Cartas: Y ahora, ¿qué?
09.09.2022
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09.09.2022
Sseñor director:
El resultado del plebiscito fue sorprendente. Si bien es cierto que casi todas las encuestas daban por ganadora a la opción Rechazo, ningún sondeo acertó a que la brecha fuera tan amplia. Menos aún cuando los cierres de campaña de la opción Apruebo habían sido masivos, generando la posibilidad de lograr un resultado más equilibrado. Nada de eso pasó, y el tsunami del Rechazo solo tuvo como excepción a ocho comunas del país.
Se abre un escenario de mucha incertidumbre, con un gobierno que se la jugó por el Apruebo y que tiene que lograr alinear a un conjunto de fuerzas que no está claro cómo se comportarán ni si podrán resistir el riesgo de desangrarse al pasarse las cuentas de la derrota. Lo mismo podemos decir de la oposición, que ha afirmado hasta el hartazgo que está de acuerdo con el proceso constituyente, y, sin embargo, tendrá que resistir la tentación de aprovechar este caudal electoral para entorpecer el proceso, algo que podría ir creciendo en los próximos días.
Dejando de lado este y otros factores que irán despejándose en los próximos días, podría constituirse una oportunidad para encontrar una salida. Veamos los puntos a favor.
Al parecer, salvo en la extrema derecha existe un amplio acuerdo para un nuevo texto constitucional. Por otro lado, tanto el oficialismo como la centroderecha han elaborado documentos o manifestado posturas a través de los cuales identificaron puntos del texto constitucional que podrían ser mejorados. En el oficialismo, esos aspectos incluyen asuntos como la consulta y justicia indígenas, las autonomías territoriales, los estados de excepción, entre otros. En la centroderecha, la manifestación ha sido más difusa, pero se acepta que el proceso debe seguir adelante, y se identifican elementos que deberían ser revisados y que fueron el foco de la campaña del Rechazo como la plurinacionalidad, la jurisdicción indígena, la eliminación del Senado, entre otros. Esos posicionamientos constituyen un espacio inicial para construir un acuerdo amplio que sirva como punto de partida para definir un marco para el trabajo de una futura convención que debería ser liderada por el presidente y construida en el Congreso.
Otro aspecto relevante es el cómo. En esta dimensión es claro que no hay mucho espacio para que este nuevo texto no sea elaborado por una convención elegida democráticamente, tal como se decidió abrumadoramente en el plebiscito de entrada.
Tan claro como esto es que la composición de dicho colectivo deberá hacerse paritariamente y con escaños reservados, pero corrigiendo el porcentaje de representación de los pueblos originarios para evitar lo que muchos consideran una sobrerrepresentación. Más dudas hay sobre la posibilidad de mantener las listas de independientes; lo más probable es que ello no sea así, y que los y las independientes tengan un espacio asegurado dentro de las listas de las futuras plantillas de candidatos de los partidos y coaliciones.
Si se avanzara ágilmente en este trabajo, se podría convocar a elecciones convencionales en marzo de 2023, y dado que el trabajo de elaboración de un nuevo texto no partiría de cero, podría realizarse en un periodo acotado.
Es urgente «apurar el tranco»,” porque estamos frente a una sociedad cansada que lleva casi tres años inmersa en un proceso tan necesario como exigente —pandemia de por medio— y que requiere que este culmine con un nuevo texto constitucional.