60 minutos diarios: la ley que puede transformar la educación chilena
27.10.2025
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27.10.2025
La autora de esta columna profundiza en los que a su juicio son los beneficios de la norma que se discute en el Congreso. Opina que «la hora diaria de actividad física puede transformar la jornada escolar, convirtiéndose en un motor de cambio para la salud, el aprendizaje y la cohesión social. Es momento de que autoridades, docentes y familias trabajen juntos para que estos 60 minutos diarios sean una realidad, inclusiva y significativa, que siente las bases de una generación más activa, saludable y consciente de su cuerpo y su entorno».
Créditos de portada: Pablo Vera / Agencia Uno
Chile está a punto de dar un paso histórico en la educación y la salud infantil. La reciente aprobación en el Senado del proyecto de ley que establece 60 minutos diarios de actividad física para todos y todas las y los estudiantes, desde la educación parvularia hasta la enseñanza media, representa una oportunidad única para enfrentar el sedentarismo y fomentar hábitos de vida saludables desde la escuela.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niños y adolescentes realicen al menos 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada a vigorosa, como medida central para prevenir enfermedades no transmisibles y favorecer el desarrollo integral saludable. Esta recomendación se basa en evidencia científica que demuestra los beneficios de la actividad física en la salud física y mental de los jóvenes.
Según el Atlas Mundial de la Obesidad 2024, más de 390 millones de niños y adolescentes en el mundo presentan sobrepeso, un fenómeno creciente también en América Latina. Este aumento ha sido impulsado por factores como el consumo elevado de alimentos ultraprocesados, la vida sedentaria y la falta de espacios seguros para la actividad física.
La nueva ley chilena que promueve al menos 60 minutos diarios de actividad física reconoce el desarrollo de la motricidad humana como herramienta educativa integral. La hora diaria de movimiento puede potenciar el aprendizaje, mejorar la atención, estimular la creatividad y fomentar la socialización. Por ello, su éxito depende de la formación inicial y continua de docentes, quienes deben estar capacitados no solo en Educación Física, sino también en estrategias pedagógicas que integren diversas disciplinas. Por ejemplo, un profesor de Biología puede organizar una salida al parque donde los estudiantes aprendan sobre biodiversidad mientras realizan juegos activos dirigidos por profesores de Educación Física, conectando contenido curricular con actividad física de manera lúdica y significativa, por lo tanto la colaboración interdisciplinaria entre docentes es clave. La actividad física diaria puede convertirse en un eje transversal: durante una clase de Matemática, los estudiantes podrían medir distancias corriendo o calculando tiempos de carrera; en Historia, representar de manera activa momentos históricos; en Ciencias, explorar principios de física a través del movimiento. Este enfoque permite que la actividad física no sea un complemento aislado, sino un recurso pedagógico integrador, alineado con el currículo y los objetivos de aprendizaje.
El involucramiento de los padres también es fundamental. La motricidad humana y la adopción de hábitos activos se fortalecen cuando las familias participan y motivan a sus hijos. Actividades conjuntas como caminatas, juegos al aire libre o incluso proyectos escolares que requieran movimiento contribuyen a consolidar lo aprendido en la escuela y refuerzan la conexión entre salud y educación. La ley, entonces, abre la posibilidad de un ecosistema educativo más amplio, donde docentes, familias y estudiantes trabajan juntos por el bienestar integral.
Además de las clases formales, la ley abre la puerta a recreos activos, donde los estudiantes pueden participar en juegos estructurados o libres, promoviendo el movimiento y la interacción social. Los centros de estudiantes pueden desempeñar un papel fundamental, organizando y liderando actividades que fomenten el juego, la cooperación y la creatividad. Este empoderamiento permite que los propios estudiantes se conviertan en protagonistas de su bienestar físico y social, fortaleciendo la autonomía y el sentido de pertenencia en la escuela.
Otro aspecto práctico que no se puede pasar por alto es la flexibilización del uniforme escolar. Si ahora se establece la obligación de realizar 60 minutos diarios de actividad física, los estudiantes deben poder moverse con comodidad y seguridad. Por eso, es recomendable que los colegios permitan el uso de ropa deportiva, como buzos o zapatillas adecuadas, durante toda la jornada o al menos durante las sesiones de actividad física. Esta medida sencilla puede aumentar la participación, reducir riesgos de lesiones y garantizar que todos los estudiantes aprovechen plenamente los beneficios de la actividad física diaria.
La infraestructura escolar constituye otro desafío. No todos los colegios cuentan con gimnasios o patios amplios, por lo que la creatividad es esencial: utilizar pasillos, aulas adaptadas, espacios multifuncionales o circuitos motores, siempre garantizando seguridad y accesibilidad. Ideas concretas para implementar los 60 minutos diarios incluyen:
La Declaración ENT 2025 respalda esta visión, subrayando la necesidad de políticas públicas que promuevan entornos escolares activos y saludables, con el objetivo de prevenir enfermedades y favorecer el desarrollo integral de los estudiantes. La ley chilena se alinea con este compromiso, reconociendo que la actividad física es un derecho y un elemento central del aprendizaje.
Cuando esta ley sea promulgada y publicada en el Diario Oficial, se abrirá un capítulo histórico en la educación chilena. La hora diaria de actividad física puede transformar la jornada escolar, convirtiéndose en un motor de cambio para la salud, el aprendizaje y la cohesión social. Es momento de que autoridades, docentes y familias trabajen juntos para que estos 60 minutos diarios sean una realidad, inclusiva y significativa, que siente las bases de una generación más activa, saludable y consciente de su cuerpo y su entorno.