Trabajadores explotables o delincuentes: la mirada de los migrantes en tiempos electorales
18.10.2025
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
18.10.2025
Las autoras de esta columna comentan que la migración ha sido un tema recurrente en los últimos procesos eleccionarios, pero especialmente asociándola con la seguridad. Dicen que «no hemos escuchado en la campaña presidencial, sin embargo, propuestas de políticas para incluir a la población migrante en la sociedad chilena. Ningún candidato o candidata parece haberse detenido a pensar, desde una mirada de estadista, las formas de construcción del lazo social que se han estado generando en los territorios entre nacionales y migrantes».
Créditos imagen de portada: José Humberto Campos / Agencia Uno
La migración ha sido un tema protagónico al menos en las dos últimas campañas para las elecciones presidenciales en Chile (la actual y la de 2021). En ambos casos, la asociación principal, y prácticamente transversal al espectro ideológico en que se sitúan las y los candidatos, es la que presenta a la migración como un problema de seguridad, asociándolo con la delincuencia. Los matices ideológicos han pasado fundamentalmente por quién presenta la medida más extrema para afrontar ese «gran problema». La construcción de una zanja en la frontera norte, o la detención en “centros de refugiados” -con la evidente ignorancia sobre el tema que esta terminología denota-, propuestas por el candidato de ultraderecha José Antonio Kast (presente en ambas campañas), fueron las que más abiertamente apostaron por la demagogia xenófoba y racista.
El argumento criminalizante se ha vuelto abrumadoramente hegemónico en la sociedad chilena en los últimos años frente a la presencia migrante, al punto que cuesta encontrar posiciones políticas que busquen contrarrestarlo de manera explícita o abierta. No hay evidencia empírica que logre hacerle mella a este discurso que mezcla y confunde, deliberadamente o por desinformación, migración internacional con crimen organizado transnacional.
En las últimas semanas, sin embargo, emergió en la escena pública otro argumento que en general había estado menos visible respecto de cómo se piensa al migrante en parte de la sociedad chilena: como mano de obra (barata y explotable). El tema se instaló en la discusión electoral a partir de la declaración radial del presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) y exministro de Agricultura del segundo gobierno de Sebastián Piñera (2018-2022), Antonio Walker, proponiendo avanzar hacia un proceso de regularización acotado de los trabajadores migrantes del sector agrícola que ingresaron a Chile con visas de turismo, afirmación que después matizó con la idea de “formalización”. La propuesta fue respaldada por representantes de otros gremios económicos, como Juan Pablo Swett, presidente de la Multigremial de Emprendedores. En agosto de este año, la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) también había presentado un documento realizando propuestas relativas a las personas migrantes, planteando entre otras cosas suprimir el porcentaje máximo de trabajadores extranjeros que pueden prestar servicios en una misma empresa.
Abdelmalek Sayad, sociólogo argelino estudioso de las migraciones, decía que la única razón de ser que admite el Estado para la presencia del migrante es el trabajo; que se lo acepta en tanto se necesita de él/ella, y mientras se necesita de él/ella. Stephen Castles, otro investigador de las migraciones, ha mostrado la relación histórica de la migración con el capitalismo: “El desarrollo del mercado mundial capitalista siempre ha estado vinculado con la diferenciación de los trabajadores y con el uso de la migración para generar formas de ‘mano de obra no libre’”.
Esa construcción, en tanto histórica, ha ido cambiando: de mano de obra esclava a trabajador huésped, o de colono a migrante irregular, por ejemplo. Sandro Mezzadra, un agudo estudioso italiano de las migraciones en la actualidad, ha dicho que la irregularización es una de las principales formas de jerarquización del “trabajo vivo” en el capitalismo actual.
Las regularizaciones selectivas, como la propuesta por el presidente de la SNA, no hacen sino reforzar, justamente, los procesos de irregularización que lleva adelante el Estado, mediante la implementación de mecanismos para dificultar el acceso a los visados. Pero además, la discusión pública generada por esta propuesta de “formalización”, fundamentada en la escasez de mano de obra nacional para las labores agrícolas, abona a una mirada utilitarista de las personas migrantes que, junto con la securitista, han primado en el pensamiento del Estado chileno sobre la migración desde hace décadas.
No hemos escuchado en la campaña presidencial, sin embargo, propuestas de políticas para incluir a la población migrante en la sociedad chilena. Ningún candidato o candidata parece haberse detenido a pensar, desde una mirada de estadista, las formas de construcción del lazo social que se han estado generando en los territorios entre nacionales y migrantes. Tampoco en el impacto que sus irresponsables declaraciones xenófobas pueden tener en esa convivencia en los barrios de nuestras ciudades. ¿Qué tipo de lazo social se puede construir con personas concebidas como delincuentes, o como mano de obra explotable?, ¿qué clase de vínculo se propicia con personas a las que se busca excluir de la posibilidad de participación en las decisiones políticas del territorio en el que viven? Sin tener habilidades proyectivas, no resulta difícil concluir que no parece ser el lazo que articule a una sociedad cohesionada e igualitaria.