Los autores de la columna “COVID-19 y la ilusión de que podemos frenar un tren de carga en pocos metros”, examinan aquí la baja tasa de letalidad que exhibe Chile y explican por qué es una ilusión. Se preguntan también si estamos contando bien nuestros muertos y muestran que los adultos mayores y los jóvenes y niños están bajo más riesgo del que creemos.
La mortalidad que causa el coronavirus parece una cifra certera e incuestionable. Todos los días los medios la comparan con la de otros países y como nuestra cantidad de fallecidos parece baja, eso trae cierta tranquilidad en momentos de incertidumbre. También sirve a propósitos políticos: cuando el ministro de Salud declara que Chile tiene una de las tasas de letalidad más bajas de la OECD, da a entender que lo que han dicho tantos expertos está mal o vale muy poco. Este indicador afecta la percepción de riesgo con el consiguiente impacto en la conducta individual y comunitaria. Si como ciudadano pienso que la mortalidad es baja, disminuye la sensación de peligro. Sin embargo, esta percepción puede ser un espejismo.
La cifra de fallecidos es un número más complejo de lo que parece. No es bajo o alto en sí, sino que depende del contexto. Por ejemplo, si se muere mi madre, no me calmará que el número de casos sea solo uno. Si las 26 personas fallecidas ayer son todos mis familiares y amigos, es un trauma inconmensurable.
La pandemia del COVID-19 es un desastre lento aún en desarrollo, un tren de carga que requerirá tiempo detener. No sabemos si Chile ha empezado a detenerlo o si el tren sigue acelerando. Con la cuarentena, el gobierno apretó el freno. Pero lo cierto es que la cantidad de fallecimientos que veremos en los próximos días no se verá influida por ese freno, porque depende de lo que hicimos hace tres semanas o más. Dicho de otro modo, los dados ya están echados respecto a lo que sucederá durante las próximas semanas, y mucho depende del personal de salud.
Del mismo modo, si comparamos cifras absolutas de EE.UU. (que tiene más de 87 mil muertos) o Brasil (con casi 15 mil) con nuestros más de 400 muertos, Chile parece un caso excepcional, una especie de outlier. Pero si en vez de usar números absolutos comparamos cifras per cápita, la figura es distinta. El 16 de mayo Brasil tenía una tasa de 67 muertos por millón de habitantes. En la Región de Magallanes, las 16 personas fallecidas reportadas ese mismo día, significaron 90 muertos por millón de habitantes.
En lo que sigue, discutiremos las cifras de mortalidad chilenas para compararlas en su contexto local, regional y global; y abordaremos cómo entenderlas para evaluar la efectividad de las medidas de mitigación del contagio pasadas y actuales. Se trata de un análisis delicado, pues cada vida tiene un valor incalculable a pesar de solo aparecer como una cifra en un gráfico o curva.
LETALIDAD, UN INDICADOR TARDÍO PARA LA TOMA DE DECISIONES
La pandemia del COVID-19 es un desastre lento aún en desarrollo, un tren de carga que requerirá tiempo detener. No sabemos si Chile ha empezado a detenerlo o si el tren sigue acelerando. Con la cuarentena, el gobierno apretó el freno. Pero lo cierto es que la cantidad de fallecimientos que veremos en los próximos días no se verá influida por ese freno, porque depende de lo que hicimos hace tres semanas o más. Dicho de otro modo, los dados ya están echados respecto a lo que sucederá durante las próximas semanas, y mucho depende del personal de salud.
Lo que podemos hacer es tratar de influir en reducir los nuevos contagios que tendremos dentro de tres semanas y más. Para hacer esto un requisito central es interpretar adecuadamente el número de fallecimientos ocurridos hasta hoy. Pero, ¿sabemos realmente cuántas personas han muerto por COVID-19? Para responder esa pregunta, que se hacen cada vez con más fuerza los chilenos, necesitamos, además de contar a todos los oficialmente fallecidos por COVID-19, sumar a todos los que probablemente fallecieron por COVID-19 (por ejemplo, por haber estado en contacto estrecho con contagiados o presentar sintomatología similar a los pacientes testeados positivamente). También se sugiere contar a aquellos que fallecieron de manera indirecta por la pandemia (no necesariamente por COVID-19). Por ejemplo, aquellos que tenían problemas tratables pero, por la sobrecarga hospitalaria, no recibieron atención y terminaron falleciendo (“muertes en exceso”).
También necesitamos que esos datos estén disponibles en tiempos más cortos, para evitar el desfase que se produce hoy entre un fallecimiento y su transformación en un dato que permita evitar más muertes.
Así como la mortalidad por COVID-19 es un indicador relevante para aquilatar el efecto de la pandemia, hay otro, muy impreciso, que sin embargo ha ganado mucha importancia en la discusión en Chile. Se trata de la tasa de letalidad.
Hacer este conteo requiere de una serie de factores. Que se registre la causa de muerte directa, aquellas relacionadas y las concomitantes. Esa información ayuda al departamento de estadísticas e información en salud (DEIS) a clasificar de manera correcta y publicar las estadísticas oficiales. Es un proceso largo y detallado que incluye a veces el contacto directo con los médicos, hospitales o incluso con el Servicio Médico Legal para aclarar la verdadera causa de muerte.
Por otra parte, dar acceso rápido a ese dato significa en Chile resolver las contradicciones en los reportes de distintos servicios públicos. Debiera ser posible, además, que los certificados de defunción sean inmediatamente anonimizados y depositados en una plataforma de datos abierta para ser analizados por expertos e investigadores. La verificación posterior que hace el MINSAL requiere más tiempo, pero esos datos iniciales pueden ser útiles para evitar el mencionado desfase.
Los fallecidos son un dato significativo si la información es precisa y oportuna, pero pueden ser extremadamente imprecisos si son mal contados y luego estas cuentas mal interpretadas.
En un reciente artículo publicado en The Lancet, los autores hicieron un llamado urgente a los gobiernos del mundo a mejorar esta información. Escribieron que contar “el exceso semanal de muertes” podría darnos “la forma más objetiva y comparable de evaluar la escala de la pandemia. Esta medida puede construirse comparando las muertes semanales observadas a lo largo de 2020 con los valores esperados de la experiencia de años anteriores, sin pandemia. Este enfoque permite la evaluación de los efectos de mortalidad total de la pandemia en diferentes lugares. Desafortunadamente, la mayoría de los países no publican tales estadísticas, y aquellos países que sí lo hacen, lo hacen con considerable retraso”.
EL ESPEJISMO DE LA BAJA LETALIDAD EN CHILE
Así como la mortalidad por COVID-19 es un indicador relevante para aquilatar el efecto de la pandemia, hay otro, muy impreciso, que sin embargo ha ganado mucha importancia en la discusión en Chile. Se trata de la tasa de letalidad. Desde el 8 de mayo, el MINSAL la incluye en sus reportes diarios y la usa para compararnos con los países OECD. El Presidente ha recalcado que Chile es uno de los países que más testea y tiene una de las tasas de letalidad más bajas.
La tasa de letalidad relaciona la cantidad de fallecimientos sobre los casos confirmados. Y es un indicador impreciso porque, como explicamos en una columna anterior, considera los casos confirmados y los fallecidos en un mismo día. El problema es que esos dos grupos corresponden a etapas distintas de la enfermedad y, por lo tanto, la tasa compara variables que tienen semanas de desfase.
De acuerdo con el análisis de la revista The Lancet,si queremos saber la tasa de mortalidad deberíamos relacionar el número de muertos que tenemos hoy con el número de infectados que había cuando esos fallecidos se contagiaron. Por supuesto, tener esta última cifra no es posible, pues los casos asintomáticos o los pacientes con síntomas muy leves no son registrados por el sistema.
Otro problema aparece cuando se compara la tasa de letalidad entre países. Como Chile sale favorecido, esa comparación se hace constantemente y se la atribuye a que lo estamos haciendo mejor. Pero la diferencia de tasas puede deberse a otros motivos: por ejemplo, a las características del testeo que hace cada nación; a la estructura demográfica de las poblaciones; a las características del sistema de salud de cada país y también, a factores desconocidos (ver informe de la Universidad John Hopkins).
Mayor aún es la distorsión que se produce cuando comparamos nuestra tasa de letalidad con países que llevan más tiempo en la pandemia, como Italia y Corea del Sur. Ellos enfrentaron al virus en una etapa en la que había muy poca información; nosotros, en cambio, hemos aprendido de lo que ellos vivieron. La doctora Marisa Torres, epidemióloga del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina UC, resume la ventaja que tenemos al ir detrás en esta pandemia: «los expertos de Europa publican todo el tiempo y dan consejos: ‘usen este medicamento, no usen el otro, nos resultó mal con esto’; y los médicos de acá están aprendiendo de eso. Se están usando mejores estrategias de intervención que las que pudieron usar los italianos, porque, lamentablemente, hubo un aprendizaje con la experiencia«. Dicho esto, la letalidad sí parece ser útil para comparar países que han tenido condiciones similares.
Entre el 22 y el 29 de abril, Chile alcanzó una meseta en el valor de la letalidad, que se situó en 1,4%. Aunque esto se consideró una evidencia del éxito de nuestra forma de enfrentar el COVID-19, la verdad es que esa meseta se explica porque el aumento de contagios y de fallecidos fue prácticamente el mismo.
La letalidad, por otra parte, puede aumentar o bajar en 24 horas solo por cambios en la forma en que cada país cuenta sus muertos o sus contagiados. En el Reino Unido, por ejemplo, los fallecidos aumentaron en un 41% cuando se contó a las personas que habían muerto fuera de los hospitales. Ecuador redujo su letalidad en 24 horas cuando aumentó al doble el número de casos confirmados, pues se incluyeron en el cálculo exámenes que tenían semanas de retraso.
Gráfico 1.
En Chile, los datos muestran que la tasa de letalidad es afectada por la diferencia entre los contagiados y los fallecidos (variables que, como se dijo, corresponden a momentos diferentes de la enfermedad). Así cuando aumentan más los fallecidos que el número de contagiados, la tasa de letalidad crece (eso ocurrió antes del 22 de abril, elevando la letalidad de 1% a 1,4%). Al contrario, cuando la cantidad de contagiados aumenta más que la de fallecidos, la letalidad baja (eso ha ocurrido después del 29 de abril, en que la tasa de letalidad se redujo de 1,4% a 1%).
Entre el 22 y el 29 de abril, Chile alcanzó una meseta en el valor de la letalidad, que se situó en 1,4%. Aunque esto se consideró una evidencia del éxito de nuestra forma de enfrentar el COVID-19, la verdad es que esa meseta se explica porque el aumento de contagios y de fallecidos fue prácticamente el mismo.
Es posible que el espejismo de la baja letalidad haya confundido a las autoridades cuando a fines de abril sugirieron que debíamos comenzar a volver a la normalidad. Lo cierto es que no había fundamentos para confiar en ese indicador. Mientras la letalidad se reducía, los fallecidos totales aumentaron en un 60% desde abril. La tasa de letalidad no registró ese significativo aumento de muertes, sino que nos mostró, en cambio, una meseta.
Esta relación entre muertes y contagios nos da una señal de advertencia. Aunque los fallecimientos suban, como está ocurriendo en estos días, la letalidad se puede mantener estable o incluso bajar, si la cantidad de contagiados crece con más fuerza.
LETALIDAD COMPARADA
Como se ha dicho, en Chile la letalidad se ha interpretado erróneamente como un reflejo de medidas adecuadas para la contención del contagio. El 1% actual se señala como un valor “bueno”, lo que lleva a preguntarse ¿cuál sería una cifra “mala”? Alemania, un país que ha dado una dura lucha contra la pandemia y parece haber tenido un buen cometido, registra un 4,5%, que podemos considerar entonces una “buena” letalidad. Estados Unidos tiene un valor de un 6%, viviendo una realidad horrible, y con menos de la mitad de la letalidad de Suecia, de 12,9% ¿Será que Estados Unidos está la mitad de “mal” que Suecia en algún sentido?
Chile ha reportado más de 23.000 casos nuevos durante los primeros 15 días de Mayo, y un número de fallecidos en aumento. Algo plausible, no un pronóstico, es que Chile sume al menos una cantidad similar de casos nuevos durante el resto de Mayo (lo que depende del testeo que se siga reportando). Con esto, Chile podría tener más de 65.000 casos acumulados a fines de Mayo. Con esos contagios, para que Chile esté aún “bien” en letalidad y de acuerdo al criterio político dominante, podría estar como Alemania, es decir, con un 4,5% de letalidad. Esto es aumentando los 421 fallecimientos reportados ayer 16 de Mayo hasta unos 3.000 fallecidos.
Si, por otro lado, lo hiciéramos tan “mal” como Estados Unidos, deberíamos reportar cerca de 4.000 fallecidos; y en un escenario como el de Suecia más de 8.000. Algo no cuadra; ya sean 500, 1.000 o más fallecidos por COVID-19, esto nos parece horrible. Al mismo tiempo debe considerarse algo que no es medible: el dolor de miles de personas afectadas por la partida de sus seres queridos. Este dolor no encuentra consuelo en un discurso político por la “tarea bien hecha”.
Al igual que con los adultos mayores la situación de los jóvenes en Chile es muy preocupante. Sin embargo, no la notamos, porque la foto que nos entrega la letalidad puede mostrar mesetas donde hay abismos.
LA LETALIDAD ENTRE LOS ADULTOS MAYORES
La baja letalidad chilena también puede explicarse porque el coronavirus, a comienzos de marzo, contagió principalmente a población joven y con buen acceso a la salud. Luego se distribuyó a la población general y ahora parece estar llegando a los adultos mayores, que son las más vulnerables. Pero no tenemos certeza de eso porque el testeo no ha estado enfocado en ellos.
En esta sección examinaremos los datos disponibles sobre cómo el COVID-19 impacta en la población de 60 años y más, y en los niños.
La fuerza con que el coronavirus impacta en la población de adultos mayores ha empujado a países a tomar medidas más drásticas. Por ejemplo, Italia y España decretaron cuarentena nacional antes del 15 de marzo, cuando sus adultos mayores representaban cerca del 50% de los casos confirmados. En esos momentos, ambos países registraban más de un 3,5% de letalidad. Sólo ahora, dos meses después, estos países comienzan a ver resultados esperanzadores.
¿Por qué Suecia tuvo tan baja letalidad al inicio? La explicación puede deberse a que la población que primero se enfermó fue más joven y, por lo tanto, menos vulnerable al COVID-19. En marzo, solo 20% de los casos reportados en ese país eran adultos mayores. En vez de aprovechar esa situación para detener el contagio, apostaron por la “inmunidad de rebaño” y así permitieron que el virus se expandiera hacia las personas de más de 60 años. Dos meses después, los adultos mayores representaban el 50% de los casos reportados. Al día 10 de Mayo se reportaban más de 3.000 fallecidos: más del 90% eran adultos mayores.
Necesitamos comunicar mejor el indicador de mortalidad. Para ello, primero debe haber una empatía total con aquellos que pierden a sus familiares y amigos. Y segundo, se debe dejar de hacer comparaciones simplistas entre la mortalidad de distintos países. Esas comparaciones llevan a las personas a desconfiar de las cifras de mortalidad, a crear desinformación.
Chile tuvo un inicio similar al de Suecia. A fines de marzo, se reportaron unos 400 casos en adultos mayores contagiados. Es decir, menos de un 15% del total de casos. En el gráfico 2 se muestra el porcentaje de casos de adultos mayores para Chile y países de la OECD. Hoy Chile reporta menos de un tercio que Suecia, Holanda, España, Bélgica, Reino Unido e Italia. Y menos de la mitad que Dinamarca, Australia, Corea del Sur, Alemania, Portugal, y Canadá. Chile tiene el menor porcentaje de mayores de 60 años positivo por COVID-19 que los otros 19 países de la OECD. Esto, puede ser interpretado como una buena noticia, si se piensa como que los adultos mayores se han enfermado poco. Sin embargo que, en comparación con otros países, el porcentaje de casos positivos por examen PCR de adultos mayores sea bajo, no significa necesariamente que pocos hayan enfermado; puede significar que hay otro grupo que ha enfermado, pero no lo hemos encontrado.
Gráfico 2.
Si lo analizamos mejor, esto puede deberse a que no estamos saliendo a testear a la población vulnerable como hace la mayoría de los países. Y eso resulta muy preocupante cuando miramos la edad de los que fallecen en Chile: cerca del 85% son mayores de 60 años.
Si Chile sigue testeando a toda la población bajo la demanda en urgencias y no focaliza el testeo en los adultos mayores -y en el personal de salud- la letalidad se volverá un peor indicador. Adicionalmente, se debe considerar que algunos adultos mayores se pueden complicar rápidamente, fallecer en 24-48 horas y no alcanza a ser testeados. Si además consideramos los problemas de insumos para los test PCR, se vuelve crítico aprovechar mejor los test que se pueden realizar.
Poner la mirada en los adultos mayores cambia la perspectiva. Por ejemplo, en el reporte oficial del MINSAL del 14 de mayo, se argumenta que Australia tiene una letalidad 40% mayor que Chile; y que la de Corea del Sur es 2,5 veces mayor que la nuestra. Pero la situación es muy distinta cuando comparamos la letalidad para los mayores de 60 años.
En el gráfico 3, se ordenan los países según el tiempo transcurrido desde el primer fallecido. Australia, que lleva peleando contra los fallecimientos por el virus 18 días más que Chile, tiene una menor letalidad en los adultos mayores; y Corea del Sur, -cuyo combate empezó 4 semanas antes que el nuestro-, tiene una letalidad similar. En ese contexto, cuando estamos en una etapa temprana de la enfermedad y aún la situación hospitalaria no ha colapsado, los números de Chile no parecen tan alentadores.
Gráfico 3.
LA LETALIDAD ENTRE LOS JÓVENES
Al igual que con los adultos mayores la situación de los jóvenes en Chile es muy preocupante, como veremos a continuación. Sin embargo, no la notamos, porque la foto que nos entrega la letalidad puede mostrar mesetas donde hay abismos. Esa foto, además genera una percepción social del riesgo que se transforma en una presión política que se ejerce sobre la decisión de las autoridades.
En el caso de los niños, es un error no preocuparnos por su nivel de contagio pues, aunque la letalidad es muy baja, se han reportado casos graves; y son vectores de contagio para sus padres, abuelos y abuelas.
Lo cierto es que Chile tiene un alto porcentaje de niños menores de 10 años entre casos confirmados frente a varios países de la OECD como lo muestra el gráfico 4. Más preocupante es que Chile tiene un número absoluto y relativo mayor que países como Reino Unido y España, que son entre 2 y 3 veces más grandes que Chile y que -al 14 de Mayo- habían testeado entre 6 y 7 veces más que nosotros.
Una ciudad, región o país es exitoso en esta pandemia cuando controla de manera efectiva el contagio por COVID-19, y logra una reducción drástica de fallecimientos. La curva que se necesita eliminar, no sólo aplanar, es la de fallecimientos diarios.
Gráfico 4.
El caso de jóvenes menores de 20 años es igualmente preocupante. Con 3.688 casos registrados el 14 de mayo, Chile reportó más casos que Holanda (585 casos al 12 de mayo), Australia (291 casos al 12 de mayo), Reino Unido (2217 casos al 13 de mayo) y España (2449 casos al 11 de mayo).
Alemania reportó unas 3 veces más jóvenes contagiados que Chile; e Italia solo un 25% más. Pero ambos países tienen entre 3 y 4 veces más habitantes que nosotros y han testeado unas 9 veces más personas y llevan mucho más tiempo de contagio.
Es difícil imaginar en qué situación estaríamos si no se hubiera decidido suspender las clases en colegios y universidades de manera temprana.
Esperamos haber mostrado que la tasa de letalidad no es un buen indicador. La cifra de mortalidad (el registro del número de fallecidos) es, sin embargo, esencial para aquellos que estudiamos los indicadores de salud. Es un determinante clave en la asignación de recursos de un país y en la generación de recomendaciones por parte de los organismos internacionales. La mortalidad permite evaluar la salud y la calidad de vida. Pero es un número complejo de utilizar y de recolectar, sobre todo en el contexto de una enfermedad como ésta.
La mortalidad es, sin embargo, una cifra poco precisa para evaluar las medidas debido a que los datos de hoy reflejan medidas adoptadas semanas atrás. Por consiguiente, las medidas hoy pueden tener implicancias en los indicadores de mortalidad después de las siguientes 3 a 6 semanas.
Debido a que los números comparativos de mortalidad en Chile son cuantitativamente bajos, aparentemente las autoridades los han utilizado para justificar sus medidas de mitigación, incluso en los momentos más críticos, cuando se elimina la estrategia de cuarentena dinámica por una regional más drástica. Con ello ha tendido a disminuir la percepción de riesgo en la población general, lo que constituye un problema pues la sensación de que podemos sufrir una pérdida familiar tiene un impacto significativo en la percepción de riesgo respecto al virus; y nos lleva a adoptar medidas precautorias. Disminuir la percepción de riesgo es la misma conducta que la autoridad denosta cuando muchas personas violan la cuarentena, la distancia social, o las medidas de higiene.
Necesitamos comunicar mejor el indicador de mortalidad. Para ello, primero debe haber una empatía total con aquellos que pierden a sus familiares y amigos. Y segundo, se debe dejar de hacer comparaciones simplistas entre la mortalidad de distintos países. Esas comparaciones llevan a las personas a desconfiar de las cifras de mortalidad, a crear desinformación, o más tarde al pánico cuando comencemos a enfrentarnos a un aumento de la mortalidad que estará directamente relacionada con más contagios y/o el colapso de una atención adecuada del sistema de salud.
Una ciudad, región o país es exitoso en esta pandemia cuando controla de manera efectiva el contagio por COVID-19, y logra una reducción drástica de fallecimientos. La curva que se necesita eliminar, no sólo aplanar, es la de fallecimientos diarios. Las pérdidas humanas son un trauma que no se superará fácilmente con el término de la pandemia. Las medidas que tomemos ahora para eliminar las muertes futuras son la señal más poderosa de que las pérdidas irremediables que hemos sufrido no fueron en vano.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
CIPER/Académico es un espacio abierto a toda aquella investigación académica nacional e internacional que busca enriquecer la discusión sobre la realidad social y económica.
Hasta el momento, CIPER/Académico recibe aportes de cinco centros de estudios: el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), el Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR), el Instituto Milenio Fundamentos de los Datos (IMFD), el Centro de Investigación en Comunicación, Literatura y Observación Social (CICLOS) de la Universidad Diego Portales y el Observatorio del Gasto Fiscal. Estos aportes no condicionan la libertad editorial de CIPER.
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Particularmente creo y lamento que tenemos una crisis demográfica, la humanidad debe crear normas respecto de la natalidad, detrás de esta crisis está la necesidad de reducir la población mundial lo que todavía no se logra, la naturaleza se autorregula sola a menos que le ayudemos como especie.
luis sotomayor perez. | 18.04.2021
Toda eta pandemia esta manipulada los fallecidos no son la verdad ese ministro de salud publica puras mentiras.ministro de salud de chile es un profesional de la mentira.
Servando Muñoz Gibbs | 26.07.2020
Interesante artículo, aunque con un importante y sutimente presentado sesgo. Se parte de la premisa que los datos presentados de letalidad por coronavirus en Chile sos falsos, usando el eufemismo "poco confiables". Analicemos. Una Tasa de Letalidad puede bajar por 2 razones 1) Disminución del numero de muertes POR coronavirus y 2) por aumento del casos detectados de contagiados.
Con relación al primer punto, en Chile no puede argumentarse que no se diagnostiquen los fallecidos, incluso se agregan casos " posibles" de fallecimientos por .c.v. y CON c.v., que tienden a aumentar el indicador artificialmente. Otra causa sería que en Chile realmente fallezcan menos enfermos. Argumento a favor es que en Chile a diferencia de España e Italia ya se conocia la fisiopatologia de la enfermedad, en que la causa de muerte era ocasionada por la tormenta inflamatoria, con una Coagulación Intravascular Diseminada, mas que una neumonia viral, que permitió un tratamiento mas eficaz, una cantidad adecuada de respiradores una organización a nivel nacional de camas UTI, con adecuada integración público-privada, que obviamente han hecho bajar la cantidad de fallecidos. Por otro lado, el denominador de la tasa, el aumento de casos positivos de covid, manteniendo los fallecidos, también hace bajar la tasa de letalidad. Obviamente Chile es reconocido como uno de los paises que realiza mas test de detección x 10âµ habitantes. Incluso podría considerarse que este se efectúa en personas asintomáticas, lo que permite aumentar el denominador. Desde ese punto de vista creo que si los datos son confiables. La interpretación que se le de, eso es otra historia.
Ernesto Parragué | 17.06.2020
Este parece un artículo hecho por numerólogos, copulando sustracciones para que den en definitiva, un resultado óptico de lo que quieren transmitir. Me alegro ver los comentarios de tanta gente que se da cuenta como manipulan mañosamente, son un asco.
Creo además, que el mayor problema de nuestro mundo accidental es la pérdida de valores y más aún, el retroceso de la decencia frente a dogmas impuesto... aveces pienso que nos acercamos a una nueva edad media.
Patricio Vildosola | 17.06.2020
Para entender y luego concluir es básico conocer los conceptos de LETALIDAD Y MORTALIDAD. Cuando se quiere evaluar el grado de virulencia de la Infección se usa Tasa Letalidad: (fallecidos / Infectados X 100 = TL%). El COVID es altamente contagioso, cursa asintomático (80") y deja Inmunidad.(Test de Salida).. Se estima en 5% TL.(SIRS- UTI).
El IMPACTO social de la pandemia, económico, salud, violencia, delincuencia, pobreza extrema, se nos aproxima como "un monstruo grande que pisa fuerte".
¿Estará resultando "peor el tratamiento que la enfermedad".?
Jaime | 15.06.2020
Interesante la explicación de las tasas y creo que la Salud Publica se alimenta de muchas tasas, no de una o dos. Los datos que entrega el DEIS tienen 2 años de desfase( no de retraso), ya que la información se debe validar, tiene que ser creíble.
Por tanto este reportaje en algunos momentos defendió bien al gobierno a la vez que lo critico negativamente.
manuel | 15.06.2020
Que basura de artículo
Diego Pérez | 08.06.2020
La única forma de refutar estos artículos de mierda que insisten en que en Chile se hace todo mal, es analizar las cifras una vez acabe la pandemia. Espero Chile siga por este camino.
Fiasko | 07.06.2020
Este articulo no tiene nada de academico, los procesos estocastico s siempre eliminan los elementos que ya no pueden intervenir o modificar el proceso, por eso los muertos se cuentan como recuperados, cualquier persona que conozca estadísticas basicas lo sabe, o se informa, ¿. esa es la calidad de los periodistas actuales ? Son opinologos , de grupos de interés politico y carentes de las minimas competencias, no vemos ni leemos reportajes, escuchamos el reflejo de sus opiniones. Y para colmp sin fundamentos tecnicos
Aldo | 05.06.2020
Un extenuante intento de destacar el vaso medio vacío . Incluso las gráficas que demuestran un claro buen desempeño les parecen “ no tan alentadoras†Por lo demás la letalidad si bien puede ser un índice no óptimo a la hora de comparar es medido en la misma forma en todos los países.
ALEX | 04.06.2020
Superamos los mil muertos, tenemos 5.000 contagios diarios aprox, 88% de ocupación de camas criticas, modificaran el conteo de muertos porque no estaban todos, decisiones errantes, medidas tardías, Se cayó la mentira.
Alonso | 02.06.2020
Lamento decirlo, pero este artículo es pura propaganda, nada de ciencia. El propósito de las cuarentenas y otras medidas es el de evitar el colapso del sistema sanitario, porque tarde o temprano, todos nos vamos a contagiar del virus (así como nos resfriamos, la influenza, etc.) y, entonces, lo que prevalece es la genética, hábitos alimenticios, higiénicos, actividad física, etc. (por lo tanto, enfermedades preexistentes)
Ésto es puro alarmismo. Pareciera que se lamentan de no ver muertos tirados en la calle...
Cristian stuardo | 30.05.2020
Que titulos académicos poseen los autores,de esta columna?
Marti | 27.05.2020
Y pensar que muchas opiniones hablaron de que este equipo de científicos era alarmista, sembrando el terror, zurdo, amarillo, etc. Lo que está ocurriendo ahora es precisamente lo que proyectaba que podría pasar si no se tomaban buenas decisiones. Tanto weon creyéndose inteligente, criticando si saber, o sabiendo; hay que integrar las distintas disciplinas en el análisis de un fenómeno tan complejo como una pandemia. Pero es tan miope el gobierno y muchas opiniones que todo lo distinto se desecha. Lo que ocurre es una tragedia y hay que tomarle el peso.
cesar | 26.05.2020
fisicos y psicologos dandoselas de epidemiologos... un asco de articulo con conclusiones ideologizadas mostrando que el zurderio no tiene reparos en mentir.
Franco | 26.05.2020
El artículo es bueno en cuanto hace hincapié en el cuidado del manejo de las cifras, la cual es preocupante. Eso sí, se va al carajo cuando utiliza indistintamente los coneptos de mortalidad y letalidad, sobretodo en el apartado "conclusiones".
Susana Zamora | 25.05.2020 | Socio/a 2 años y 2 meses
Leo los comentarios y veo q no entienden nada, parece que son comentarios amarillistas pq defienden lo indefendible....
No les parece raro que Chile con el peor sistema de salud del mundo mundial tenga cifras tan pero tan bajas de fallecidos que en comparación a no a región o al resto de los países de otras regiones?
Dos dedos de frente para entender no más pues.
Además este análisis lo pueden hacer los estadísticos y entendidos en esto y no necesariamente epidemiologos.
La letalidad no muestra la realidad de la pandemia.
hector barrera | 24.05.2020
Primera vez que leo un articulo tan malo en ciper, espero que no se vuelva a repetir
Felipe | 24.05.2020
Leí el artículo completo, se nota lo forzado que está para intentar dilucidar un mal manejo de la pandemia. Como profesional de salud puedo testificar el bajo manejo informativo e interpretativo de los datos. No seria tan malo si sólo no aportara en nada, el problema es que desinforma a la población. Por favor ciper citar a expertos en los próximos artículos y no a payasos con tintes políticos.
pedro | 21.05.2020
La oposición se alegraría si aumentara la cifra de muertos, así tendría mayores argumentos para seguir atacando al gobierno.
Iván M | 20.05.2020
Es una pena dárse cuenta que este extenso reportaje a las cifras del covid-19 en Chile no es más que otro insidioso y antojadizo ataque.
Cuando nos transformados en un país tan cínico?
Dejamos de valorar todo y a todos, se busca la quinta pata al gato hasta por las dudas.
Si existe una baja letalidad, bendito sea!
Cuando se refieren con tanta libertad a que cada cifra tiene un " rostro", esto no aplica solamente a Chile, si no a cada familia en el mundo que sufre con esta pandemia.
Pareciese que fuera una molestia para quien escribe este artículo que nos comparemos con "países que no tuvieron la,oportunidad de tomar medidas oportunas" para frenar el contagio, cómo si desde ese tiempo a esta parte las precauciones se hubieran modificado, la receta secreta
sigue siendo la misma: higiene y distanciamiento.
De una vez, como país y como sociedad dejemos de hacernos daño y reconozcamos nuestras fortalezas mas que nuestras debilidades, si seguimos así vamos a terminar con la misma frase que se repite de funeral en funeral...
"Tan bueno que era el finado".
Enrique | 20.05.2020
Lo cierto es que los resultados de las políticas preventivas que lograron hacer los países que tuvieron más tiempo para prepararse, se deben analizar pasado él o los peacks de las pandemias.
Las cifras entre países son difícilmente comparables ya sea por las fechas en que comienzan, fecha de cierre de fronteras, capacidad hospitalaria para no dejar a ningún paciente que lo requiera abandonado a su suerte, si hacen cuarentenas dinámicas o totales, de las fechas en que ellas comienzan a regir, de la cantidad de test por habitantes etc Sin embargo, creo que la meseta en que estuvo Chile por largas semanas, con pocos fallecidos, fue una de las principales causas de la relajación de las medidas de seguridad. Eso de tomarse cafecitos entre amigos, guardando las distancias y normas sanitarias, cuando en los hechos, no había ningún lugar donde hacerlo, fue usado con liviandad por la oposición para atacar el Gobierno y contribuyó también a dicho relajo. La consistencia diaria de los mensajes del Gobierno y de todos los medios de comunicaciones, era quedarse en casa y respetar las normas sanitarias y que se repetían incansable cada diez o quince minutos tanto en TV abierta como en canales por cable.
Los enfoque de izquierda casi siempre desestiman el factor socioeconómico de esta pandemia y este artículo lo soslaya olímpicamente. Lo cierto es que los costos socioeconómico de esta pandemia no la está sufriendo ningún funcionario del aparataje estatal, sean del Ejecutivo, Legislativo y el Judicial, de todas las empresas públicas y reparticiones autónomas del Estado, que siguen recibiendo el cien por ciento de sus salarios y no observamos una pizca de solidaridad para sacrificar parte de sus ingresos en beneficio de los trabajadores del sector privado, sean profesionales, independientes, dueños de pymes, mini pymes, vendedores que reciben buena parte de sus ingresos en comisiones y propinas, trabajadores informales y que lo único que quiere es empezar a trabajar lo antes posible pero respetando todos los protocolos y medidas sanitarias legales. Y así y todo muchos chilenos que quieren más estado, cuando los funcionarios estatales se sirven primero a ellos que a todos los chilenos, como es su deber. EL COSTO DE ESTA PANDEMIA LA ESTÃN PAGANDO SÓLO LOS PRIVADOS, SEAN INDEPENDIENTES O ASALARIADOS. ESTA VERDAD SE OCULTA O SE CALLA SISTEMÃTICAMENTE. Y CUANDO SE HABLA DE CUARENTENAS OBLIGATORIAS, SALEN A RELUCIR SÓLO LOS PROBLEMAS SOCIALES, PSICOLÓGICOS Y HAMBRUNAS, MÃS NO LOS COSTOS ECONÓMICOS QUE PROVOCAN.
Este Gobierno, como todos en el mundo, tratan de conjugar la máxima actividad económica, con la ética de no dejar a ninguno de sus ciudadanos que requieran asistencia médica a causas del Convid, sin la atención requerida. Trazar dicha línea sin equivocarse cuando no hay manual, tutorial o reglas conocidas en una triple crisis sanitaria, social y económica es tremendamente complejo y se pueden cometer errores. Lo importante es advertirlos y corregirlos a tiempo.
Las cifras de fallecidos por millón de habitantes y que hasta ahora, todos los contagiados que han requerido internación hospitalaria la hayan obtenido sin discriminaciones, habla bien de la adecuada preparación del MINSAL y del Gobierno que ha conjurado la hecatombe sanitaria casi desde el inicio de la pandemia han presagiado la izquierda y ultra izquierda.
Todo indica que habrá que seguir trasladando a los menos graves a provincias, que habrá que seguir aumentando la disponibilidad da camas UCI y ventiladores en el sector público y que no sea necesario que el MINSAL tenga que imponerle a las clínicas privadas, que dupliquen dicha capacidad en un plazo predeterminado, algo que debieran haber ofrecido, mucho antes de llegar al peack de esta pandemia. Mucho de los pacientes atendidos "gratuitamente" en el sector público y con planes de ISAPRES, debieran haber sido en su gran mayoría, atendidos en clínicas privadas. Ellas le han hecho un flaco favor al Ministro Mañalich, que ha sido Director de una de ellas.
POR OTRA PARTE, SI SE CONFIRMA QUE NO HAY INMUNIDAD Y QUE CERCA DEL 60 AL 70% NOS VAMOS A CONTAGIAR EN LA PRIMERA OLA DE ESTA PANDEMIA Y SI NO HAY VACUNA O ANTIGRIPALES EFECTIVOS, LA CONTENCIÓN TEMPRANA DE LA PANDEMIA ESTA DEJANDO CASI AL 100% DE SUS HABITANTES EXPUESTOS A CONTRAER EL VIRUS. DESDE ESTE PUNTO DE VISTA, NO VEO LA VENTAJA DE ELLO Y SI ADEMÃS, SE TIENEN TODOS LOS RECURSOS PARA LAS ATENCIONES MÉDICAS REQUERIDAS. HAY PAÃŒSES MUCHOS PAÃSES QUE NO HAN COPADO SU CAPACIDAD MÉDICA.
YA SE HABLA DE DOS O TRES VACUNAS EN APLICACIÓN EXPERIMENTAL. (LA DEL REINO UNIDO NO CUMPLE LAS NORMAS DE LA OMS) Y DIFÃCILMENTE ESTARÃN DISPONIBLES PARA SIETE MIL MILLONES DE HABITANTES ANTES DE UN AÑO MÃS.
La cifras dan para todo y tomar cifras parcialmente, para afirmar o desmentir hipótesis, no tiene sentido cuando estamos entrando en la etapa crítica de la pandemia.
La pobreza y extrema pobreza, por sí solas, causan millones de vidas humanas y tienen el agravante de no tener cómo y con qué medios, contener la pandemia. Ya se están viendo en muchos paìses protestas para terminar con cuarentenas obligatorias. Muchos de estos manifestantes, que han tomado las medidas de seguridad requeridas, están dispuesto a correr el riesgo de contagio y de vida, antes que ver a sus países empobreciéndose día a día.
Andrea Miranda | 19.05.2020
Es tan ingrato leer a tanta gente autocentrada y miope que no alcanza a ver que entre más datos de distintas disciplinas existan para aportar al análisis, más posibilidades hay de tomar decisiones acertadas. Mucha gente baja el perfil a la gravedad de la pandemia y no sé si es desde la soberbia o la negación. Este equipo está lejos de querer tener la verdad; es una mirada más.
Armando | 19.05.2020
Los errores estadísticos invalidan este estudio por completo. Llega a la conclusión que busca probar sin ningún fundamento.
redada | 19.05.2020
Tampoco se tiene en cuenta la pirámide poblacional, en un día normal en Chile mueren tantos mayores y personas en general, como en España, con 4 veces más población (una mortalidad general 4 veces mayor). España es el segundo país del mundo en longevidad y por tanto tiene muchos mayores suceptibles al covid. La población mayor de 80, 90 e incluso 100 años es extensa. En Chile la gente no llega a tan mayor, murieron antes de llegar a posible muerte por covid.
Francisco Vera Ibacache | 19.05.2020
Me parece errado todo vuestro estudio, la problemática de los fallecidos es mas simple de lo que tu o ustedes pretenden demostrar. No faltan las personas que hablan como grandes expertos o estudiosos y están muy lejos de ello.
En ninguna parte de tu "gran" análisis hablas de que existe una estadística de muertos y nacidos en Chile cada año (sin coronavirus), con solo ese dato tu análisis se va a tierra, pues bien esa estadística de muertos por día es un número relativamente estable los últimos años, suma y resta mi estadístico nada más, ve que hay maneras más sencillas de llegar al resultado correcto.
Saludos.
Marco Bravo | 18.05.2020
La OMS cuenta muertos así.
Se pasan pa cuentearse entre ustedes.
Vayan a tomar un baño grande de políticas públicas y de manejo de pandemia.
Fernando Alvarez | 18.05.2020
Este artículo dice un montón de información que se maneja de la misma forma a nivel mundial pero siempre colocando a Chile como que lo hace mal o diferente. Crea dudas a propósito, siembra la desconfianza distorsionando las cosas y con apoyos estadísticos amañados para darle "validez" a su mensaje. Es bastante desagradable y grave cer que periodistas o medios de comunicación busquen formas de crear terror, forma de no reconocer que Chile es un país que está haciendo las cosas bien y sobretodo da dolor ver que existen chilenos que odian y denigran a su país. Deplorable y sobretodo muy triste vez que la búsqueda del poder, puede estar por encima de cualquier ética.
Pedropeter | 18.05.2020
El día que dejen de analizar datos, desde un punto ideológico, comenzare a creer en ustedes. Pragmatismo, es lo que falta en chile.
| 18.05.2020
Siempre que, escucho al MInistro de salud me pregunto cual es el sentido de comparación con otros países, nuestra geografía es diferente, somos un país subdesarrollado, tenemos muchos elementos de acinamiento en la población más desválida , estoy completamente de acuerdo con lo qué leí en este artículo, hay decisiones tardías que se van a a reflejar en este periodo.
david | 17.05.2020
Muy buena la nota, aunque demasiado autocritica. En el pais vecino argentina, tenemos la misma cifra de muertos practicamente y con los antecedentes de populismo mentiroso con las cifras de inflacion o pobreza, no cabe duda de que la falta de testeos o la focalizacion de los mismos en distritos opositores es dirigida y miserable. Los muertos son mas dificiles de ocultar.
rosa | 17.05.2020
Este articulo padece de varios errores estadisticos. Le busca los cinco pies al gato. La manera incontrovertible de establecer el efecto real del covid19 es determinar el incremento de la mortalidad TOTAL en Chile. Aqui mueren alrededor de 280 personas diarias por todas las causas (+ o - 105.000 al anuales). Solo la informacion del incremento en la mortalidad diaria es esencial para detrminar el efecto del covid19
Rodrigo | 17.05.2020
Se agradecen las gráficas.
Ni un aporte significativo en cuanto a interpretaciones de los datos global. Ni siquiera una intención de hacerlo.
Las conclusiones pésimas.
Cristian | 17.05.2020
Nadie puede celebrar que tengamos un tasa alta mortalidad, cada vida cuenta, pero otra cosa es la irresponsabilidad, la soberbia, la manipulación y la negligencia,, todos valores que este.gobierno cultiva, exigimos políticas públicas sin proselitismo político y por sobre todo verdad.
Jorge Figueroa | 17.05.2020
Los autores (físicos, psicologo y geologo) se autodefinen como "aquellos que estudiamos los indicadores de salud" lo cual no es efectivo, no son epidemiólogos expertos, y no entiendo los "pitutos" que tienen en CIPER para persistir con una serie de publicaciones que, por su desconocimiento de los aspectos biológicos y epidemiológicos de la pandemia, crean alarma publica, son destructivas y no aportan absolutamente nada novedoso, pues todo el mundo sabe que esta pandemia podría en el peor escenario, cuasi exterminar a la humanidad. Comparar la pandemia con un tren de carga no es una comparación felíz, pues si logramos "frenar el tren", el virus seguirá con nosotros en los vagones, detenidos o en movimiento. Si se insiste en utilizar la imagen del "tren de carga en movimiento", lo que correspondería NO es detener el tren ¿por cuanto tiempo?, sino que bajar a los pasajeros contagiados en las distintas estaciones, para ubicarlos en estaciones cuarentenarias, donde se recuperen u hospitalizen. En fin, entreguen espacios a médicos especialistas, pues los argumentos de estos "profesionales" no expertos, confunden, no contribuyen a un buen anímo colectivo, y deprimen más aún a la ciudadanía. Grcias!
Socio/a 2 años y 2 meses
