El empleo juvenil: la «tormenta perfecta» que ningún candidato quiere ver
09.09.2025
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09.09.2025
El autor de esta columna comenta que se está dando un escenario que hará más complejo el empleo juvenil. Y sostiene que «el futuro del empleo juvenil en Chile en la era de la inteligencia artificial es un problema de dignidad y cohesión social. Ignorar la disrupción tecnológica o abordarla con una visión limitada y tecnocéntrica no hará que el problema desaparezca; por el contrario, exacerbará las brechas sociales y económicas. El momento político que vive Chile hoy exige que los candidatos eleven el debate y establezcan un nuevo pacto que ofrezca una hoja de ruta clara, equitativa y visionaria para la generación que definirá el futuro del país».
Créditos imagen de portada: Rodrigo Fuica / Agencia Uno
El mercado laboral chileno se encuentra en la antesala de una «tormenta perfecta», una confluencia de factores que amenaza con precarizar aún más el futuro de sus jóvenes. La irrupción acelerada de la inteligencia artificial (IA) generativa, sumada a una preexistente vulnerabilidad laboral juvenil y una notoria desconexión política, configura un escenario de incertidumbre sin precedentes.
La inteligencia artificial, si bien promete nuevas oportunidades, se presenta como una fuerza disruptiva que amenaza con desplazar empleos a gran escala, afectando desproporcionadamente a los jóvenes. Un informe de Goldman Sachs proyecta que hasta 300 millones de empleos a nivel global podrían verse afectados por la automatización. En Chile, esta realidad es aún más palpable. Un estudio de Juan Bravo Merino y otros autores (2019) estimó que la probabilidad promedio de automatización para un empleo en el país es del 42,2%, lo que podría afectar a 3,3 millones de empleos. Lo preocupante es que este riesgo no se limita a trabajos de baja cualificación, alcanzando un 37% en empleos de alta calificación.
La precarización laboral juvenil en Chile es un problema arraigado. Ya en 2020, la proporción de jóvenes que ni estudiaban ni trabajaban («ninis”) alcanzó el 23,3%, el porcentaje más alto en 15 años. La pandemia de COVID-19 exacerbó esta situación, con los jóvenes perdiendo proporcionalmente más empleos que los adultos. Datos recientes de Fundación SOL revelan un profundo deterioro en el empleo joven, con una caída en la tasa de participación y ocupación, y un alza en la tasa de desempleo juvenil La informalidad supera el 50% en trabajadores menores de 20 años , y apenas un 21,5% de la población joven tiene un empleo protegido, según indica otro informe de la misma fundación.
La irrupción de la IA generativa ya está dejando su huella. Un estudio de la Universidad de Stanford, revela una caída significativa en la contratación de personas de 22 a 25 años en áreas altamente expuestas a la automatización en Estados Unidos, como el desarrollo de software y la atención al cliente. Esta tendencia plantea la seria preocupación de que el reemplazo de estos trabajos de nivel inicial, tradicionalmente la puerta de entrada para los jóvenes al mercado laboral, limite drásticamente sus oportunidades, lo que podría desencadenar una «crisis social y de desigualdad».
La percepción ciudadana chilena, sin embargo, muestra una mayor conciencia que la respuesta institucional. El estudio Habilidades del futuro del Banco Santander reveló que el 55% de los chilenos considera que el conocimiento en IA será fundamental para acceder al mercado laboral, y un 42% ya se estaba formando por iniciativa propia]. Esta auto-capacitación evidencia una desconexión crítica entre la urgencia percibida por la población y la inercia de las políticas públicas.
Es por ello que en medio de esta «tormenta perfecta», la agenda de los principales candidatos presidenciales chilenos revela una notoria desconexión con la urgencia de la disrupción tecnológica y sus implicaciones en el empleo juvenil. El discurso político dominante se centra en temas de seguridad, control fronterizo y economía tradicional, dejando las propuestas sobre el futuro del empleo juvenil en la era de la IA en un segundo plano, o simplemente ausentes
Esta desconexión entre las prioridades de los candidatos y la urgencia del tema es preocupante. La discusión sobre el futuro del empleo en la era de la IA simplemente no forma parte del debate electoral central en Chile, dejando a la juventud sin una hoja de ruta clara para enfrentar los desafíos que se avecinan.
El análisis de la inteligencia artificial, las políticas públicas y el discurso político en Chile revela una peligrosa desconexión en múltiples niveles. La brecha tecnológica expone a los jóvenes, tradicionalmente vulnerables, a la pérdida de empleos de nivel inicial, amplificando un problema preexistente.
La Política Nacional de IA, aunque ambiciosa, se basa en una premisa «tecno-optimista» obsoleta y se enfoca en la formación de un «talento» instrumental, descuidando la necesidad más profunda de forjar una ciudadanía crítica capaz de navegar el complejo futuro digital.
Lo que está claro es que la brecha política evidencia que los candidatos presidenciales, absortos en la coyuntura, no han logrado articular una respuesta coherente, dejando un vacío programático que ignora la urgencia de la disrupción tecnológica en el mercado laboral juvenil.
A mi parecer, el primer frente a fortalecer es, sin duda, el sistema educativo. No se trata solo de actualizar los currículos o hacer un diseño instrumental. El verdadero cambio comienza con una «alfabetización urgente del mundo docente» en pensamiento computacional y en el funcionamiento de la IA. Sin profesores capacitados, las herramientas digitales son solo artefactos inertes. Es vital que la educación fomente el pensamiento crítico, la ética digital y la capacidad de análisis. Estas habilidades no son reemplazables por un algoritmo y son precisamente las que permitirán a los jóvenes complementar a la IA en lugar de competir con ella. El objetivo es claro: preparar a la próxima generación para un mundo donde la colaboración entre humanos y máquinas será la norma.
De esta forma, mientras la educación se reforma, el mercado laboral debe adaptarse. La clave de esa adaptación, está en impulsar la capacitación y recapacitación de los jóvenes hacia los empleos que se están creando, en áreas emergentes como la sostenibilidad, energía renovable y Cyber seguridad, entre otros. Los programas de formación existentes deben ser reorientados con un enfoque en estas nuevas competencias. Además, se necesita una colaboración estrecha entre el Estado y el sector privado para diseñar roles que permitan a los jóvenes adquirir habilidades digitales de primera mano, trabajando directamente con herramientas de IA.
Y finalmente, estos desafío requieren una respuesta política contundente. Es imperativo un compromiso estatal que vaya más allá de la regulación actual y que equilibre la innovación con la protección social. No se puede dejar que las plataformas digitales operen sin un marco claro que garantice la seguridad y el bienestar de los trabajadores.
Para lograrlo, es vital establecer un foro permanente con participación multidisciplinaria. Este espacio, compuesto por expertos, representantes de la sociedad civil y líderes de la industria, deberá monitorear de manera proactiva el impacto de la IA en el empleo y la sociedad, ajustando las políticas en tiempo real para evitar que la «tormenta» se convierta en un huracán sin control.
En conclusión, el futuro del empleo juvenil en Chile en la era de la inteligencia artificial es un problema de dignidad y cohesión social. Ignorar la disrupción tecnológica o abordarla con una visión limitada y tecnocéntrica no hará que el problema desaparezca; por el contrario, exacerbará las brechas sociales y económicas.
El momento político que vive Chile hoy exige que los candidatos eleven el debate y establezcan un nuevo pacto que ofrezca una hoja de ruta clara, equitativa y visionaria para la generación que definirá el futuro del país.