La carrera presidencial: un casting de Nakasone
29.04.2025
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
29.04.2025
Señor Director:
Chile vive su propio reality, al más puro estilo Nakasone. ¿Lo recuerdan? El famoso exproductor de Canal 13, arquitecto de realities que convirtió la miseria ajena en tiempo de calidad con la familia. Con él aprendimos que, si creas héroes y villanos, una competencia desde lo absurdo y un par de peleas que mantengan el conflicto, se hace funcionar la maquinaria comunicacional: el drama vende más que el contenido.
Convertido en una mezcla barata entre Mundos Opuestos y La Granja VIP, Chile se enfrenta a una nueva elección presidencial al estilo García Márquez (1981).
A siete meses de la elección, el casting está muy encaminado. Tenemos al personaje “firme”, a la “madura con carácter”, al “outsider disruptivo”, al “polémico sin filtro” y a un montón de extras independientes que nadie conoce, pero que igual intentan meterse por si pueden negociar el ya conocido “CVA” (“¿cómo vamos ahí?”) post elecciones.
En la derecha, tenemos un elenco brillante.
Evelyn Matthei —nuestra versión conservadora de la tía de los almuerzos familiares— ha decidido que no solo hay que defender su legado municipal, sino también el Golpe de Estado, las muertes de la dictadura y, por supuesto, la dignidad del “Tata” (eso sí, disimuladamente, no vaya a ser que se note mucho). Total, decir que las muertes eran “inevitables” no parece tan grave, siempre y cuando esté bien editado.
Por otra parte, José Antonio Kast sigue fiel a su libreto, utilizando fake news como eslóganes de campaña y estrategia política. No importa el tema: aborto, educación sexual, migración, seguridad. Lo importante es hacer ruido y que alguien lo salga a desmentir. No olvidemos que eso también suma engagement.
Y para cerrar la triada: Johannes Kaiser, el “libertario” que cree que las vacunas tienen metales pesados, que el feminismo es tóxico y que los derechos humanos son un “invento posmoderno”. Un personaje tan de reality que debería tener su propio spin-off en horario prime (aunque, viendo su historia en YouTube, creo que ya se adelantó).
¿Y la izquierda? Bueno… están demasiado ocupados peleándose entre sí. Cada uno con su propio proyecto, su ego y su grupo de WhatsApp donde se autoconvencen de que “sí se puede”, por separado. Carolina Tohá, Gonzalo Winter, Jeannette Jara, Jaime Mulet… todos con discurso, currículum y la banda presidencial tatuada en la mente, descartando que el problema sea del sector y su notoria falta de acuerdos. No, el problema —dicen— es que no caben todos en la foto.
Todo esto ocurre mientras más de 200 independientes también quieren llegar al set. Algunos son conocidos; otros, sacados del casting abierto: desde tarotistas hasta exdirigentes deportivos. Si de algo se dieron cuenta, es que ser famoso hoy pesa más que saber gobernar o tener un plan de gobierno.
¡Bienvenidos a la democracia 2.0: Likes over Minds!
Y en medio de este desastre, no podemos olvidar a la querida audiencia.
El votante chileno, harto y desmotivado, se enfrenta a una paradoja tragicómica: el dilema del prisionero, versión cívica. Si todos cooperáramos, elegiríamos mejor. Pero como desconfiamos del otro, votamos sin convicción… o peor: sin información.
Así como vamos, en noviembre Chile no elegirá autoridades, sino personajes. No habrá proyectos, habrá perfiles. No existirán los debates, sino los virales. No habrá conducción política, habrá casting. Porque si vamos a sufrir, al menos que sea entretenido, ¿no?
De esa forma, el país sigue en modo reality, mientras nosotros comemos dulces comprados afuera del cine y observamos —casi con morbo— cómo los “participantes” se pelean por la casa-estudio de La Moneda.
Eso sí: cuando llegue el final de temporada, no será válido quejarse ante el CNTV por la cantidad de contenido 18+ que se podría transmitir en todo horario desde el Palacio Presidencial, ni decir que “no lo vimos venir”. Porque como en todo mal reality… el público siempre es parte del guion.