Sobre la política del miedo: vidrios blindados y chalecos antibalas
12.11.2025
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12.11.2025
Señor Director:
En Chile, la seguridad se ha vuelto el tema dominante de cada elección. Y aunque la preocupación ciudadana es legítima, preocupa aún más ver cómo algunos candidatos transforman ese miedo en herramienta política. Lo que debería ser un debate serio sobre políticas públicas se ha convertido en un espectáculo de chalecos antibalas, vidrios blindados y frases de guerra. Las imágenes de José Antonio Kast tras un vidrio blindado o de Franco Parisi con lo que parecía un chaleco antibalas no son gestos de precaución: son símbolos diseñados para comunicar que el país está fuera de control y que solo ellos pueden restaurar el orden.
Estos actos no son inocentes. Alimentan la idea de una sociedad al borde del colapso, empujando a votar desde el miedo, no desde la esperanza. Así, la discusión pública se reduce a quién promete ser más duro, más blindado, mientras se dejan de lado políticas de prevención, reinserción o fortalecimiento institucional. La política del miedo reemplaza el diálogo por el pánico y la deliberación por la desconfianza, volviendo más fácil manipular a una ciudadanía temerosa y menos dispuesta a exigir rendición de cuentas si eso promete “orden”.
Chile necesita recuperar la calma y la sensatez en la conversación sobre seguridad. Blindarse, proponer medidas extremas o esconderse tras muros de vidrio puede servir para una campaña, pero no construye seguridad ni confianza. Lo más preocupante es que estas puestas en escena intentan imitar, de una manera bastante burda, las tácticas comunicacionales de la política estadounidense, donde la dramatización del miedo ha llegado a límites trágicos, con atentados y asesinatos de figuras públicas. Defender la democracia es hablar con la verdad y atreverse a confrontar, sin disfraces ni escudos, la política del miedo.
Finalmente, recordemos que cuando la seguridad se transforma en espectáculo, la democracia pierde terreno.