A menos de una semana del balotaje presidencial 2025, el escenario político parece definirse más por las estrategias que por las ideas. Tras la aritmética exhibida en la primera vuelta, ambos comandos han ajustado sus tácticas de cara al desenlace.
Por un lado, la candidata oficialista intenta una remontada mediática contrarreloj, buscando instalar temas y recuperar terreno en los días finales. Por el otro, el comando republicano opta por un esquema defensivo, casi hermético, que se asemeja al criticado —pero históricamente eficaz— catenaccio: un juego cerrado, evasivo y orientado únicamente a esperar el pitazo final.
El país observa cómo estas maniobras electorales reemplazan el debate profundo que una elección presidencial merece. Esperemos que, más allá del resultado, la conversación pública pueda volver a centrarse en propuestas y no solo en tácticas.
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