Luksic crea nueva Corporación Municipal en Huechuraba: un retroceso en el acceso al deporte y la cultura
02.09.2025
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02.09.2025
Señor Director:
¿Sorprende que la administración de Maximiliano Luksic en Huechuraba haya impulsado la creación de una corporación municipal? Tal vez por la rapidez con que se concretó, pero no por la intención. La propuesta ya figuraba en su programa de gobierno local —aunque apenas en cincuenta palabras—. Lo verdaderamente escandaloso es la forma en que se materializó: sin informar a la comunidad y con el respaldo de apenas 3 de los 8 concejales en ejercicio, lo que desató la indignación de vecinos y organizaciones sociales.
La iniciativa busca instalar una Corporación Municipal de Deporte, Cultura y Fomento, con la promesa de ampliar la gestión en estas áreas. El propio edil señaló que se trataría de “dar un modelo de negocio” a infraestructura municipal que hoy solo significa un costo para el municipio.
El alcalde insiste en que esta nueva corporación no implica privatización. Sin embargo, la propuesta habla explícitamente de arriendo de recintos, venta de entradas a actividades y posibles concesiones, lo que restringe de distintas formas el acceso a bienes públicos. Como advirtió el medio local El Pincoyazo, lo que se presenta como modernización puede terminar siendo, en la práctica, un proceso de privatización.
Conviene recordar que las corporaciones municipales son entidades de derecho privado, creadas en la década de 1980, en plena dictadura militar, bajo la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades (Ley N° 18.695). Estas figuras jurídicas —regidas por el Código Civil— gozan de autonomía y patrimonio propio, operando con lógica empresarial, distinta a la de los municipios.
La experiencia reciente en distintas comunas obliga a la cautela: lo que en el papel parece una herramienta de progreso, en la práctica suele transformarse en un espacio de opacidad, discrecionalidad y privatización encubierta. Muchas funcionan como brazos paralelos de las alcaldías, esquivando la decisión democrática de los concejos municipales, concentrando poder y abriendo espacios a la corrupción. La evidencia acumulada es clara: lo que se presenta como un mecanismo para fortalecer el desarrollo local, termina siendo un vehículo para el desvío de recursos, el clientelismo y el favoritismo político.
¿Un déjà vu en la administración Luksic?
Lo ocurrido en Huechuraba no es un hecho aislado. Apenas iniciada su gestión, Maximiliano Luksic destinó cerca de $1.000 millones a la Asociación de Municipios por la Seguridad de la Zona Oriente (AMSZO), heredera de la extinta AMZO. Conviene recordar que esta última —conformada por Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea— fue objeto de un demoledor informe de Contraloría, que detectó pagos sin respaldo, viajes injustificados, asesorías políticas y manejo irregular de cuentas bancarias.
En palabras de Alberto Precht, director ejecutivo de Chile Transparente, estas entidades suelen operar como verdaderas “cajas pagadoras de favores y sobresueldos”, precisamente porque funcionan con menor control municipal y mayor opacidad.
En Huechuraba, la preocupación es concreta. La nueva corporación podría concesionar bienes municipales —como el Planetario, el Café Literario o el Complejo Deportivo Raúl Inostroza (conocido como Siete Canchas)— sin garantías efectivas de fiscalización ni control ciudadano. En lugar de fortalecer lo público, se abriría la puerta a la privatización de espacios comunitarios que deberían pertenecer y servir a todos los vecinos.
La forma importa
Lo que tensiona a la comunidad no es solo el fondo de la medida, sino también su forma: una aprobación sin consulta ciudadana, sin diálogo con trabajadores municipales y con un quórum mínimo en el concejo. Solo tres de ocho concejales votaron a favor en una sesión que alcanzó el quórum recién después de dos empates en la votación anterior. Una decisión de alto impacto tomada de espaldas a la comunidad que se supone debe beneficiar.
Una corporación municipal debería estar al servicio de la ciudadanía, con reglas claras de transparencia y fiscalización efectiva. En Huechuraba —como lo demuestra la experiencia de otras comunas— es vital no repetir errores. Si la forma en que se aprueba genera desconfianza, el fondo nunca logrará legitimarse.