Muerte de joven se suma a irregularidades y denuncias contra Crystal Lagoon
La nube negra que cubre a San Alfonso del Mar
15.01.2013
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Muerte de joven se suma a irregularidades y denuncias contra Crystal Lagoon
15.01.2013
Nadie sabía dónde estaba Cristóbal Venegas. Hacía ya bastante rato que les había dicho a sus padres que iría a nadar con su equipo de buceo, pero demoraba mucho más de la cuenta. Su madre se preocupó. No respondía cuando gritaba su nombre. Tampoco contestaba su celular. Algo andaba mal. Estaba por anochecer, así que la mujer salió a buscarlo. Algunos funcionarios del condominio se le sumaron en el rastreo. No debía estar tan lejos. San Alfonso del Mar, el complejo turístico ubicado en Algarrobo norte donde Cristóbal veraneaba con su familia, es grande, más bien enorme, pero no lo suficiente como para que un joven de 14 años se pierda.
Pasadas las 20:30 del domingo 13 de enero de 2013, la madre de Cristóbal se angustió. Minutos después, ya era desesperación. Uno de los conserjes lo vio. Algo oscuro flotaba en una de las piscinas cristalinas que están pegadas a la gran laguna artificial de agua salada que hasta hace poco era la piscina más grande del mundo. Se acercaron. Cristóbal estaba bajo el agua con su brazo atascado en el filtro. Los gritos de la madre se volvieron desgarradores.
Algunos cocineros de uno de los tres restaurantes del condominio dejaron sus puestos de trabajo para ver qué sucedía. Se produjo una aglomeración alrededor de la piscina mientras más de una decena de personas se metía al agua para intentar sacarlo. Además de los cocineros y conserjes había guardias de seguridad y turistas. ¿Salvavidas? Ninguno. Tampoco alguien que supiera cómo detener el filtro. Por eso no podían sacarlo. La succión era demasiado fuerte. “Más que en cualquier otra piscina”, diría a CIPER uno de los hombres que se tiró al agua. La madre seguía gritando, sin consuelo. Sobre todo cuando alguien en la desesperación propuso cortarle a Cristóbal el brazo para poder sacarlo.
Entonces a alguien se le ocurrió tomar una bolla, cortar la cuerda y amarrarla a la cintura del joven. Dicen que fue uno de los cocineros. Lo hicieron. Se requirió de la fuerza de 10 personas tirando de la cuerda para poder destrabarle el brazo del filtro de la piscina. Así fue que lograron que saliera a flote. Pero nadie de los que estaban allí sabía algo de primeros auxilios. La mujer pedía a gritos que le trajeran oxígeno a su hijo. No había en ninguna parte. Después llegaría una ambulancia, además de personal de Carabineros y Bomberos. Pero era tarde. Cuando sacaron a Cristóbal Venegas del agua, ya había fallecido.
La mayoría de los medios de comunicación llevaron en sus ediciones del día siguiente la noticia de la muerte de Cristóbal. Ese mismo lunes 14 de enero, un equipo de la Policía de Investigaciones (PDI) llegó por orden de la Fiscalía de San Antonio a investigar qué había sucedido. Sus primeros peritajes arrojaron que el filtro que se comió el brazo del joven no tenía la rejilla de seguridad que le exige la normativa. Según varios vecinos consultados por los policías, llevaba días fuera de su lugar. Los detectives la encontraron a dos metros de donde debía estar puesta y funcionando.
La administración de San Alfonso del Mar emitió durante esa misma tarde un comunicado donde se desliga de cualquier responsabilidad en el accidente. El documento dice que el chico jamás debió estar en la piscina porque la señalética del condominio indica que sólo puede ser utilizada entre las 9:00 y las 19:00, cuando hay servicio de salvavidas. Que incluso un guardia le dijo que no podía meterse a bucear y que aún así lo hizo. También que la piscina donde Cristóbal murió ahogado no es de su dependencia, sino “una piscina privada independiente perteneciente a la comunidad de coproprietarios del Edificio Timonel”, uno de los 11 que componen el complejo inmobiliario. Que es una piscina normal, porque a diferencia de la enorme laguna artificial que ha hecho a San Alfonso del Mar y su creador, Fernando Fischman, famosos a nivel mundial, “no utiliza la tecnología Crystal Lagoons”.
Cristóbal murió sólo unos días antes de que CIPER terminara una investigación de meses sobre las graves irregularidades que pesan sobre los proyectos de Fischman y sus empresas en la comuna de Algarrobo. Uno de los datos que esa investigación revelaría era lo que el seremi de Salud de Valparaíso, Jaime Jamett, dijo en una entrevista la mañana siguiente al accidente: “Hay que destacar que nueve de estas piscinas están con sumarios sanitarios debido a que no cumplen rigurosamente lo establecido en el decreto supremo 209 del año 2002, que establece condiciones específicas de higiene y seguridad de las piscinas en condominios”.
Pero los problemas que enfrenta Fischman son mucho más profundos que lo indicado por el seremi. Tanto que ponen en duda la legalidad de la construcción de San Alfonso del Mar desde sus inicios. Porque jamás cumplió con los acuerdos a los que se comprometió con la Municipalidad de Algarrobo para obtener los permisos para construir el enorme resort en un terreno que, cuando lo compró, era de uso agrícola. Y si ese espacio dejó de ser agrícola, fue porque él mismo se certificó la factibilidad de instalar redes de agua potable y alcantarillado a través de una empresa sanitaria de papel (Empresa de Agua Potable Algarrobo S.A.).
A eso se suma que nunca haya sometido sus proyectos al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), que sus enormes lagunas no tengan permiso de construcción o que haya hecho un negocio de más de $4.460 millones con departamentos construidos ilegalmente en San Alfonso del Mar. Las anomalías que CIPER detectó no sólo involucran a las empresas de Fischman, sino que también salpican a autoridades de la municipalidad de Algarrobo y la Quinta Región. Algunas de ellas están siendo investigadas por la Contraloría y el Ministerio Público.
La investigación comenzó cuando CIPER se reunió con Luis Lagos, un hombre que vive en una pequeña casa que colinda con el segundo gran proyecto de Fischman en Algarrobo: el condominio Laguna Vista, que cuenta con alrededor de 1.200 departamentos. Él alegaba que el agua de la enorme laguna artificial de ese complejo se había filtrado a las napas subterráneas, contaminando el agua de su pozo y los de sus vecinos. Investigamos su denuncia y comprobamos que no se trataba sólo de unos litros de agua derramada. A las irregularidades ya mencionadas, se suman otras que podrían significar la anulación de las patentes de invención que han consolidado a Fernando Fischman como un reconocido emprendedor a nivel mundial, su capital más preciado. La muerte de Cristóbal Venegas es sólo la última de las manchas que enturbian las lagunas de agua cristalina más grandes del planeta.
Luis Lagos creía saberlo todo sobre pozos y norias. Desde hace más de 30 años se dedica a buscar napas subterráneas y hacer los hoyos para obtener agua potable en zonas rurales. Junto a su socio ha recorrido toda la Quinta Región por su oficio, y sólo en Algarrobo, cuentan con más de 30 pozos a su haber. Aunque en los últimos años su trabajo ya no es tan demandado, aún se encargan de la mantención de varios de los que han excavado. Los llaman para profundizar la napa o para mantenerlos limpios. Incluso en su casa Luis tiene un pozo que abastecía a su familia de agua pura. Y fue precisamente ese, el suyo, el que puso en jaque todos sus conocimientos sobre la materia. Lo que vio aquella mañana de diciembre del 2008, nunca antes lo había visto: a aproximadamente 800 metros del mar y en medio de un cerro, su pozo se desbordaba no con agua dulce, sino con agua salada.
-Toda mi vida bebí de este pozo, pero unos días antes de la Navidad del 2008 el gusto del agua cambió. Lo dejamos reposar hasta que una mañana vi que salía agua marrón con espuma. No era agua dulce. Fui a ver qué pasaba con los pozos de los vecinos. Lo mismo. Era evidente que era una filtración que venía de la piscina –cuenta Luis.
La piscina a la que se refiere Lagos es enorme: una laguna artificial que pertenece a la empresa Crystal Lagoon S.A. y que fue construida en el condominio Laguna Vista, un enorme proyecto inmobiliario ubicado en el sector Aguas Marinas, en la parte alta de Algarrobo. Es una de las cinco que se han construido en el país con la tecnología desarrollada por el bioquímico y empresario chileno Fernando Fischman: un sistema inscrito y reconocido mundialmente bajo la denominación Crystal Lagoons.
Su primera experiencia fue en la misma comuna, con San Alfonso del Mar. Y fue todo un éxito. El proyecto le significó a Fischman no sólo consolidarse como el gestor de uno de los resorts más grandes del país, sino también el ingreso en 2007 al Libro de los Récord Guinness por haber construido la piscina más grande del mundo: 1.013 metros de largo, 8 hectáreas de superficie y un volumen de 250.000 m³ de agua de mar. El sistema para mantener cuerpos de agua que desarrolló Fischman en Chile hoy se encuentra patentado en 160 países y su empresa cuenta con 200 proyectos en diferentes etapas de desarrollo en 50 de ellos. En Egipto acaba de inaugurar una piscina que superó su propio récord: 12 hectáreas, además de 10 lagunas gigantes que en total, al culminar el proyecto, sumarán 100 hectáreas de agua en medio del desierto.
La piscina de Laguna Vista, con una superficie aproximada de 6.000 m², es considerablemente más pequeña. Está justo a media cuadra de la casa de Luis Lagos, un artesano que incursionó en el oficio de los pozos cuando a los 19 años se juntó con “el Chico Melo”, un amigo al que su tío le enseñó a buscar napas de agua con varillas, para hacer un pozo en la parcela donde Luis trabajaba. Desde entonces han pasado más de tres décadas y en todo ese tiempo nunca vio que un pozo de agua dulce se contaminara con agua salada. Hasta que le ocurrió a su pozo y los de sus vecinos a fines de 2008.
-Fui a reclamar y vinieron dos personas de la constructora EBCO a ver mi pozo. Ellos confirmaron que efectivamente era agua de la piscina que estaba filtrando por algún lado. Dijeron que investigarían cómo y por qué había pasado. Les dije que si bien yo estaba conectado a la red de agua potable, al igual que la mayoría de los vecinos del sector, siempre habíamos bebido agua del pozo, ya que el agua que provee ESVAL aquí es muy cara. Sacaron muestras del agua y se las llevaron. Después volvieron y vaciaron el pozo por completo para rellenarlo con agua dulce y potable. Pero ya el agua no era la misma y nunca más volvió a serlo. Los pozos en esta zona murieron –dice Luis.
Según la normativa vigente, el agua potable no puede superar los 400 milígramos de cloruros por litro. ESVAL analizó las aguas subterráneas próximas a Laguna Vista en enero de 2009 y detectó niveles de cloruro que superaban hasta 27 veces lo permitido. Era la prueba de que la contaminación provenía de aguas tratadas, como las de la laguna artificial del condominio. Algunos trabajadores dijeron a CIPER que la piscina se había roto en tres partes. La versión oficial de EBCO, la empresa constructora encargada de Laguna Vista y de varios de los proyectos de los Fischman en Chile, fue que la tubería que llevaba el agua desde el mar se dañó justo donde se une con la piscina.
A Luis y los demás vecinos afectados, EBCO les ofreció en mayo de 2009 una indemnización de $200 mil por daños. A cambio, los hicieron firmar un documento con varios compromisos. Por su parte, la empresa reconocía “la rotura de una de las tuberías transportadoras de agua de mar” y se comprometía a revisar el estado de los pozos una vez por semana y a pagarles las cuentas del agua hasta que el problema se solucionara por completo. Pero los vecinos dicen que no fue así. Alegan que hubo veces en que los representantes de la empresa fueron a Carabineros y dejaron constancia de que habían llegado a las casas y que no les permitieron entrar, aunque ni siquiera se habían aparecido por sus domicilios. Según Luis, lo hacían para cubrirse en caso de que los vecinos decidieran presentar alguna demanda, diciendo que no les dejaban reparar el daño. EBCO asegura que efectivamente, en muchas oportunidades, los vecinos les negaron el ingreso a sus propiedades.
Otro de los compromisos incluidos en el documento decía que los vecinos no podrían acudir a la prensa ni dar entrevistas sobre el tema. Todos ellos lo firmaron. Pero ante el incumplimiento de los compromisos por parte de la empresa, los vecinos se sintieron liberados. “Después de más de 40 años bebiendo agua de mi pozo, tuve que dejar de hacerlo. El problema jamás se solucionó”, cuenta Luis.
Desde entonces, se desató la guerra que ha ido en escalada y que hoy tiene enfrentados a vecinos de las casas colindantes al condominio Laguna Vista con las empresas relacionadas a los proyectos de Fernando Fischman. Un conflicto que está entrando en una etapa clave, con la balanza inclinada en contra del empresario. Porque las irregularidades que CIPER detectó datan de los ’90, cuando recién se empezaba a gestar San Alfonso del Mar, el proyecto que Fischman convirtió en la primera piedra de un millonario negocio que hoy expande por el mundo.
A comienzos de los ‘90, donde hoy se encuentra San Alfonso del Mar, en Algarrobo norte, no había más que un terreno abandonado entre dos humedales junto al mar. Gran parte de ese espacio era un basural. Nadie imaginaba entonces que allí se alzaría uno de los proyectos inmobiliarios y turísticos más ambiciosos del país. Nadie, excepto los hermanos Fernando y Myriam Fischman Torres.
El 3 de abril de 1992, los hermanos Fischman adquirieron por medio de Inmobiliaria El Plomo Ltda. un terreno de 84 hectáreas que hasta ese momento estaba inutilizado. Lo compraron en un remate al contado por apenas $101.846.760, unas 12.040 UF de la época. Como según el Plan Regulador de la comuna correspondía a un terreno de uso agrícola, no se podía urbanizar. Si querían construir ahí, tenían que conseguir primero que se modificara el Plan y así cambiar el uso del suelo.
El siguiente paso de los Fischman fue presentar al Gobierno Regional y al municipio de Algarrobo su Plan Seccional Costa Dorada, un documento de 48 páginas mediante el cual Inmobiliaria el Plomo solicitaba la autorización para urbanizar el terreno adquirido. En el texto, los hermanos Fischman argumentaron que su proyecto definiría nuevas áreas para satisfacer la creciente demanda de infraestructura turística en la comuna; aportaría nuevas áreas de equipamiento comunal; incorporaría terrenos agrícolas sin uso a la zona urbana de Algarrobo; y evitarían la subdivisión del terreno en lotes de 5.000 m². Además indicaron que incrementarían la infraestructura para deportes náuticos, incorporarían al área urbana un sector de gran belleza natural hasta el momento desaprovechado, habilitarían nuevas áreas de playa y consolidarían un sector de la comuna que para entonces servía sólo como un botadero de basura no controlado.
Después de dos años, una excelente asesoría judicial e innumerables reuniones con los diferentes estamentos del Gobierno Regional y municipal, la sociedad inmobiliaria logró la aprobación del seccional y así cambiar el uso de suelo de agrícola a urbano. Eso ocurrió el 10 de octubre de 1994. La espera bien le valió la pena a los hermanos Fischman: año y medio después, el 2 de febrero de 1996, su inmobiliaria vendió cinco parcelas del terreno (el 3,6% de las 84 hectáreas iniciales) por $1.126.745.557, más de diez veces el valor que habían pagado en 1992 por todo el paño. En ese espacio hoy se levanta el condominio Altos de San Alfonso, cuyos propietarios se han enfrentado judicialmente con los dueños de San Alfonso del Mar.Desde que Fischman compró el terreno en 1992, pasando por el uso de cambio de suelo hasta la construcción de sus resort, se han ido acumulando denuncias e irregularidades que a 20 años de que comenzara a gestarse el proyecto, cuestionan su legalidad. Para el constructor civil y vecino de Algarrobo Alexander Klein, proyectos como San Alfonso del Mar y Laguna Vista son “islas de lujo: puertas para adentro son una maravilla, pero hacia afuera la historia es otra”. Klein asegura que el Seccional Costa Dorada nunca debió aprobarse: “Uno de los puntos iniciales y más importantes para solicitar la construcción de cualquier urbanización fuera del área urbana es la factibilidad de agua potable y alcantarillado. Y ésta se la concedió una empresa de papel que ellos mismos crearon”.
La empresa a la que Klein se refiere es Empresa de Agua Potable Algarrobo S.A., sociedad que los hermanos Fischman Torres constituyeron con un capital de $10 millones el 16 de octubre de 1992, sólo seis meses después de haber adquirido el terreno de uso agrícola. El informe que certifica la factibilidad de proveer al proyecto San Alfonso del Mar de una red de agua potable y alcantarillado fue emitido por esta empresa y anexado al Seccional Costa Dorada.
Según la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones (OGUC), “todo proyecto relacionado con la construcción, reparación, modificación y ampliación de cualquier obra pública o particular, destinada a la provisión o purificación de agua potable para el consumo humano, quedará sometido a lo dispuesto en el Código Sanitario y sus reglamentos”. Klein solicitó el pasado 3 de septiembre a la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) qué registros y qué información tenían de la empresa sanitaria de los Fischman. El mail que recibió casi un mes después dice que la sociedad “no se registra como concesionaria de servicios públicos sanitarios de agua potable y alcantarillado”. En otras palabras, que en esa repartición no existe ningún registro de la empresa.
-¿Cómo es posible entonces que ellos hayan dado la factibilidad de agua potable y alcantarillado en 1994 para el Seccional Costa Dorada? –se pregunta Klein.
CIPER consultó a Inmobiliaria El Plomo sobre ese punto, y la respuesta fue que justo cuando habían terminado el seccional, ESVAL apareció en la zona para habilitar su propia red de agua potable y alcantarillado, como lo establece un decreto del Ministerio de Obras Públicas fechado el 13 de febrero de 1998 que extiende su zona de concesión al proyecto San Alfonso del Mar. Por eso, en vez de continuar con su propia empresa sanitaria, decidieron conectarse a la red de ESVAL.
La Empresa de Agua Potable Algarrobo, que tiene derechos de agua superficiales, sigue existiendo: mantiene un contrato con la administración de Laguna Vista, el segundo resort de las empresas de Fischman, mediante el cual le arrienda el aprovechamiento de aguas para el riego de sus áreas verdes. De acuerdo a la información disponible en el Servicio de Impuestos Internos (SII), 2010 fue el último año que Agua Potable Algarrobo timbró documentos de “contabilidad en hojas sueltas”.
Cuando Jorge Pizarro (RN) asumió su primer período como alcalde de Algarrobo en 1996, la modificación que autorizaba a los Fischman para urbanizar su extenso terreno estaba concedida. El Gobierno Regional ya había incorporado ese terreno al mapa urbano de la comuna y el proyecto San Alfonso del Mar ya estaba contemplado en los planes. En todo caso, recién se hizo oficial el 5 de agosto de 1998, cuando el Concejo Municipal de Algarrobo aprobó un nuevo Plan Regulador, el mismo que sigue vigente en la actualidad.
Además de incorporar definitivamente el Seccional Costa Dorada, la norma incluye otras importantes modificaciones que tenían relación con el proyecto inmobiliario de los Fischman.
Hasta antes de que se aprobara el Plan, las siete quebradas naturales que cruzan Algarrobo de norte a sur estaban protegidas por ser áreas verdes. Entre ellas estaban las dos que funcionan como límites de la comuna: la quebrada Las Petras, por el sur; y la quebrada del Estero Casa Blanca, por el norte. Según Pizarro, eran zonas “intocables”. Pero las autoridades municipales pasaron por encima de ese estatus para favorecer la accesibilidad de San Alfonso del Mar.
-La idea era permitir un acceso más directo a la carretera F-90 que une Algarrobo con Casablanca –dice Pizarro–, sin tener que pasar por los dos accesos que tiene la comuna actualmente. Esto debido a la complejidad de trasladarse de norte a sur, porque tenemos una pura calle. Así quedó establecido en el Plan Regulador de 1998. No es casualidad entonces que en la quebrada de La Finca se haya permitido una intervención por un crecimiento urbano dentro de la misma. Las otras siguen siendo áreas verdes.
Así, la quebrada de La Finca, ubicada entre San Alfonso del Mar y Laguna Vista, pudo ser intervenida. Se le cambió el uso del suelo y se marcó una franja vial en compensación para entregar al condominio de los Fischman un grado de salida más efectivo sin comprometer el casco antiguo de la comuna. El objetivo era evitar que, cuando el proyecto estuviera terminado, tuviera un impacto fuerte en el tráfico, como terminó ocurriendo.
La modificación, asegura Pizarro, fue uno de los compromisos que asumió el municipio para ayudar a que el proyecto saliera adelante sin contrapesos, ya que significaba un considerable aumento en el nivel de inversión en la comuna. Pero el mismo Pizarro cuenta que los Fischman no cumplieron su parte del acuerdo, sobre todo en lo que tiene relación con los compromisos de mitigación vial.
Actualmente, San Alfonso del Mar genera un tremendo impacto en la calidad de vida de toda la comuna: su puesta en marcha ha significado un aumento explosivo en el flujo de visitantes. Como nunca se implementó el nuevo acceso contemplado en el Plan Regulador, todas las personas que van al enorme condominio de 1.800 departamentos siguen usando el camino por el casco antiguo de Algarrobo. Como las vías de acceso son las mismas que hace 50 años, el impacto vial ha resultado en un colapso total de las vías en temporada alta. Así lo vivieron quienes estaban en la zona el 27 de febrero de 2010, cuando debieron escapar hacia la parte alta después del terremoto.
-Hace unos seis o siete meses, cuando se iba a entregar el último edificio del segundo proyecto (Laguna Vista), intenté hablar con Fernando Fischman, pero no tuve respuesta –cuenta el ahora ex alcalde Pizarro–. No se apersonó nunca en el municipio para poner la cara. Él adquirió compromisos con la comuna para poder otorgar un crecimiento vial adecuado. Una vez le dije que tenía que cumplir esos compromisos para no matar la gallinita de los huevos de oro, porque se iba a deteriorar la calidad de vida y todo se iba a echar a perder. Fischman me dijo en una ocasión: “Déjame crecer y yo me comprometo a hacer todo lo que nos comprometimos”.
Fischman desmintió a CIPER haber suscrito ese compromiso con Pizarro.
Pizarro reitera su acusación y va más allá: reconoció que, si existen irregularidades en la construcción de San Alfonso del Mar, gran parte de la responsabilidad recae en la municipalidad que él dirigió en los períodos 1996-2000 y 2009-2012: “Hago un mea culpa, porque hay responsabilidad de la Dirección de Obras, que es el área técnica que maneja el tema en la municipalidad. Desgraciadamente no cumplió el objetivo de fiscalización. Un informe de la Contraloría Regional de Valparaíso dice que los dos últimos edificios no cumplen con los requisitos establecidos, que no deberían haber sido construidos. Como eso se descubrió cuando los departamentos ya estaban vendidos y había terceros involucrados, se dejó pasar”.
Hipólito Aravena, ex concejal (DC) de Algarrobo entre 2004 y 2008, fue uno de los primeros en enfrentar a Inmobiliaria El Plomo por supuestas irregularidades en la construcción de San Alfonso del Mar. Según él mismo contó a CIPER, su denuncia ante la Contraloría le costó el cargo y una contrademanda de indemnización por perjuicio en el Juzgado de Letras de Casablanca. Los hermanos Fischman le pedían $22.700 millones.
-Fui uno de los primeros en denunciar que la empresa estaba incumpliendo las normativas legales de construcción. Denuncié que habían construido más de mil departamentos sin someterse al impacto vial, y que incluso los dos últimos edificios construidos se salían de la autorización que tenían para hacerlos de 14 pisos. Esas torres tienen 18 –cuenta Aravena.
Según el ex concejal, cuando preguntó en la Dirección de Obras de Algarrobo, el director de la época, Alejandro Navarrete, le respondió que se les había autorizado el aumento de pisos porque se habían acogido a la figura de Conjunto Armónico que contempla la Ley General de Urbanismo y Construcciones. Eso les permitía construir hasta un 25% más alto. Algo que jamás hubieran podido hacer si se hubiera considerado el proyecto completo y no por etapas. Fue entonces que Aravena ingresó una denuncia a la Contraloría. Era mayo de 2008. El órgano fiscalizador tardó más de año y medio en investigar.
El informe que emitió la Contraloría el 3 de noviembre de 2009, dice que las obras no cumplieron lo establecido en el Seccional Costa Dorada, pasando por alto la prohibición de edificar por sobre los 14 pisos de altura en la construcción de su Edificio Crucero, uno de los 11 que forman parte del complejo San Alfonso del Mar. El documento dice: “La Municipalidad de Algarrobo no se ajustó a derecho al otorgarle la calidad de Conjunto Armónico”.
Si se compara con las otras torres que sí tienen 14 pisos, la construcción de esos cuatro niveles extra significó que Inmobiliaria El Plomo pudiera vender al menos 19 departamentos que no se acogían a lo que el municipio había aprobado.
A pesar de reconocer la irregularidad tras la edificación, en el mismo documento la Contraloría determinó que como esos departamentos ya estaban vendidos, no se podía echar la obra atrás. Lo que sí hizo fue ordenar un sumario administrativo para determinar la responsabilidad de los funcionarios municipales que recepcionaron las obras sin que cumplieran con los requisitos establecidos.
-Ahí quedó claro que esto fue un ardid del director de Obras Municipales de la época, Alejandro Navarrete, quien después del dictamen de la Contraloría fue sumariado y, por esta y otras razones, despedido de la municipalidad –agrega Aravena.
A la empresa no le pasó nada: no se podían demoler los departamentos ya construidos y en su mayoría vendidos. Según informó a CIPER la misma inmobiliaria, el precio promedio de los departamentos de esa torre fue de 5.472 UF. Por lo tanto, la venta de esos 19 departamentos fuera de la norma se tradujo en una transacción comercial que, cuando en diciembre de 2008 se realizó la recepción definitiva del Edificio Crucero, superaba los $2.230 millones.Aravena relató los hechos a El Espectador, un periódico local. A los pocos días, recibió la notificación judicial: los hermanos Fischman lo demandaban por perjuicio y le exigían una indemnización de $22.700 millones.
Aunque cuatro años después el fallo favoreció a Aravena –el tribunal condenó a la inmobiliaria a pagarle $10 millones–, el ex concejal está convencido de que con la acción judicial, los hermanos Fischman pretendían amedrentarlo no sólo a él, sino que a cualquiera que pusiera en duda la legalidad de sus proyectos. Sobre todo porque las prácticas continuaron: el Edificio Puerto del Sur, la última torre que Inmobiliaria El Plomo mandó a construir en San Alfonso del Mar y que se entregó a principios de 2012, también sobrepasa la altura permitida por cuatro pisos, amparada nuevamente en la figura de Conjunto Armónico, algo que la Contraloría ya había calificado como “no ajustado a derecho” en su informe de 2009. Si se suma lo que la inmobiliaria percibió por la venta de los departamentos de ambos edificios construidos fuera de la norma, el monto sobrepasa los $4.460 millones.
Los dardos de los opositores a los proyectos de los Fischman ya no van sólo en una dirección. Ahora, son las autoridades municipales quienes enfrentan una nueva batalla. El ingeniero civil y vecino de Algarrobo, Luis Hidalgo, presentó junto a Klein una demanda contra la municipalidad por notable abandono de funciones. La acusación apunta a los alcaldes y directores de obras que han pasado por la comuna desde que se inició la tramitación para construir San Alfonso del Mar.
Según comentó Hidalgo a CIPER, además de los incumplimientos detectados por Contraloría, Inmobiliaria El Plomo habría pasado por alto una serie de otros compromisos incluidos en el Seccional Costa Dorada, como la construcción de estacionamientos públicos en el costado sur del condominio –junto al estero San Jerónimo– o el ensanchamiento de la calle que va hacia Mirasol en toda la extensión del proyecto. Hidalgo agrega también que los paseos peatonales laterales de los humedales son mucho más pequeños de lo establecido en el seccional, que nunca se concretó la donación acordada al municipio del Lote 2 y que las lagunas artificiales no cuentan con permisos de construcción, una irregularidad que hoy investiga la Contraloría Regional de Valparaíso.
-Este proyecto (San Alfonso del Mar) se debería haber sometido al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) porque está en el borde costero –dice Hidalgo–. En los artículos 28 y 29 de la Ordenanza Local del Plan Regulador de Algarrobo se establece específicamente que cualquier proyecto de construcción en el borde costero debe someterse al SEIA. Pero no sólo no lo hizo (ver respuesta del Servicio de Evaluación Ambiental a Alexander Klein), sino que además no pidió permiso de construcción. La laguna está mal construida: por eso pierde entre 500 y 600 mil litros diarios de agua. Lo mismo pasa con su piscina de Laguna Vista, cuyas aguas se han filtrado a las napas subterráneas, contaminando los pozos de agua de los vecinos.
CIPER tuvo acceso a una minuta de reunión de obra del Edificio Puerto del Sur –el último de los 11 construidos en San Alfonso del Mar– donde se indica que representantes de EBCO dieron cuenta a Inmobiliaria El Plomo de que entre el 24 de julio y el 7 de agosto de 2012, al detener las bombas de la laguna, se registraban pérdidas. Ese último día, se contabilizó una disminución de 12 centímetros en el nivel del agua. El 31 de julio, la misma Myriam Fischman reconoció que para ese día la baja se calculó en 35 centímetros.En conversación con CIPER, el seremi de Salud de Valparaíso, Jaime Jamett, reconoció que la mayoría de las piscinas, algunos restaurantes, un tobogán y los gimnasios al interior de San Alfonso del Mar y Laguna Vista no se encuentran regularizados. Según el seremi, entre ambos proyectos suman nueve sumarios sanitarios en curso.
-Los sumarios sanitarios por las irregularidades que detectamos dentro de los complejos están abiertos. Ya han sido citadas a declarar las partes y probablemente se otorgue un plazo para regularizar las instalaciones y adecuarlas al cumplimiento de la normativa –dice Jamett.
Sobre Laguna Vista, el seremi agrega que se hizo un muestreo y un análisis que abarcó el manejo de las aguas residuales, “materia que nos dejó preocupados porque es un proyecto que involucra y afecta a una altísima densidad poblacional y cuyas aguas residuales se están manejando de una manera que, al menos, es discutible”.
Las dudas sobre la legalidad de sus construcciones tomaron más fuerza los primeros días de este año. El 3 de enero de 2013, la Corte Suprema rechazó un recurso de protección interpuesto por Inmobiliaria El Plomo contra el reclamo de ilegalidad que presentaron Klein e Hidalgo a comienzos de 2012 y que fue acogido por la Corte de Apelaciones de Valparaíso. Con el fallo del máximo tribunal, la Municipalidad de Algarrobo queda en posición de exigir a las empresas de los hermanos Fischman el cumplimiento de los compromisos acordados en el seccional y con atribuciones para revocar la recepción final del Edificio Puerto del Sur.
Mientras, la empresa inmobiliaria de los Fischman comienza su tercer gran proyecto en Algarrobo: Laguna Bahía, un complejo inmobiliario que contempla una inversión de US$ 120 millones y que estará compuesto por siete edificios que se construirán en un terreno de 30 hectáreas, muy cerca de San Alfonso del Mar. El condominio incluirá una tercera gran piscina en la comuna, esta vez sobre una superficie de 1,5 hectáreas. Para sacar el proyecto adelante, los hermanos Fischman deberán sortear un nuevo problema, quizás, el que más les preocupa.
Un año después de que Hipólito Aravena presentara su denuncia ante la Contraloría sobre irregularidades en la construcción de San Alfonso del Mar, un grupo de vecinos presentó la primera de una serie de acusaciones ya no contra la inmobiliaria, sino que contra el principal capital de los Fischman: sus enormes lagunas artificiales.
Ya no se trata sólo de supuestas construcciones irregulares o del incumplimiento de los compromisos acordados para aprobar el Seccional Costa Dorada. Tampoco tiene que ver con la creación de una empresa sanitaria de papel para lograr el cambio de uso de suelo ni con que los proyectos no hayan pasado por el SEIA. Un flanco nuevo se les abrió a los hermanos Fischman: una nueva denuncia ha puesto en duda precisamente aquello que hoy ha convertido a Fernando Fischman en un demandado gestor de proyectos turísticos a gran escala en distintos puntos del planeta: la inocuidad de las aguas que contienen sus mega piscinas.
Cuando el Departamento de Propiedad Industrial (DPI) del Ministerio de Economía le otorgó en julio de 2008 a Fernando Fischman la patente de invención de su sistema para implementar cuerpos de agua por 20 años, su negocio se disparó. Para entonces ya tenía el Récord Guinness y el reconocimiento de la industria como uno de los más destacados innovadores del país. Sin embargo, aún le faltaba esa patente que solicitó dos años antes para consolidarse por completo. Cuando la obtuvo, fue el momento clave de su internacionalización. Pero se transformó también en su principal punto débil.La tecnología que inventó Fischman fue certificada por la UNESCO en 2010 como Green Technology por ser “ecológicamente amigable y por la naturaleza sustentable del proceso”. También fue reconocida por Chile Verde, una iniciativa público-privada que promueve una cultura medioambiental. Fischman compartió escenario con el ex vicepresidente de Estados Unidos, Premio Nobel de la Paz y ecologista Al Gore en el Common Pitch Chile 2012, un festival musical centrado en el concepto de innovación, sustentabilidad y emprendimiento. Allí se le presentaba como autor de una tecnología sustentable patentada a nivel mundial. De ahí que para los opositores a sus proyectos, atacar esa patente sea quizás su arma más poderosa.
En la memoria descriptiva que Crystal Lagoon presentó para obtener la misma patente en México –los antecedentes son los mismos que presentó ante el DPI de Chile en 2006–, se entrega toda la información técnica que respalda su “proceso para obtener (implementar y mantener) grandes cuerpos de agua mayores a 15.000 m3 para uso recreacional con características de coloración, transparencia y limpieza similares a las piscinas o mares tropicales a bajo costo”. Todos los datos descritos en el documento se respaldan en el acápite donde relata su experiencia con la laguna de San Alfonso del Mar. Es allí donde, luego de indicar paso a paso cómo la puso en marcha, dice:
“En este ejemplo de aplicación se determinó que las condiciones físico-químicas del agua cumplen no sólo con las normas de aguas recreacionales de contacto directo, que son las que corresponden en este caso, sino con las normas de agua potable con excepción de las características propias del agua de mar”.
A esa patente se suma otra que Fischman solicitó en 2008 y obtuvo en mayo de 2011, y que se relaciona más con su experiencia en Laguna Vista que con San Alfonso del Mar. A través de ella registró un “proceso económico y eficiente de filtración de agua de un estanque para usos recreacionales y ornamentales en donde la filtración se realiza sobre un volumen pequeño de agua y no sobre la totalidad del agua del estanque”. La diferencia con la patente anterior es que ésta se refiere sólo a una tecnología para filtrar el agua y no a toda la estructura que la sustenta. Y que no descarta el agua del sistema de succión, como si lo hace en su laguna del condominio en el borde costero, donde “implica mayores usos de agua y eventualmente la descarga a cursos naturales de agua con sedimentos”.
Como aún no han pasado cinco años desde que las obtuvo, todavía se encuentra abierto el plazo para que un tercero emita una acción de nulidad. De acuerdo al artículo 50 de la Ley de Propiedad Industrial, una patente de invención podrá declararse nula si quién la obtuvo no es el inventor ni su cesionario, si la concesión se basó en informes periciales errados o manifiestamente deficientes o si el privilegio se concedió contraviniendo las normas sobre patentabilidad y sus requisitos. Los vecinos de Algarrobo aseguran que si se comprueba que las aguas de las lagunas han contaminado las napas subterráneas y el mar, las patentes que tanto rédito le ha dado a Crystal Lagoon a nivel internacional podría ser anulada.
Fischman puede esgrimir un nuevo argumento a su favor. El 10 de enero de 2013 un oficio del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), indica que la enorme piscina de Laguna Vista no debe someterse a una evaluación de impacto ambiental. Uno de los puntos que señala es que la laguna artificial tiene una capacidad de tan solo 9.336,5 m3. Lo que resta por saber es qué dirá la autoridad sanitaria sobre el hecho de que nunca hasta ahora la laguna artificial de San Alfonso del Mar, cuya capacidad es de 250.000 m3 ha sido sometida al estudio de impacto ambiental.
Como al principio en Laguna Vista se llenó la piscina con agua de mar, la filtración de fines de 2008 a las napas subterráneas contaminó los pozos de los dueños de las casas colindantes. Pero lo que no se explican los vecinos es que, si sus aguas cumplen con “las normas de agua potable” como se indica en sus patentes, no se hayan arreglado cuando rellenaron la laguna con agua dulce. El agua de sus pozos nunca más volvió a ser bebestible.
El 21 de julio del 2009, la Seremi de Salud de Valparaíso envió al administrador del condominio Laguna Vista un documento donde se le notificaba que la laguna del complejo presentaba filtraciones que se habían colado por la tierra, contaminando pozos y norias aledañas. El oficio también indicaba que se habían tomado muestras de los pozos contaminados y que, tras analizarlos, se detectó un alto contenido de cloruros. El doctor Milton Egaña, quien firma el documento como jefe de la oficina de la Seremi en San Antonio, le dio al administrador 15 días para informar de la situación de la filtración y qué medidas de remediación estaba tomando para solucionar el problema tanto en la piscina como en las norias afectadas.
-Cuando llegó oficialmente esa comunicación, hacía rato que Fernando Fischman había instruido a todos de lo que se debía decir. Los que sabíamos cuáles eran las fallas que tenía la laguna, teníamos orden explícita de callar. Las filtraciones se repararon a la rápida. Muchos pensamos que tarde o temprano esto iba a volver a ocurrir y que quedaría la escoba. Era tanta agua la que se perdía que, si se seguía filtrando, se iban a contaminar aun más pozos. Con este tremendo proyecto se afectó la vida de gente humilde que nada tenía que hacer contra este monstruo. Se vinieron a quejar. A mí me tocó escuchar a varios, pero las únicas soluciones que les dieron aquí fue pagarles el agua, unos pocos pesos y listo –cuenta a CIPER un funcionario de la constructora EBCO.
Sara Díaz es una de las afectadas. Tiene 72 años. Además de presentarse como una de las “fundadoras del sector Aguas Marinas” de Algarrobo, representa a una de las cerca de 20 familias afectadas con las filtraciones de la mega piscina de Crystal Lagoon. La suya fue una de las primeras casas que se levantaron en el sector, cuando el espacio que Inmobiliaria El Plomo Ltda. eligió para alzar cinco enormes torres y una laguna de fantasía de 6.000 m2, no era más que terreno baldío. Como no tenía agua potable, fue ella misma la que con un chuzo cavó los primeros cuatro metros del pozo que hasta 2008 la abasteció de agua limpia. El resto se lo encargó a un vecino.
-Aquí tomamos agua de los pozos siempre, hasta que en diciembre de 2008 fui y saqué agua para hacer té. Mis nietas encontraron que el té estaba malo. Fuimos a ver el pozo y el agua estaba salada. Al ratito vino una vecina y me dijo: “¿Sabe qué?, mi pozo está salado”. Después vino otra y me dijo lo mismo. Yo tenía alojados unos trabajadores del condominio Laguna Vista en mi casa. Ellos me dijeron que la piscina se les había roto en tres partes. Ahí nos dimos cuenta que esa era el agua que se estaba filtrando y que había llegado a nuestros pozos –cuenta Sara.
Para los vecinos que sufrieron la contaminación de sus aguas, el riesgo de una nueva filtración parecía haberse solucionado cuando en 2009 Crystal Lagoon decidió cambiar el agua salada de la piscina por agua dulce. Con el tiempo, la salobridad de sus pozos desapareció. Pero el agua siguió siendo imbebible. Hernán Besomi, uno de los dueños de EBCO, aseguró a CIPER que “si esas piscinas se rompieran y cayera toda el agua y se infiltrara, no habría problemas porque cumple los estándares de agua potable”. Sara dice que las filtraciones continuaron y que ahora el agua estaría contaminada con otros químicos, como sustrato de cobre y cloro.
-Por eso todavía no podemos tomarla. Yo a veces riego con esa agua, pero ya ni para eso se puede usar: se me han secado dos naranjos y un limón –agrega Sara.
A modo de compensación, EBCO le pagó el agua a Sara Díaz por algunos meses, mientras le daban solución al daño causado. Este fue un acuerdo extrajudicial al que llegó con la empresa gracias a la asesoría que le prestó una abogada del lugar a quién Sara le dio un poder por 60 días. Como finalmente la mujer no llegó a un acuerdo con la constructora, el poder nunca se revocó.
Por eso, para Sara fue una sorpresa cuando decidió por fin interponer una demanda contra la empresa y se enteró de que su abogada sí había llegado a un acuerdo con la constructora, aunque sin su consentimiento. En dicho acuerdo, su abogada y EBCO convinieron en que la compañía encargada de las obras le pagaría a Sara $200 mil por los daños ocasionados; dinero que, según ella, nunca le llegó. Todo lo anterior consta en la demanda judicial que Sara Díaz interpuso el 11 de octubre del 2011 en el Juzgado de Letras de Casablanca contra EBCO por haber contaminado su pozo de agua potable a perpetuidad, primero con agua salada y luego, con los químicos aplicados a la laguna para mantener sus aguas cristalinas.
Al igual que Sara Díaz, Luis Lagos también volvió a la carga. A pesar de las promesas de solución por parte de EBCO, a cuatro años de la primera filtración, su pozo sigue inutilizable. Si bien EBCO le ha pagado sus cuentas de agua potable durante todo ese tiempo, al igual que sus vecinos teme que ahora que la obra está por terminar, la constructora deje de cumplir lo acordado. De ser así, no les quedaría más que comenzar a pagar ellos mismos el agua que les provee ESVAL y olvidarse de esos pozos que, según afirman Luis y otros vecinos afectados, ya ni siquiera les sirven para regar las plantas de sus casas.
A comienzos de enero de 2012, Luis llegó a San Alfonso del Mar junto a su abogado y pidió reunirse con Myriam Fischman. Su idea era intentar llegar a un nuevo acuerdo extrajudicial. Ya había alcanzado uno en 2009, cuando la constructora le pagó $200.000 y le ofreció cubrir su gasto en agua potable de la red de ESVAL mientras EBCO reparaba su pozo. Pero nunca se lo repararon. Ya habían pasado tres años desde que vio como su fuente de agua potable rebalsaba con agua salada.
Tras reunirse con Myriam Fischman (por Inmobiliaria El Plomo Ltda.) y Alfredo Mercado (por EBCO), Lagos aceptó firmar ante notario otro documento en el que declaraba que sus aguas ya no presentaban contaminación derivada de la filtración de fines de 2008. Según el texto que firmó, sus pozos “se encuentran plenamente operativos”. También se manifestó conforme con los pagos que realizó EBCO de sus cuentas de agua y alcantarillado. En el mismo documento, Lagos renuncia a presentar cualquier acción judicial contra las empresas de los Fischman y entrega poder a los abogados de su contraparte para que, en su nombre, desistan de cualquier acción que haya presentado en su contra ante organismos públicos. A cambio, recibió un cheque por $4.000.000 por concepto de “daño moral y patrimonial, incluyendo el daño emergente, lucro cesante, sufrimiento físico y cualquier otro perjuicio o concepto indemnizable”.
Aunque la empresa selló un acuerdo con Luis Lagos, los problemas para los hermanos Fischman no acababan: desde entonces, las denuncias han tomado un tinte más serio y han pasado a ser algo que ya no se soluciona con acuerdos extrajudiciales ni firmas ante notario. Ahora, autoridades regionales y municipales han entrado al ruedo.
El martes 23 de octubre de 2012, Crystal Lagoon recibió el Premio Nacional del Colegio de Ingenieros en la categoría “Empresa del Año”. Dos días después, un oficio salió de la oficina de Marcelo Inostroza Rivera, el encargado de la Unidad de Medio Ambiente de la Municipalidad de Algarrobo. El documento iba dirigido al entonces alcalde subrogante Sandro Durán, en el que se le pide que, en vista de antecedentes denunciados, investigados y confirmados sobre una filtración de grandes volúmenes de agua en la piscina de Laguna Vista, solicite al Seremi de Salud el cierre temporal (al menos por 20 días) de la laguna artificial “con la finalidad de realizar los cálculos de evapotranspiración versus las filtraciones diarias y determinar los volúmenes de pérdida”.En el texto, Inostroza además le solicita a Durán que exija a los operadores de la piscina información sobre los componentes químicos utilizados, así como de su protocolo de aplicación, para determinar si estos mismos químicos son los que, según los vecinos, mantienen el agua de los pozos contaminada al punto de ni siquiera poder usarla para el riego de sus plantas.
Al día siguiente, Durán envió un oficio al Seremi de Salud de Valparaíso, Jaime Jamett, para que “haga efectiva la petición formulada en el documento”. Cuatro días tardó Jamett en presentarse con un equipo a fiscalizar no solo la piscina denunciada de Laguna Vista, sino que también la que hasta hace poco llevaba el título de la mayor piscina del mundo, la laguna artificial de San Alfonso del Mar. La actividad fue publicada en el sitio web de la Seremi.
Según contó a CIPER una de las personas presentes, mientras se llevaba a cabo la fiscalización, el administrador de Laguna Vista, Gregorio Acuña, se les acercó junto a un empleado para intentar apartar a Jamett e Inostroza del grupo y demostrarles que la filtración sí existía.
-Gregorio Acuña contó que la administración del condominio dejó de rellenar la piscina y comprobó que el volumen de agua que se perdía a diario era enorme. Eso sólo podía deberse a filtraciones. Otra de las cosas que nos comentó Gregorio es que justamente por esa gran pérdida, están rellenando la piscina con agua que proviene de la zona del estero y de pozos de propiedad del condominio, lo que tiene a la sala de los filtros con una contaminación muy grande. Incluso, que habían pasado de echarle 60 litros de cloro diarios a 120 litros. Esto nos puso aun más en alerta: si bien las aguas de la laguna pueden cumplir con la normativa para piscinas de uso público, ¿a dónde se están yendo los químicos si efectivamente se está filtrando el agua? –agrega la persona que participó en la fiscalización.
En su edición del 14 de diciembre, el periódico El Espectador publicó una entrevista a Jamett. En ella, el seremi aseguraba que “los análisis microbiológicos y físico-químicos de la calidad de las aguas han concluido. Y éstas no se encuentran fuera de ningún parámetro químico o físico que esté alterado. Es decir, las aguas son absolutamente normales y son aptas para el uso indicado».
Una semana después, el seremi hizo entrega a CIPER de sus informes (uno químico y otro microbiológico) con los resultados de la fiscalización. Los análisis dan cuenta de que las aguas en las piscinas de Crystal Lagoon cumplen con la norma para aguas recreacionales. Jamett también aseguró que las muestras tomadas al agua de los pozos vecinales arrojaron que se trata de agua que no es potable. Aún así, sobre la presencia o no de filtraciones, la autoridad no dice nada.
-No confirmamos ni descartamos daño al ecosistema ni al medioambiente a través de ductos –explica Jamett–. Lo que sí, tomamos muestreo de los esteros y las lagunas adicionales a solicitud de otro organismo público, pero no nos referiremos hasta que ese organismo haga pública esa información. Nosotros no hicimos ninguna investigación de las napas subterráneas, eso es una materia que le corresponde a la Dirección General de Aguas (DGA). No es de nuestra competencia. Lo que nosotros certificamos es que las piscinas de los complejos de San Alfonso del Mar y Laguna Vista no tienen elementos que excedan la normativa de aguas recreacionales, de piscinas de uso público.
Francisco Hernández, presidente del sindicato de pescadores de Algarrobo, no duda del impacto negativo de San Alfonso del Mar en la bahía. Hernández lleva 35 años pescando en la zona y cuenta que desde hace ocho el agua se empezó a sobrepoblar de algas. Las mismas que hay en el resto del litoral central y que en Algarrobo ya son una plaga. Son tantas que como se aglomeran en las playas, donde se secan y se pudren, el olor es nauseabundo. El municipio tiene que sacarlas todos los días en camiones. El pescador dice que esas algas se alimentan de materia fecal. Y está convencido de que su proliferación está directamente relacionada a los tubos que salen desde el enorme complejo del borde costero de Algarrobo norte para verter aguas residuales en el océano.
-El mar está contaminado, y eso lo vemos a diario. Nos dimos cuenta cuando empezó a desaparecer el congrio colorado, ya que huye de la contaminación. Ahí nos enteramos de los desagües. No sabemos bien qué es lo que echan al agua, pero no puede ser sano. A las almejas, que son filtradoras, se les forma una capa negra encima de la concha. Queremos analizarlas para saber si están contaminadas y si las podemos vender. Aquí tenemos varias áreas de manejo: locos, lapas… Y las jaibas: cuando las cueces, salen negras, y eso es por el químico que tienen adentro. Las abres y huelen mal –dice Hernández.
Alrededor de la laguna de San Alfonso del Mar, las cañerías aparecen a simple vista. Muchas de ellas con filtraciones que inundan parte del paseo peatonal que está en la playa y bordea la gran piscina. El agua se filtra directamente en la arena, que a veces, cuando hay marejada, deja al descubierto una enorme red de tuberías que extraen agua para la laguna y los emisarios que evacúan aguas residuales desde el condominio hacia el mar.
-Esta piscina tiene una concesión marítima para evacuar las aguas al mar cuando sea necesario. Según las coordenadas, los emisarios están a unos 200 metros de la orilla de la playa. Si consideramos la gran cantidad de insumos que se usan en mantener cristalina el agua de mar en la laguna, no cabe duda de que al mar se están arrojando químicos indeseables. Y los parámetros que le exige la autoridad marítima no corresponden a la actividad de una piscina de esa envergadura. Cualquier modificación del agua del mar es contaminación. Por lo tanto, si arrojo una cantidad de agua de una tolerancia tan elevada como la que permite hoy en día la Armada, obviamente voy a cumplir cualquier parámetro, pero evidentemente estaré contaminando –explica Iván Vega, asesor medioambiental y jefe de Investigación y Desarrollo de la empresa Terra Química y Naval Ltda.
Los parámetros físico-químicos que le impuso la Armada a la empresa de Fischman están clasificados como si fuera una empresa pesquera productora de aceite y harina de pescado. Por lo tanto, entre otros, se miden niveles de hidrocarburos, grasas y sólidos sedimentables y suspendidos que una piscina recreacional siempre tendrá bajos. “Cualquier agua que ellos boten va a cumplir con la norma impuesta”, dice Vega. Además, agrega que nadie fiscaliza lo que la empresa arroja al mar. Y que la única fiscalización existente corresponde a autocontroles que Inmobiliaria El Plomo debe entregar periódicamente a la Directemar. El último de esos informes, fechado en octubre de 2012, concluye:
“Los parámetros físico-químicos analizados hasta la fecha, se encuentran dentro de los rangos normales para el agua de mar no había habido una gran fluctuación en las concentraciones a lo largo del tiempo, con la excepción de los últimos tres años monitoreados donde las concentraciones fueron inferiores al límite de detección” (sic).
A fines de mayo de 2011, los pelícanos se morían en Algarrobo. Las alertas se encendieron cuando una funcionaria municipal encontró una mañana 14 tirados en la arena. No presentaban heridas. Se sumaban a otros tantos que habían sido encontrados en las semanas previas. Aunque los análisis indicaron que eran aves juveniles que habían muerto de hambre, los pescadores señalan que, coincidencia o no, las muertes calzan con el momento en que Crystal Lagoon vació la laguna de San Alfonso del Mar para repararla.