La indiferencia ante el genocidio en Gaza
28.08.2025
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28.08.2025
Señor Director:
Sumaya tiene 35 años y 5 hijos. Ha perdido la mitad de su peso por la hambruna y sobrevive con 35 kilos de peso, pesaba 75 kilos antes del inicio del genocidio. Además, padece un cáncer de mama sin acceso a tratamiento. Su esposo herido del pie al inicio de la guerra y con una herida de mano tampoco puede desplazarse ni cuidar de sus hijas e hijos.
En el reportaje del diario El País de España, del domingo 24 de agosto, Sumaya dice que esperarán la muerte, que les caiga una bomba, ya no pueden desplazarse y sus cuerpos no resisten más.
La historia de Sumaya no es única, se multiplica por miles en una Gaza hambrienta, rota y destruida por la acción inhumana de Israel y por la indiferencia colectiva de un mundo entero.
A diferencia de otros genocidios y guerras del pasado, este lo estamos viendo en vivo, con historias reales y en tiempo real. Estamos viendo el padecimiento de personas que tienen nombres e identidades. El mundo está viendo una película de terror, pero en esta película no hay personajes ficticios, solo personas de carne y hueso sufriendo.
Sumaya y su familia lamentablemente no son personajes creados. Y por lo mismo, sus vivencias de cruel sufrimiento no pueden ni deben pasar en vano.
Día a día elijo leer, informarme, protestar, pero la impotencia y el dolor me invaden. Mi corazón late en Barcelona mientras a escasos 3.150 kilómetros, en Gaza, también late el débil corazón de Sumaya.
Es difícil aceptar que la humanidad está fracasando, pero no hay duda de que como colectivo perdimos la empatía. Ha ganado la indiferencia y el individualismo.
Nuestras instituciones “democráticas” también han fracasado porque no han logrado (o no han querido) detener esta masacre en 1 año y 10 meses. Qué paradójico es que en la sociedad de la “inmediatez” detener el sufrimiento de 2 millones de gazatíes no sea una prioridad ni menos algo inmediato. Con más prontitud se han rescatado a grandes bancos en crisis económicas que a 2 millones de personas en esta crisis humanitaria. Esta es otra muestra de que el dinero es más importante que la vida en el sistema actual.
Urge reconstruir el sistema internacional que nos sostiene, pero es difícil que ello suceda con Trump al mando del mundo y con una Europa que calla para no molestarle.
A mí sí me importas Sumaya, a mí sí me importan tus 5 hijas e hijos. No tengo el poder de detener este genocidio, pero mi voz estará en alto alzándose junto a la tuya, y lo seguirá estando incluso si la tuya la llegaran a apagar.