros claramente conservadores (orden, tecnocracia, vigilancia, menor carga tributaria). En este sentido, desbordan los moldes ideológicos tradicionales. No se identifican con izquierda ni derecha, sino que se mueven desde un pragmatismo que prioriza soluciones que, a su juicio, funcionen.
En términos sociodemográficos y socioeconómicos, este grupo está compuesto transversalmente por hombres y mujeres de todas las edades, con predominio de sectores socioeconómicos bajos y medios. La mayoría se ubica en el centro o no tiene posición política definida, y una porción significativa no sabe por quién votar o votará nulo/blanco. Quienes tienen preferencia se inclinan levemente más por Kast que por Jara. En la primera vuelta, votaron principalmente por Parisi o anularon/votaron en blanco. Por lo tanto, representan el voto flotante por excelencia: personas que no se sienten representadas plenamente por ningún sector, que combinan urgencias materiales inmediatas (seguridad, empleo) con valores progresistas (medio ambiente, derechos), y que enfrentan esta elección desde la incertidumbre y el escepticismo. Su voto puede inclinarse hacia cualquier lado, no por convicción ideológica sino por cálculo pragmático sobre quién podrá resolver mejor sus problemas concretos.
El último grupo, que hemos denominado “Progresistas Sociales” (35,1%), vive la segunda vuelta con emociones intensas: nerviosismo, ansiedad, miedo y preocupación. No están tranquilos, pero tampoco resignados. Sienten que hay mucho en juego y temen que el resultado vaya en contra de sus aspiraciones. Sus prioridades incluyen menos delincuencia, inmigración irregular y corrupción, más crecimiento económico y mejor calidad en salud pública. Sin embargo, a diferencia del primer grupo, su interpretación de cómo resolver estos problemas es radicalmente distinta. Para ellos, Jara tiene más posibilidades de reducir la pobreza y la corrupción, mejorar la convivencia, promover los derechos de las mujeres, aumentar sueldos, mejorar educación, vivienda, pensiones y salud pública, generar crecimiento y reducir la delincuencia. Es decir, atribuyen a la candidatura de izquierda la capacidad de resolver tanto los problemas sociales como los de seguridad y economía que preocupan al país. Frente a los dilemas de política pública, sus respuestas son coherentemente progresistas: igualdad sobre crecimiento, más impuestos para financiar beneficios sociales, derechos laborales por sobre facilidades para empresas, salud pública sobre libre elección, decisiones ciudadanas antes que tecnocráticas y medio ambiente por sobre inversión. En materia de orden y vigilancia coinciden con los otros grupos, lo que refleja que la preocupación por la seguridad atraviesa todo el espectro político.
En general, se trata de un grupo transversal en género y edad, con mayor presencia de sectores socioeconómicos bajos y medios. Su posición política se ubica claramente en la centroizquierda y la izquierda, con preferencia muy definida por Jara. En primera vuelta votaron mayoritariamente por Jara, seguido de Parisi y Matthei, lo que sugiere que algunos electores de “centro” se han desplazado hacia la izquierda en la segunda vuelta.
Lo que emerge de estos tres perfiles es una elección que se define menos por ideologías claras y más por la capacidad de las candidaturas para capturar a quienes están en el medio, o fuera del espectro ideológico tradicional. Se trata de personas que combinan demandas de seguridad con sensibilidades progresistas, que reconocen fortalezas en ambos candidatos, pero no confían plenamente en ninguno, y que enfrentan esta elección desde la frustración y la desconfianza. El dato clave es que este grupo comparte con los Conservadores del Orden las preocupaciones centrales de las personas: delincuencia, inmigración y crecimiento económico. Sin embargo, a diferencia de ese grupo, no están ideológicamente alineados con la derecha ni convencidos de que Kast sea la respuesta a todos sus problemas. Están disponibles, en teoría, para ambas candidaturas, pero requieren ser persuadidos con argumentos pragmáticos, no con apelaciones ideológicas.
La ventaja estructural parece favorecer a Kast, quien captura tanto a su base convencida como a una porción significativa de los indecisos que priorizan seguridad y economía. Sin embargo, la elección no está cerrada: casi la mitad de quienes votaron por Parisi en primera vuelta aún no se decide entre Kast, Jara, o simplemente anular el voto. Son estos votantes suspendidos, pragmáticos, escépticos, urgidos por problemas concretos, quienes definirán el futuro de Chile el próximo domingo 14 de diciembre.
Esta columna se basa en los resultados de la séptima entrega de la serie “Clima Social” de la encuesta ICSO-UDP 2025, dedicada a explorar las percepciones y emociones sobre la segunda vuelta presidencial en Chile. El estudio se realizó a partir de una encuesta online aplicada a 1.100 casos, bajo un diseño muestral no probabilístico por cuotas. El trabajo de campo fue ejecutado por la empresa IPSOS entre el 18 y el 21 de noviembre de 2025. El universo representado corresponde a personas mayores de 18 años de los segmentos socioeconómicos ABC1, C2, C3 y D, con cobertura nacional. Los resultados fueron ponderados considerando el peso poblacional por zona geográfica, edad, sexo y GSE, según datos del INE, y utilizando información de AIM para la clasificación socioeconómica.