Nuevos requisitos para estudiar Pedagogía: ¿quiénes quedan fuera?
08.08.2025
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08.08.2025
La exrectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación comenta el rechazo en la Cámara el proyecto que buscaba modificar los requisitos para estudiar Pedagogía. Comenta que «más allá de los puntajes de ingreso a Pedagogía, debemos pensar temas centrales que actualicen y evalúen los efectos de la Ley de Carrera Docente, sobre la base de evidencias, por ejemplo: cómo atraer estudiantes con potencial y vocación docente, y garantizar estándares mínimos de ingreso que favorezcan una formación profesional de calidad».
Créditos imagen de portada: Pablo Ovalle / Agencia Uno
El rechazo a la idea de legislar, por parte de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputadas y Diputados, al proyecto de ley presentado por el Gobierno que busca modificar la Ley N.º 20.129, con el fin de proponer nuevos requisitos técnicos, periódicos y basados en evidencia para el ingreso a las carreras y programas de Pedagogía, implica que el proyecto pasará ahora a discusión en Sala, donde, en caso de ser nuevamente rechazado en general, no podrá volver a ser presentado en el plazo de un año.
Dicho proyecto busca establecer un sistema que defina condiciones de ingreso más pertinentes y ajustadas a las necesidades de cada región y territorio, considerando tanto la evidencia disponible como los requerimientos de formación docente por especialidad. Si bien se reconoció durante el debate parlamentario la necesidad de abordar el problema del déficit docente desde una mirada integral —incluyendo factores como la deserción de docentes noveles—, el rechazo generalizado a legislar representa, desde una perspectiva técnica y estratégica, una decisión que no contribuye a resolver el problema.
Simulaciones elaboradas por el DEMRE a partir de las admisiones del 2024 y 2025 aplicando la regla que se debe utilizar para admisión 2026 sin las modificaciones propuestas por el Gobierno, muestran una pérdida de matrícula importante en gran parte de las universidades formadoras de profesores del país. Más grave aún dejarían, mayoritariamente, fuera a estudiantes de establecimientos municipales donde se concentra la matrícula de más vulnerabilidad socioeconómica, quienes sean, probablemente, los que mejor puedan desempeñarse en contextos vulnerables, duros, pues los conocen. Además, de modelar en sus estudiantes expectativas de continuidad en estudios superiores.
Negarse a legislar sobre las modificaciones a la Ley de Ingreso a Pedagogías implica perpetuar la idea abusiva que mayores puntajes es sinónimo de mejor desempeño, en consecuencia, que, en investigaciones sobre este tema, no se acepta explicar el desempeño académico a través de los puntajes de ingreso, debido al importante peso de otros factores relacionados con la experiencia formativa en la universidad.
Si entendemos que el sistema enfrenta distintos desafíos para mejorar de manera sustantiva la calidad de la educación escolar, la discusión sobre el déficit docente, las características deseables y los requisitos para ingresar a estudios de pedagogía, se configura una excelente coyuntura para poner en el centro de la discusión de la política pública y del próximo gobierno la educación como pilar de desarrollo del país.
Más allá de los puntajes de ingreso a Pedagogía, debemos pensar temas centrales que actualicen y evalúen los efectos de la Ley de Carrera Docente, sobre la base de evidencias, por ejemplo: cómo atraer estudiantes con potencial y vocación docente, y garantizar estándares mínimos de ingreso que favorezcan una formación profesional de calidad. Cómo asegurar el egreso, la inserción y la retención de profesores noveles particularmente en territorios y espacios escolares que más lo requieran. Qué apoyos permanentes de perfeccionamiento en servicio requieren las y los profesores que respondan a las necesidades que estos van encontrando en el aula. Cómo mejorar la relación entre horas lectivas y de preparación de clases modo que la práctica reflexiva, la selección de estrategias en atención a la diversidad de estudiantes deje de ser un discurso. Qué cambios permiten propender al bienestar docente por vía de espacios educativos bien tratantes, de mejores remuneraciones, y mayor reconocimiento social. Qué articulaciones a niveles de los órganos del estado que orbitan en torno a la escuela permitirían mayor sinergia y efectividad de la política educativa para evitar sobre demanda y sobre intervenciones, entre otros aspectos.
Estos entre otros temas tan importantes como lo son la irrupción de la Inteligencia Artificial Generativa y sus implicancias en el aprendizaje; la convivencia, las relaciones entre diversos y la democracia; el cambio climático y las nuevas migraciones; la relación educación y preparación para la vida en tiempos de la automatización del trabajo; etc. deberían estar siendo el centro del debate para comenzar este nuevo cuarto de siglo XXI que nos acerca al 2050, un futuro más incierto aún que nuestro agitado presente.