Los desafíos de la ONU para el siglo XXI
04.10.2025
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04.10.2025
A propósito de los 80 años de la ONU y de la candidatura de la expresidenta Michelle Bachelet a la secretaría general del organismo, la autora de esta columna destaca el valor del multilateralismo en el mundo moderno. Sostiene que «hoy, cuando se mantienen disputas étnicas, religiosas y nacionales, como entre Rusia y Ucrania y entre Israel y Hamás, debemos tener la misma consideración: la mejor forma de enfrentar los conflictos y los desafíos comunes para este siglo XXI es a través de más cooperación, de mayor voluntad de trabajar en conjunto para obtener una gobernanza mundial más sólida para la generación actual y las futuras».
Créditos imagen de portada: un.org
Frente a la candidatura de Michelle Bachelet a la Secretaría General de las Naciones Unidas, nos preguntamos: ¿cuáles son los desafíos de la ONU para el siglo XXI? Algunos pueden decir que los conflictos internacionales que remecen la actualidad, como la guerra entre Rusia y Ucrania y la guerra entre Israel y Hamás, se mantienen y han desarrollado a pesar de las resoluciones y condenas de Naciones Unidas. Entonces: ¿para qué sirve el sistema de la ONU si es que pareciera incapaz de detener los conflictos?
Desde su establecimiento en 1945, una de las dudas constantes es cómo conciliar la organización con la continuidad de conflictos bélicos. Durante el periodo de Guerra Fría, las guerras no desaparecieron: pensemos en Vietnam, Corea, Afganistán o el conflicto del Medio Oriente, entre otros. A pesar de las críticas legítimas que pueden existir, hay que considerar que el rol de Naciones Unidas no solo ha sido el mediar en conflictos internacionales, sino la construcción de una serie de reglas, mecanismos e instituciones que han mejorado la vida de millones de personas en estos 80 años, ya sea en salud con la Organización Mundial de Salud, en migración con la Organización Internacional de Migraciones, Cultura con Unesco, infancia con Unicef, entre otros. El mundo se ha beneficiado de la colaboración colectiva, también conocida como multilateralismo.
Los principios básicos del multilateralismo son la resolución colectiva de problemas, la igualdad e inclusividad, la responsabilidad colectiva de los problemas globales, un orden internacional basado en reglas, el desarrollo sostenible, el diálogo y la diplomacia para la resolución pacífica de los conflictos, y un plan de inclusión y desarrollo. El multilateralismo ha permitido la colaboración de distintos Estados en términos inimaginables en periodos anteriores, dado que eleva la gestión y el rol de miembros más pequeños, permitiendo encontrar instancias de apoyo mutuo en temas transnacionales, que, sin la coordinación y apoyo de las Naciones Unidas, serían casi imposible de conseguir.
El trabajo conjunto y colaborativo es esencial cuando consideramos temas como el desarme y la no proliferación de armas, para que no haya más países con capacidad de utilizar armas nucleares, químicas y biológicas. También la coordinación de operaciones humanitarias multilaterales para el apoyo a víctimas de desastres naturales y emergencias de múltiples orígenes se ha potenciado con las acciones de Naciones Unidas.
Podemos nombrar algunas instancias en que ONU ha cumplido un rol importante. El Codex Alimentarius, de la FAO y la OMS, estableció normas de seguridad y calidad alimentaria que protegen a los consumidores de todo el mundo. De igual forma, la OMS han ayudado a la erradicación de la viruela, a través de políticas que han ampliado el acceso de vacunas a nivel global. Una convención menos conocida y, sin embargo, que afecta la vida cotidiana es la Convención sobre Señales y Señalización Vial, que ha permitido un mismo lenguaje en cuanto a las indicaciones del tráfico y los requisitos mínimos que debe tener un automóvil para circular a nivel mundial.
Desde 2015 el trabajo de las Naciones Unidas ha estado centrado en los 17 objetivos de desarrollo sostenible para el año 2030. Estas metas colectivas buscan erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos los seres del planeta. Entre ellas se encuentran terminar con el hambre, promover educación de calidad e igualdad de género, acceso a agua limpia y saneamiento, acceso a trabajo decente y crecimiento económico, reducción de las desigualdades, protección del clima, la vida submarina y los ecosistemas terrestres, conseguir la paz, justicia e instituciones sólidas que las resguarden, y finalmente, la cooperación y alianzas para lograr estos objetivos.
Frente a esto, volvemos a la interrogante inicial, ¿cuál es el objetivo de Naciones Unidas para el siglo XXI? Esta fue una de las preguntas presentadas por el Secretario General de la ONU, el portugués António Guterres, en el “Pacto por el Futuro” convocado en septiembre de 2024. La respuesta incluyó una profundización de los objetivos de desarrollo sostenible, pero agregó nuevas aristas para construir un futuro más equitativo e igualitario. Junto con aspectos como erradicar la pobreza, el hambre, la inseguridad alimentaria, desescalar conflictos, se propuso erradicar el terrorismo, cuidar a los civiles en conflictos armados, promover sociedades justas y la colaboración entre los Estados para resolver desacuerdos, combatir el crimen organizado y el flujo financiero ilícito. A su vez, se buscará promover el desarrollo de la juventud, de la cultura y el deporte como partes de un desarrollo sostenible, y se espera fortalecer las oportunidades que la ciencia, tecnología e innovación puedan traer para todas las personas.
El desafío que tiene Naciones Unidas para el siglo XXI se centra en cómo reformular su funcionamiento para enfrentar mejor los nuevos escenarios que vivimos en este siglo. Para ello, en la cumbre que presentó el “Pacto por el Futuro”, se plantearon objetivos que incluían la reformulación del Consejo de Seguridad, revitalizar la Asamblea General, fortalecer el Consejo Económico y Social y la Comisión de esfuerzos de paz, además de reestructurar el sistema financiero mundial para responder a las necesidades de los países en desarrollo, promover un desarrollo sustentable y enfrentar los requerimientos urgentes en cuanto al cambio climático.
La importancia y el rol de Naciones Unidas desde su inicio ha estado relacionado con aquello menos explícito en el sistema internacional, la búsqueda de objetivos colectivos, de la construcción de un futuro para todos los seres humanos que vivimos en el planeta. En este sentido, su pertinencia y necesidad sigue igual de vigente que en 1945, cuando frente a la incertidumbre de la guerra nuclear, la posibilidad de buscar colaboración entre todos los Estados fue la mejor forma de evitar este tipo de conflicto. Hoy, cuando se mantienen disputas étnicas, religiosas y nacionales, como entre Rusia y Ucrania y entre Israel y Hamás, debemos tener la misma consideración: la mejor forma de enfrentar los conflictos y los desafíos comunes para este siglo XXI, es a través de más cooperación, de mayor voluntad de trabajar en conjunto para obtener una gobernanza mundial más sólida para la generación actual y las futuras.