Día Mundial de Internet: Conectados, desiguales y desafiados
17.05.2023
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17.05.2023
El acceso y las habilidades digitales presentan en nuestro país un cuadro poco equitativo. En el Día Mundial de Internet, un grupo de investigadores del nuevo Núcleo Milenio en Desigualdades y Oportunidades Digitales (NUDOS) identifica en esta columna para CIPER cinco áreas clave para abordar la inclusión digital de un modo que permita aprovechar las oportunidades de la digitalización y enfrentar sus riesgos, desafíos e inequidades asociadas.
Cotidianamente se nos pide hacer todo tipo de trámites con el Estado de manera digital. El Registro Social de Hogares se completa online. El Sistema de Admisión Escolar es online. Al IFE laboral se postula online. A las becas escolares y universitarias también se postula online. La reserva de horas en el Registro Civil es online. Las constancias ante Carabineros se hacen online. De hecho, nueve de cada diez trámites con el aparato estatal en Chile están digitalizados.
Si tomamos las cifras de penetración de internet, esto parece ser una medida eficiente. Casi el 90% de las personas en el país tiene acceso a internet, y la mayoría de ellas cuenta con al menos un dispositivo móvil para conectarse a la web.
Con seguridad, la digitalización supone un gran salto en eficiencia y ahorro de costos para el Estado. Sin embargo, ello no necesariamente significa un salto igualmente grande en acceso y facilidad de uso para los ciudadanos. Quien haya lidiado con la Clave Única y los formularios digitales sabe que muchos trámites son complejos e inaccesibles desde la pantalla de un teléfono móvil. Ante esto, las personas se ven obligadas a recurrir a intermediarios digitales para poder completar tareas aparentemente sencillas. Familiares, amigos, líderes vecinales e incluso funcionarios de oficinas parlamentarias y municipales terminan supliendo las carencias en acceso y habilidades digitales de las personas. Esto ciertamente redunda en importantes desigualdades para que cualquier ciudadano pueda desenvolverse en su día a día.
La pandemia reveló que las altas cifras de cobertura de internet en el país esconden profundas desigualdades en la calidad de la conexión y en los usos y habilidades para usar las herramientas digitales. Esto tiene importantes implicancias en cómo las personas pueden aprovechar las oportunidades y evitar los riesgos de la digitalización en diferentes esferas de la vida, como la económica, laboral, política, social, educacional e informativa.
En el contexto del Día Mundial de Internet —hoy 17 de mayo—, como investigadores del nuevo Núcleo Milenio en Desigualdades y Oportunidades Digitales [NUDOS] hemos identificado cinco áreas que consideramos clave para abordar la inclusión digital de una manera más integral, que permita aprovechar las oportunidades de la digitalización y enfrentar sus riesgos, desafíos e inequidades asociadas.
(1) Conexión de calidad: Si bien en Chile la gran mayoría de la población tienen acceso a internet, la calidad o velocidad de esa conexión es muy desigual. Por ejemplo, hace más de una década cientos de comunidades rurales fueron conectadas con banda ancha móvil 3G gracias al Fondo de Desarrollo de Telecomunicaciones de la Subtel. Hoy siguen con el mismo tipo de conexión, que es insuficiente para las demandas actuales en educación, trabajo o, incluso, entretención [CORREA, PAVEZ y CONTRERAS 2017; CORREA y PAVEZ 2023]. La mitad de los usuarios de internet en Chile accede a ésta solo a través del teléfono. Si bien esto es una oportunidad para conectar a poblaciones en mayor desventaja, está demostrado que la conexión móvil implica un uso más limitado que el que brinda el computador, y que se asocia al menor desarrollo de habilidades digitales [CORREA, VALENZUELA y PAVEZ 2022]. Por lo tanto, es clave seguir promoviendo un acceso online a través de diversos dispositivos, cobertura de mayor calidad que la 3G, y considerar que los servicios y trámites en línea deben ser amigables a pantallas móviles que en general no superan las 4 o 5 pulgadas.
(2) Trabajo integrado e interministerial: Los desafíos de la inclusión digital son transversales a muchos sectores. Hay diferentes reparticiones y programas de gobiernos (locales y nacionales) que tienen una llegada más directa o conocimiento de las necesidades de los usuarios; hay otras que ven temas de infraestructura o regulaciones; y otras que indirectamente han lidiado con temas de inclusión y tecnología. Pero no suelen trabajar juntos ni menos sentarse a conversar. Una mirada menos fragmentada —centrada en las necesidades de las personas usuarias— es clave para poder desarrollar respuestas e intervenciones más integrales. Por lo tanto, es importante trabajar en iniciativas que integren distintos ministerios, gobiernos locales e industria, y que trabajen con actores de las diferentes comunidades. Estos liderazgos locales son los que tienen redes más amplias y diversas y comprenden las necesidades y desafíos de cada contexto [CORREA y PAVEZ 2016].
(3) Foco en el desarrollo de habilidades digitales relevantes: En un comienzo, el principal foco de la inclusión estaba en el desarrollo de habilidades que permitieran aprender a operar tecnologías digitales; es decir, saber cómo usar un computador, un teléfono o una nueva aplicación o software. Hoy, además de continuar abordando las habilidades operativas, es necesario enfatizar las habilidades críticas y evaluativas [ver, por ejemplo, CASTILLO et al. 2015]. Muchas personas se agobian con la abundante oferta de contenidos, y tienen dificultades para discernir qué es relevante y qué es verdadero (más aún, cuando en gran medida la información de calidad —incluidos estudios científicos— está detrás de un muro de pago o no es accesible para comunidades no especializadas). En un contexto de mayores niveles de sobrecarga informativa y difusión de desinformación, de interacciones con tecnologías y algoritmos basados en inteligencia artificial, y de relaciones sociales de alta intensidad a través de las redes es muy relevante abordar el desarrollo de habilidades que permitan comprender y evaluar críticamente la información que se recibe y se comparte, además de las experiencias que emergen de la interacción con las tecnologías digitales e internet.
(4) La digitalización de la política: Aunque seguimos votando con papel y lápiz, hace tiempo que la participación política en Chile es un asunto fundamentalmente digital. Muchos partidos y candidaturas movilizan a sus electores casi exclusivamente a través de plataformas sociales como Facebook, Instagram y YouTube [LUNA et al. 2022]. Esto es lógico: las redes sociales se han convertido en una fuente de contenido político tan importante como los medios tradicionales [VALENZUELA, BACHMANN y BARGSTED 2021], y muchas veces irrumpen como formas alternativas de información [LUNA, TORO y VALENZUELA 2022]. Sin embargo, la digitalización de la política en Chile puede reforzar —e incluso ampliar— la brecha socioeconómica de la participación. En la reciente elección de consejeros constitucionales, menos del 5% de los inscritos en Vitacura votó nulo o en blanco. En Huechuraba, en cambio, lo hizo casi el 20% [ver más en «La “sexta lista” de los votos nulos y blancos: ¿Una nueva desigualdad política?», en CIPER Opinión 16.05.2023]. Además, la digitalización de la política también puede generar nuevas brechas relacionadas con las actitudes y conductas de los ciudadanos. Por ejemplo, la polarización política se vincula, en parte, a la circulación de desinformación y a la difusión de formas de participación antidemocráticas, relacionadas a discursos de odio, troleo, y acoso online.
(5) Gobernanza de datos: Internet y las tecnologías digitales han redundado en nuevas formas de acceder y distribuir información, y también en cómo se procesa [por ejemplo, VALENZUELA, BACHMANN y BARGSTED 2021]. La forma acelerada en que esta información se produce y se hace disponible ha hecho difícil avanzar paralelamente en regulaciones que resguarden la privacidad y los derechos, tanto de usuarios como de quienes generan la información. De quién son los datos, cómo se difunden todo tipo de contenidos digitalizados o quiénes son responsables de su protección no está del todo claro. La obtención de información personal y la difusión no consentida de material privado puede tener importantes consecuencias que deben ser abordadas prontamente.
Estos son solo algunos ejemplos. Sabemos que la gente está adoptando las tecnologías digitales y que estas herramientas pueden exacerbar, replicar y mitigar todo tipo de desigualdades. Para desarrollar políticas públicas sobre la materia, necesitamos evidencia sobre cómo las personas lidian con la digitalización. Y es precisamente ahí, en ese conocimiento de la realidad chilena, donde NUDOS espera aportar a nuestra comprensión de las promesas y riesgos de la inclusión digital.
Firman esta columna: Ingrid Bachmann (PUC), Teresa Correa (UDP), Juan Carlos Castillo (U. de Chile), Sergio Toro (U. Mayor) y Sebastián Valenzuela (PUC).