¿Por qué los roles de género impactan en la economía?
19.07.2025
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19.07.2025
La autora de esta columna escrita para CIPER analiza los datos de una encuesta del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social que indican que la sociedad mantiene la asignación de roles por género. Sostiene que «estos frenos están arraigados en nuestra forma de percibir el mundo e impactan en las expectativas que tenemos sobre el papel de la mujer en la sociedad. Si estas nociones no se modifican de forma activa y voluntaria, el desarrollo de lo económico -y de otras dimensiones- seguirá, paradójicamente estancado, en estos tiempos de transformaciones sociales».
Más allá de sus consecuencias sociales, la desigualdad entre hombres y mujeres representa un retroceso en la economía: impacta en la productividad, en la creatividad, y en las relaciones entre personas – bases sobre las que se construye la economía. Chile ha retrocedido en el ranking del World Economic Forum, tras su informe Global de Brecha de Género, que detecta la paralización en alcanzar la meta de la igualad salarial. Esto implica la presencia de ciertos frenos para lograr la simetría laboral entre hombres y mujeres. El desafío es detectar cuáles pueden ser estos frenos y los mecanismos que los mantienen activos.
La división de roles entre hombres y mujeres puede percibirse como una perspectiva anticuada, la opinión pública legitima que los hombres también pueden cuidar y que las mujeres saben liderar. Sin embargo, esta visión a priori obsoleta, que establece que los hombres deben hacerse cargo de las dimensiones y roles públicos mientras que las mujeres deben cumplir con roles domésticos, sigue enraizada en nuestra forma de actuar y de percibir el mundo.
Los roles y estereotipos de género, que asignan características y deberes diferenciados para hombres y mujeres, son actitudes y creencias automáticas e implícitas. Y aunque pasan desapercibidas y son difíciles de detectar, impactan en nuestros intereses y motivaciones, en las decisiones que tomamos y en cómo nos relacionamos.
Datos de la Encuesta Longitudinal Social de Chile (ELSOC), del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social, muestran qué piensa la sociedad chilena sobre los roles de género y cómo estas ideas han evolucionado en los últimos años. Cuando se pregunta sobre las consecuencias que tiene para sus hijos e hijas que una madre trabaje fuera del hogar -ocupando así un rol público- las respuestas no son unánimes. Durante la última década, casi la mitad de la muestra (44%) ha respondido de manera sostenida que las mujeres que trabajan fuera del hogar pueden establecer con sus hijos e hijas una relación tan cálida y sólida como una madre que no trabaja, y que estos no sufren por el hecho de que sus madres tengan empleos remunerados. Algo más de un cuarto de la población entrevistada (27%) ha mostrado una opinión contraria: si se percibe que el trabajar fuera del hogar puede impactar negativamente en el sufrimiento y relación con los hijos e hijas. Por lo tanto, si se entiende que el que una mujer ocupe un rol público tiene consecuencias dañinas en su familia, estamos como sociedad evaluando y juzgando de forma negativa a estas mujeres. No es posible reducir la brecha salarial si se cree que las mujeres que ocupan estos roles generan efectos negativos en nuestro tejido social. Lejos de validar el rol de la mujer en la construcción de nuestra economía, una parte importante de la ciudadanía cree que el deber de la mujer es permanecer en el hogar.
Además, estas creencias no son estables, sino que están en continúo cambio. El 29% de las personas encuestadas sobre este tema ha cambiado de opinión de forma contundente a lo largo de estos años. Hay quienes reportaban que el trabajar fuera del hogar implicaba consecuencias negativas en las familias de las madres, pero hoy en día ya no piensan así, y viceversa. Estos cambios de creencias y la variedad de opiniones muestran que aún existen frenos que impiden el logro de la igualdad salarial. Estos frenos están arraigados en nuestra forma de percibir el mundo e impactan en las expectativas que tenemos sobre el papel de la mujer en la sociedad. Si estas nociones no se modifican de forma activa y voluntaria, el desarrollo de lo económico -y de otras dimensiones- seguirá, paradójicamente estancado, en estos tiempos de transformaciones sociales.