TVN, por qué saldar la deuda de la televisión pública chilena
25.05.2025
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25.05.2025
Es un momento crítico para Televisión Nacional de Chile. Y el debate se reabre sobre la necesidad de tener una televisión pública, pero una de verdad. La autora de esta columna escrita para CIPER sostiene que “no podemos renunciar a la pérdida de la televisión pública chilena. Renunciar a esto significa renunciar a la posibilidad de la conformación del espacio público. La televisión pública deslinda el lugar de lo que podemos reconocer como nuestro, un rincón común que se busca preservar en el intento de saldar esta deuda”.
Imagen de portada: José Francisco Zúñiga / Agencia Uno
Desde hace un tiempo, hablar de TVN significa hablar de su financiamiento y diseñar esquemas que aseguren su sostenibilidad en una industria que ha cambiado rotundamente. Las alarmantes cifras de la deuda que contrajo la televisión pública de Chile en el ejercicio 2024 nos hace volver con mayor urgencia a la discusión sobre su financiamiento y el rol que le compete al Estado en esta tarea. Como se anunció, la pérdida alcanzó los $5.499 millones, la mayor pérdida de la última década. Sin embargo, esto no se puede desmarcar de una crisis que atraviesa la industria de los medios a nivel global. En marzo de este año la cadena pública británica BBC también dio cuenta de la caída de sus ingresos y las dificultades para financiar sus contenidos, lo que se sumaba al anuncio, a fines de enero, de la eliminación de 130 empleos como parte de un plan de austeridad.
Esto nos obliga a asumir que no solo se trata de mirar otros modelos de financiamiento y esbozar soluciones rápidas en un entorno que es más complejo. Se trata de comprender este singular momento en que los medios de comunicación tradicionales ensayan fórmulas para integrarse en un ecosistema de medios donde los grandes conglomerados tecnológicos han modificado sustancialmente las formas de producción y distribución de contenidos, inyectando una feroz competitividad en una resiliente industria. Querámoslo o no, TVN participa de este incierto escenario acarreando su propia singularidad: un canal público, pero que debe autofinanciarse a través de la publicidad.
Sin embargo, la mayor deuda no radica solo en las pérdidas económicas y la dificultad para mantenerse vigente; también en la pérdida de su sentido público. En el pasado, su mayor logro fue saber conjugar elementos identitarios, ofrecer diversidad y representación en la pantalla para cumplir con sus roles informativo, educativo y de entretención. TVN llegó a ser una empresa estatal que participaba con éxito en un mercado competitivo, convirtiéndose en un referente regional y en los debates académicos concitaban interés las claves de su éxito.
La actual problemática del canal refleja la falta de una discusión fundamental sobre el rol y el equilibrio que ofrecen los medios públicos en el sistema de medios para asegurar un sistema mediático robusto que atienda a la diversidad del país. El carácter público de un medio se funda en el empeño por producir contenidos e informar con criterios de calidad y pluralismo que trascienden las lógicas comerciales, lejos de la idea de contenidos creados con intereses publicitarios. Un canal público debe dar cabida a las distintas expresiones culturales que emergen de la diversidad de su gente y su geografía y debe concitar la atención de sus audiencias ante hechos de interés público. El escaso debate, la ausencia de discusión por fortalecer la escena televisiva y robustecer el carácter público de este medio, nos encuentra débiles socialmente ante un entorno que desdibuja la tarea y solo abre más preguntas sobre cómo afrontar la deuda.
En la actualidad, no solo se trata de saber cómo deberá ser financiada la televisión pública y sostener un acuerdo férreo por resistir ante la idea de su cierre, defendiendo la relevancia de seguir invirtiendo en ella. Este consenso debe ser construido sobre la idea de la defensa del fortalecimiento del espacio público. TVN tiene la demanda de conformar una plataforma identitaria, cuya discursividad nos reúna y represente. Pudiera ser la atención a esta tarea una forma de contrarrestar la opacidad que nos deja esa suerte de combinación de algoritmo y dopamina en que nos sumergimos cada uno de nosotros y nosotras en la idea de la conexión. Un medio público debiera ser la última frontera, un lugar que nos permite recuperarnos desde esa suerte de pantalla infinita en que discriminamos con dificultad acerca de lo que debemos poner atención. Tradicionalmente, los medios siempre fueron quienes nos ordenaban el mundo y aseguraban los espacios de encuentro. Hoy, inmersos en un mar de información, en que transitamos sin discriminar entre el encanto estético de un plato de comida y una imagen creada por IA, debemos sumar la falta de criterios para organizar y ofrecer prioridad a los temas de una agenda común. Construir nuestra opinión y participar del debate público es un ejercicio que requiere ciertos márgenes.
Esto significa hacernos cargo de volver a informar, poner un faro que fije un horizonte de navegación. Diversificar la opinión y las ideas que construyen nuestras discusiones cotidianas se vuelve una tarea titánica en contextos en que las noticias no gozan de confianza, haciendo necesario hacer frente a las actuales bajas de consumo informativo. Según el Digital News Report (Reuters Institute, 2024) en Chile el consumo de noticias decayó de forma sostenida desde el 2017. Aunque el consumo de noticias sigue siendo liderado por la televisión, TVN alcanza el cuarto lugar en la medición de consumo off line, siendo superada por los otros canales comerciales (Mega, CHV y Canal 13) y alcanza el tercer lugar en el consumo de noticias on line. Pese a estas cifras, el canal no puede renunciar a la urgente tarea de informar.
Un canal público junto a sus servicios on line requiere explorar en formatos que atiendan a las actuales formas de consumo on the go. El mismo estudio revela que los usuarios chilenos acceden a las noticias especialmente a través de sus dispositivos móviles. Esto obliga a entender los aciertos de las plataformas y el uso de los dispositivos para disputar esos espacios de atención, y que sean estos espacios el lugar donde nos podamos encontrar en algo común. El diseño de un plan futuro de sostenibilidad para TVN debe albergar al mismo tiempo una respuesta ante los desafíos de las nuevas claves de la comunicación y su irrenunciable tarea de dar lugar a un espacio del “nosotros”.
Por último, siempre se dice que la televisión pública es para todos. Esto significa que no puede faltar ninguna persona en su diversidad de representación y necesidades específicas: debe informar, educar y entretener a todas las personas que habitan el territorio, sin excepción. No podemos renunciar a la pérdida de la televisión pública chilena. Renunciar a esto significa renunciar a la posibilidad de la conformación del espacio público. La televisión pública deslinda el lugar de lo que podemos reconocer como nuestro, un rincón común que se busca preservar en el intento de saldar esta deuda.