ASEGURA QUE SUPREMOS DEBEN DAR UNA SEÑAL DE QUE “NO ESTÁN POR INCONDUCTAS TAN GRAVES”
Exsupremo Milton Juica y posible remoción de juez Ulloa: “Una persona de esa naturaleza no puede estar en el Poder Judicial”
25.09.2025
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ASEGURA QUE SUPREMOS DEBEN DAR UNA SEÑAL DE QUE “NO ESTÁN POR INCONDUCTAS TAN GRAVES”
25.09.2025
El expresidente de la Corte Suprema considera que lo conocido hasta ahora sobre las gestiones del juez Antonio Ulloa y Luis Hermosilla para incidir en al menos 14 altos nombramientos del Poder Judicial, es más grave que el caso de la ministra Verónica Sabaj, ya removida de la Corte de Apelaciones. “Es mucho más grave la inconducta del señor Ulloa”, dice Juica, “porque tiene más ramificaciones, tiene más contactos, tiene muchas más actividades”. En su opinión, además, hay ministros supremos -como María Teresa Letelier- que debieran inhabilitarse para ver esta remoción, porque “aparecen involucradas en tener contacto directo con el ministro Ulloa”. Y reflexiona: “Pensaba que la Corte Suprema iba a reaccionar de manera mucho más estricta”. El máximo tribunal tiene programado resolver en los próximos días la posible destitución.
Créditos imagen de portada: Agencia Uno
Al expresidente de la Corte Suprema, Milton Juica, no solo le tocó participar del proceso de remoción por tráfico de influencias del exministro Luis Correa Bulo en 2001, sino que, además, lideró el sistema que en 2010 implementó la Ley de Transparencia en el Poder Judicial.
Ya retirado de la judicatura, pero atento a la crisis desatada en los tribunales por el Caso Hermosilla, el exsupremo está sorprendido de que entre sus antiguos colegas haya dudas sobre destituir o no al suspendido magistrado de la Corte de Apelaciones de Santiago, Antonio Ulloa. Más aún, le resulta incomprensible que alguien estime que no es reprochable el actuar de Ulloa, quien abiertamente admitió haber influenciado en nombramientos de cargos judiciales en concomitancia con el asesor de La Moneda, Luis Hermosilla. El día en que la Suprema resolvió abrir el cuaderno de remoción del magistrado, hubo siete ministros que votaron por no iniciar el proceso de eventual destitución. Juica considera que el actuar de Ulloa afecta el principal atributo que debe tener el Poder Judicial: la imparcialidad. “¿Qué espera el público si se encuentra con jueces de este tipo?”, dice.
El exsupremo dice que existen normas precisas que fueron quebrantadas por el magistrado. Una de ellas, señala, fue adoptada en 2003: a raíz del caso de Correa Bulo, el pleno de la Suprema elaboró y aprobó un auto acordado llamado “Principios de Ética Judicial”. En cuyo Capítulo II, inciso segundo, ese auto acordado señala:
“Toda persona que integre el Poder Judicial debe actuar con rectitud y honestidad, procurando prestar servicio satisfaciendo el interés general de la Justicia y desechando todo provecho o ventaja personal que pueda lograr por sí o a través de otras personas. Esta obligación exige abstenerse de mostrar interés por asuntos de que conozca o pueda conocer un tribunal, interceder o intervenir en cualquier forma a favor o en contra de persona alguna, cualquiera que sea la naturaleza del juicio o gestión de que se trate. Ella comprende también los concursos, nombramientos, calificaciones, traslados y demás materias relativas al personal del Poder Judicial”.
“Entonces”, dice Juica, “tenemos aquí a un funcionario del Poder Judicial [Antonio Ulloa] que ha infringido o quebrantado flagrantemente una norma legal”, refiriéndose al Código Orgánico de Tribunales donde se establece que los jueces no deben ser influenciados por algunas de las partes cuyo caso se va a fallar. Y agrega: “Y, en segundo lugar, que no hace caso a un auto acordado que es obligatorio para los jueces, en que se imponen normas de conducta que infringió abiertamente. Y reconoce que lo ha infringido, porque dice que él siempre lo utilizó y que siempre tuvo ese método para ayudar o para perjudicar a otras personas, lo que es muy grave”.
– En la Corte Suprema hay un grupo de ministros que votaron en contra de abrir el cuaderno de remoción al magistrado Ulloa, por lo que, obviamente, no consideran tan grave las gestiones que hizo junto a Hermosilla para influir en múltiples nombramientos judiciales ¿Qué piensa de eso?
Ya está decidido abrir el cuaderno de remoción, así que esa discusión ya perdió oportunidad. Lo que puede ocurrir es que las personas que estimaron no abrir ese cuaderno de remoción puedan tener una posición, para el fallo de remover o no, más o menos definida en cuanto a no cursar la remoción. Personalmente, creo que algunos de esos ministros, no todos, aparecen también comprometidos con el tema de las conversaciones que se filtraron, [por lo] que no debieran participar; tienen compromisos de servicios que les prestó el señor Ulloa, como aparece claramente en el tema de las conversaciones [los chats del Caso Hermosilla] que ha difundido la prensa.
– Según se ha publicado, la ministra María Teresa Letelier, también mencionada en los chats, ha llegado a decir que nadie llegó a ese cargo “por obra y gracia del Espíritu Santo” ¿Qué le parece ese argumento?
Bueno, una práctica seguramente que llegó cuando ella asumió en la Corte Suprema. Pero, antes de eso, en lo que a mí respecta, hasta cuando yo estuve, y doy fe de la gran mayoría de la Corte Suprema, no se aceptaban estas entrevistas. No se aceptaban porque para ello se fijó en un auto acordado un procedimiento de la mayor transparencia para que los postulantes en una audiencia pública, no por escrito, expresaran su interés de ascender a un determinado cargo. Entonces, cualquier cuestión que se haga fuera de esta tramitación tan transparente, significa una infracción a estas normas. Porque buscan la parte fácil de ubicar el acomodo, la conversación, los operadores que existen en esta materia, lo que está totalmente reñido con la ética y la moral de la jurisdicción.
– ¿Debieran inhabilitarse aquellos ministros mencionados en este caso?
Absolutamente. En mi opinión, no podría entrar [al pleno] alguien que ha recibido favores o que le pidió favores al señor Ulloa y que aparecen claramente identificados en las conversaciones que se han filtrado. Por suerte, sabemos quiénes son. Yo pensaba que la Corte Suprema iba a reaccionar de manera mucho más estricta con respecto a sus propios colegas, para abrir también cuadernos disciplinarios por esas inconductas.
– ¿Lo dice por la misma ministra Letelier?
Sí, por supuesto. Todas las personas que aparecen involucradas en esta materia, en tener contacto directo con el ministro Ulloa, ya sea porque lo ayudaron o porque él las ayudó a ellas. Todo eso no es posible de aceptar en el Poder Judicial.
– La decisión de destituir a la ahora exmagistrada Verónica Sabaj, también por sus chats con Hermosilla, tuvo más apoyo en el pleno. La apertura de su cuaderno de remoción no tuvo tanta resistencia como en el caso de Ulloa. ¿Qué opina sobre esta diferencia?
En general, frente al caso de la señora Sabaj que, en mi opinión, siendo muy grave, está casi en el mismo rango de lo que le pasa al ministro Ulloa, no veo cómo se puede hacer una diferencia en situaciones iguales de deshonestidad o de infracción de reglas tan claras como las que están contenidas en el Código Orgánico de Tribunales, que prohíben hacer esto, precisamente, y en un auto acordado que se definió en los años 2000 en que, frente a esta misma inconducta que se había producido en esa época, se dijo “oiga, de ahora en adelante esto no puede ocurrir nunca más». Bueno, ha ocurrido.
Entonces, tenemos aquí a un funcionario del Poder Judicial que ha infringido o quebrantado flagrantemente una norma legal. Y, en segundo lugar, que no hace caso a un auto acordado que es obligatorio para los jueces, en que se imponen normas de conducta que infringió abiertamente. Y [el ministro Ulloa] reconoce que lo ha infringido, porque dice que él siempre lo utilizó y que siempre tuvo ese método para ayudar o para perjudicar a otras personas, lo que es muy grave.
– Según los chats, Sabaj le hacía favores a Luis Hermosilla con quien tenía una amistad estrecha. Y lo de Ulloa es un abanico amplio de favores respecto de nombramientos. ¿Cuál caso considera usted que es más dañino para el Poder Judicial?
Para mí, personalmente, es mucho más grave la inconducta del señor Ulloa.
– ¿Por qué?
Porque tiene más ramificaciones, tiene más contactos, tiene muchas más actividades. O sea, las dos conductas son gravísimas, las dos merecen rápidamente una sanción ejemplar.
– ¿Cómo pueden afectar al Poder Judicial, en general, conductas como las del ministro Ulloa que infringen las normas que usted ha señalado?
Es gravísimo. Desde luego, yo tengo mucha confianza en la gran mayoría de los jueces. En mi opinión, los jueces en nuestro país cumplen su trabajo lealmente y sin ningún tipo de falta a la ética, porque esto es una cuestión de ética y probidad. En consecuencia, si aparece un funcionario que hace de la inconducta una normalidad, significa un desprestigio para el Poder Judicial y afecta a aquellos que hacen su trabajo bien. Y, por lo tanto, una persona de esa naturaleza no puede estar en el Poder Judicial. O sea, el Poder Judicial, la Corte Suprema, tienen que dar una señal clara al país de que ellos no están por las inconductas tan graves que se han denunciado con respecto a los ministros que han sido sancionados en este momento, porque a él [Ulloa] se le aplicó una sanción de suspensión, la más grave para los efectos de las calificaciones, [por lo] que debía ser calificado en lista de eliminación, cosa que tampoco ocurre.
– Se ha hablado mucho acerca de cuánto poder adquiere alguien que nombra o que ayuda a nombrar a personas en altos cargos, pero también se ha dicho que eso no es delito. ¿Qué piensa usted?
Yo no me pongo en el caso de los que ayudan y los que son ayudados. Me pongo en el caso de aquellos que honestamente postulan a un cargo superior porque creen que deben ascender y cumplen con las reglas que existen al respecto. No utilizan reglas reprobables para llegar a un cargo que no se merecen. Eso es lo que me llama mucho la atención. O sea, si hay un sistema que permite a todos en una situación de igualdad postular a un cargo y que se le dan las mismas oportunidades, no puede haber una persona que ilegítimamente, mañosamente, fraudulentamente, trata de obtener un cargo.
– El “pituto”, como lo llaman.
Eso no puede existir en el Poder Judicial, que está para resolver conflictos de relevancia jurídica en los que se exige a los jueces independencia e imparcialidad. ¿Qué espera el público si se encuentra con jueces de este tipo? Que en su causa, esa transparencia, esa igualdad, esa independencia, esa imparcialidad, a lo mejor no va a existir. En general, la persona que pierda el juicio siempre va a creer que lo perdió de mala manera.
– Hoy, en la Corte Suprema se han formado bandos que han polarizado la discusión sobre la eventual destitución de Ulloa y eso ha quedado reflejado en diversos artículos de prensa que han abordado esa división. ¿Qué opinión tiene al respecto?
En general, en un tribunal colegiado, y me ocurrió muchas veces, no siempre estábamos de acuerdo. Eso es normal y correcto. Teníamos una opinión dentro de nuestras convicciones propias y personales, legales, por supuesto. Podíamos tener una gran discusión sobre un tema, se votaba y todos respetaban la votación, que es lo que corresponde según las reglas de los acuerdos y eso está relacionado con la actividad jurisdiccional únicamente. En consecuencia, todos aquellos grupos que se formen, digamos, para obtener ventajas, eso no está bien, absolutamente. Todas las discrepancias se permiten, se aceptan y existen. Incluso, en los nombramientos, por supuesto, porque hay votaciones. Yo participé en cientos de concursos y no siempre postulaban a mis candidatos. Y todos aceptamos eso, porque sabíamos que era una situación de buena fe, en una lid en que todos tenían sus derechos. Pero, cuando se forman grupos especiales para favorecer a alguien indebidamente, eso es grave, es delicado. Espero que eso no esté ocurriendo, porque si así fuera, bueno, el prestigio de la Corte Suprema, más allá de lo que ya ha bajado, se iría mucho más abajo.
– ¿Cómo quedaría la imagen del Poder Judicial, en particular el de la Corte Suprema, si Ulloa no es destituido?
Yo diría que muy baja. Bueno, ya sabemos que el público, la sociedad, la ciudadanía, tiene en este momento una percepción muy negativa del Poder Judicial y de muchas otras instituciones. En general, la ciudadanía está muy desilusionada del Estado chileno. De los políticos, de los que representan el poder, de las autoridades principales, no se salva nadie, diría yo. Y tampoco el Poder Judicial. Veo también con mucha pena que no se hace mucho para mejorar estas percepciones negativas, porque lo que tiene que hacerse es tratar de que la ciudadanía perciba que las instituciones y las autoridades funcionan.
– ¿Puede haber miembros de la Corte Suprema que consideren que lo que el ministro Ulloa ha hecho no es reprochable?
Bueno, primero que nada, eso no lo acepto. O sea, si alguien piensa que no es reprochable, desde luego lo es. Lo que está en duda es si ese reproche puede llegar a la remoción, lo que para mí no tiene duda, pero puedo aceptar que haya personas que pueden decir que es muy grave la sanción. En lo que no tengo duda: la conducta es reprochable.
– ¿Usted conoció al Señor Ulloa?
Yo conocí al ministro Ulloa porque fue relator cuando yo fui ministro de la Corte de Apelaciones. Y después fue relator de la Corte Suprema cuando yo estuve, por un tiempo. En rigor, no estuvo en mi sala. Cuando yo estuve en la sala, no coincidimos en la Corte Suprema. Yo tengo muy claro aquellos funcionarios que eran calificados y aquellos que no llegaban a ese extremo. Creo que él estaba más en ese estado.
– Me habla de las cualidades profesionales de él…
Yo diría que había mejores relatores que él. Es mi opinión, mi percepción. Yo tuve muy buenos relatores en la Corte Suprema, pero excelentes. Y había otros que no lo eran tanto.
– ¿Y el señor Ulloa estaba en esa segunda categoría?
Sí, claro.
– ¿Alguna vez se acercó Ulloa a usted para pedirle algún favor o gestión?
No, porque ya había una sensación clara de que yo no aceptaba ningún tipo de conversación en ese nivel. Yo no daba audiencia. Simplemente, no aceptaba audiencias. Yo tenía un secretario al que le decía: “Mire, no me acepte ninguna audiencia que diga relación con una causa ni con un nombramiento. No doy audiencia sobre eso”. Y eso no es porque yo lo quisiera, sino porque estaba ordenado por la misma Corte Suprema. Y porque había una norma legal que me prohibía hacerlo. Así de simple.