¿Qué hay detrás de las protestas en Israel?
31.08.2025
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31.08.2025
El autor de esta columna analiza la oposición interna israelí al genocidio en Gaza. Y explica que “lo que no es de esperar es que se reproduzcan en Israel las protestas en contra de la guerra en Gaza que se han visto en innumerables países del mundo, porque la población israelí no está tan dividida en torno a ese tema. Si bien hay quienes han manifestado una voz disidente y han protestado en contra de los crímenes israelíes, siguen siendo un grupo minoritario”. Y sostiene que “los israelíes que protestan no lo hacen por Palestina o por los palestinos, lo hacen por desaprobar el curso de la guerra del primer ministro”.
Créditos imagen de portada: Xinhua / Rizek Abdeljawad / Agencia Uno
El lunes 26 de agosto en Tel Aviv, Israel, miles de manifestantes se congregaron para protestar en contra del curso de la guerra en Gaza. La oposición al gobierno de Benjamín Netanyahu ha crecido considerablemente conforme han transcurrido meses y meses de guerra en Gaza. Según una encuesta de marzo de 2025, el 70% de los consultados no confía en el primer ministro Netanyahu. Los motivos de este descontento son variados, pero sus antecedentes son antiguos, anteriores a la guerra en Gaza.
La ciudadanía israelí está cada vez más disconforme con el curso de la guerra, con la eternización del conflicto y con un gobierno que perciben no tiene interés en recuperar a los rehenes que quedan bajo custodia (vivos y muertos) en el enclave palestino. Pero no es solo la ciudadanía, ex primeros ministros como Ehud Olmert y Ehud Barak, ex miembros del ejército y del sector de inteligencia de Israel, han señalado que el gobierno de Netanyahu está cometiendo crímenes de guerra, que no tiene un plan concreto para el futuro de Gaza y que no se interesa por los rehenes. Es decir, las críticas al gobierno de Netanyahu son profundas y dividen a la población israelí. Entonces, ¿qué está pasando en Israel?
Para responder a esta pregunta debemos examinar la historia de conflicto con Palestina. Como señala el historiador palestino-estadounidense Rashid Khalidi, la guerra contra Palestina tiene una historia centenaria, es anterior a la Nakba (desastre) del año 1948. Desde 1917, en plena Primera Guerra Mundial, el imperio británico comenzó su guerra contra Palestina, guerra posteriormente continuada por el sionismo. Con la guerra de 1948 y la Nakba, que significó el desplazamiento de cientos de miles de palestinos a diversos lugares, tanto dentro de los territorios palestinos, como en países árabes circundantes, se inaugura una nueva etapa de esta guerra, la peor de hecho. Desde entonces, los palestinos, dentro y fuera de Israel, han sufrido una constante humillación y ocupación de sus tierras.
Este estado permanente de guerra en contra de los palestinos ha ido transformando a la población israelí. Si bien nunca hubo confianza plena en que ambos pueblos pudieran coexistir y siempre ha habido sectores más reaccionarios contrarios a cualquier compromiso con los árabes, hubo una época en que al menos la posibilidad de acuerdo, de compromiso, de coexistencia, era posible. Hoy nada de eso es factible: la población israelí no quiere convivir con los palestinos. Pero esto no nace del 7 de octubre de 2023, como señalé antes.
Un factor fundamental en esta larga historia de guerra contra Palestina es la derechización de Israel, principalmente desde los años 70. Como consecuencia de la guerra de los 6 días, de 1967, la derecha religiosa solo ha crecido. Primero se crea el Gush Emunim (Bloque de los Creyentes), un grupo fundamentalista judío de carácter mesiánico que perseguía el objetivo de colonizar los territorios palestinos. Este grupo es el antecedente más importante del actual movimiento de colonos de Cisjordania, un actor político clave en Israel y que, entre sus miembros, cuenta con activistas radicales considerados como peligrosos por varios países occidentales que incluso los han sancionado. Este grupo mesiánico, fundamentalista y terrorista está detrás de varios ataques violentos en contra de palestinos de Cisjordania.
Otro actor clave de la vida pública israelí es el Likud, el partido del primer ministro Netanyahu. Este partido, cuyo gran líder fue el primer ministro Menachem Begin entre 1973 y 1983, proviene de los postulados de Zeev Jabotinsky, quien demandaba establecer un muro de hierro de separación con los árabes. Esta derecha nacionalista, mesiánica, racista y liberal en lo económico, rompió con la hegemonía de la izquierda israelí.
Este país fue gobernado desde su nacimiento por políticos de izquierda, que no solo creían en la posibilidad de una economía social, sino también en la posibilidad (aunque mínima) de coexistir con los palestinos. Con esta derechización israelí, la hegemonía cultural de esa derecha ha ido incrustándose en los israelíes.
Otro factor importante de cambio en la sociedad israelí en estos 100 años de guerra contra Palestina es el mesianismo. El nacionalismo religioso está muy presente en este gobierno, no solo en sus socios de coalición más abiertamente fundamentalistas religiosos, como el partido Poder Judío de Itamar Ben-Gvir o el Partido Sionista Religioso de Bezalel Smotrich, ambos ministros actuales, sino en el mismo Netanyahu que en innumerables ocasiones en el curso de la guerra ha hecho referencia a la Biblia. Por ejemplo, en noviembre de 2023, comenzando la guerra, Netanyahu hizo referencia a Amalek: los amalecitas son un grupo que en la Biblia se menciona como enemigo de los judíos y al que el comandante de los judíos destruyó completamente, es decir, para “Bibi”, los palestinos son como un pueblo bíblico que debe ser completamente aniquilado.
Según el activista israelí Meir Margalit, para estos mesianistas la actual guerra es una oportunidad histórica para producir un shock que lleve al colapso a la Autoridad Palestina. Según Margalit, lo más extremo de este mesianismo es que para estos grupos estaríamos en los umbrales de la era mesiánica ante el advenimiento del Tercer Templo, el que debería construirse en el mismo lugar donde estuvo el primero y el segundo, es decir, donde ahora está la mezquita de Al-Aqsa, en Jerusalén, uno de los lugares más sagrados para los musulmanes. Itamar Ben-Gvir, ministro de seguridad nacional, compareció en agosto de 2024 en la explanada de la mezquita en Jerusalén, con un contingente de seguridad cuantioso para rezar y hablar de su proyecto de destruir la mezquita y construir el mencionado templo, siendo este un enorme acto de provocación e incitación al odio.
Ahora bien, existe un grupo importante, pero minoritario de ciudadanos que han manifestado su descontento por la guerra en Gaza por razones humanitarias. El periódico Haaretz es el medio de expresión de aquellos. También está la organización B’Tselem, que hace poco emitió un informe señalando que lo que está haciendo Israel en Gaza es un genocidio. Existe, además, una organización de exsoldados que se rehúsan a seguir sirviendo a los propósitos violentos del Estado: Breaking the Silence, que también han denunciado las tácticas criminales del Estado de Israel en Gaza.
Un dato importante, de acuerdo con un estudio de aChord, un centro de estudios israelí, realizado en mayo pasado: el 72% de los israelíes consideran que el primer ministro debe renunciar. Sin embargo, otro estudio de la misma encuestadora señala que el 76% de los israelíes está parcial o totalmente de acuerdo con la idea de que no hay civiles inocentes en Gaza. Es decir, los israelíes que protestan no lo hacen por Palestina o por los palestinos, lo hacen por desaprobar el curso de la guerra del primer ministro.
Es evidente entonces que las protestas no son por razones humanitarias, más bien se explican por el descontento con el gobierno. Este descontento con el gobierno también se explica históricamente: Netanyahu no es un político tan popular como uno podría pensar dado el hecho de que es el primer ministro que más tiempo ha permanecido en el poder. Esta estadía prolongada en el poder se explica por una atomización del sistema de partidos y el crecimiento de formaciones de extrema derecha. “Bibi” ha sido el único capaz de formar coaliciones de gobierno con esas formaciones partidistas.
Antes de la guerra en Gaza ya habían estallado protestas multitudinarias en contra del gobierno, en esa ocasión por el proyecto de ley que le habría dado un enorme poder sobre la Corte Suprema. También han estallado protestas por la exención militar de los jaredíes (judíos ortodoxos), en un país donde hombres y mujeres deben cumplir con un estricto servicio militar. Es decir, el descontento social con el gobierno de “Bibi” Netanyahu es antiguo, la guerra eterna en Gaza lo está trayendo de vuelta.
Lo que no es de esperar es que se reproduzcan en Israel las protestas en contra de la guerra en Gaza que se han visto en innumerables países del mundo, porque la población israelí no está tan dividida en torno a ese tema. Si bien hay quienes han manifestado una voz disidente y han protestado en contra de los crímenes israelíes, siguen siendo un grupo minoritario.