El ostracismo sociolaboral y la discriminación por edad en Chile
22.09.2025
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22.09.2025
Señor Director:
Tengo 56 años, dos magíster —uno de ellos reciente—, una ingeniería y más de 20 años de experiencia en Recursos Humanos y Desarrollo Organizacional. Sin embargo, al buscar empleo me topo con avisos que establecen barreras arbitrarias: “hasta 40”, “hasta 45”, “hasta 50 años”.
Y me pregunto: ¿mi trayectoria, mis capacidades, mi vigencia profesional están descartadas solo por cumplir más años?
Esto no es un problema individual, sino un síntoma de algo mayor: un ostracismo sociolaboral que margina silenciosamente a las personas mayores de 50, independientemente de sus logros, de su manejo de nuevas tecnologías, de su capacidad de adaptación o de su actitud positiva frente a los desafíos. Se nos excluye no porque falte talento, sino porque sobra prejuicio.
Chile y gran parte del mundo envejecen aceleradamente. En menos de una generación habrá más adultos mayores que jóvenes en la fuerza laboral.
Si seguimos expulsando a los mayores de 50, no solo condenamos a miles de personas al desaliento y la precariedad: ponemos en riesgo la sostenibilidad de nuestras propias economías y empresas.
Descartar la experiencia es, además de injusto, económicamente suicida.
Quienes hoy somos invisibilizados aportamos estabilidad, resiliencia, visión estratégica y la capacidad de formar equipos. Somos el capital humano que se pierde mientras se habla de productividad e innovación.
El edadismo en el trabajo es una forma de discriminación tan dañina como cualquier otra.
Por eso, exigimos:
El ostracismo sociolaboral etario existe y se reproduce cada vez que aceptamos como “normal” un aviso que discrimina por edad.
No es mi historia personal, es el reflejo de miles.
Si no cambiamos esta práctica, la misma sociedad que hoy excluye nos excluirá a todos mañana.
Este no es solo un reclamo: es un llamado urgente a la conciencia colectiva.
La dignidad en el trabajo no se mide en años de nacimiento, sino en el valor real que cada persona aporta.