Enviado por Francisca Romo, Daniela Díaz y Catalina Campos, académicas Facultad de Educación UDP.
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Señor Director:
Estamos viviendo tiempos convulsionados, con elecciones próximas y una circulación de información —y desinformación— que aumenta día a día. Por eso es clave comunicar con responsabilidad cuando se habla de temas que inciden en la formación de las personas, como la educación integral de la sexualidad (EIS).
En Chile, la Ley 20.418 exige que los establecimientos reconocidos por el Estado impartan educación sexual en enseñanza media, y el currículum incorpora desde educación parvularia contenidos sobre conocimiento del cuerpo, autocuidado, límites, consentimiento y emociones, siempre desde un enfoque educativo.
La meta es avanzar hacia EIS, que no solo prevenga riesgos, sino que acompañe a niñas, niños y jóvenes en su desarrollo, promoviendo decisiones informadas, relaciones respetuosas y ejercicio de derechos. La EIS no impone valores: genera espacios de diálogo para comprender el propio desarrollo, respetar la diversidad y reconocer la importancia del consentimiento y el autocuidado, en articulación con las convicciones de cada familia.
Lejos de excluir a las familias, la EIS las fortalece, porque cuando las escuelas abordan estos temas aumentan las conversaciones en el hogar. Hablar de educación sexual con información clara y responsable no debiera generar temor, sino confianza en que estamos cuidando mejor a las nuevas generaciones.
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Que relevante hablar de esto, pero sobre todo hoy, ad portas de elecciones presidenciales y cuando, claramente, hay candidatos que buscan alterar o eliminar estos contenidos. La EIS es necesaria para proteger a las infancias y adolescencias. No da lo mismo, y espero que cada quien se informe de las propuestas y sepa escoger aquellas que realmente aportan a la construcción de proyectos de vida protegidos, seguros y sanos.
