Martin Gusinde: el europeo que nos hizo conocer a los yaganes
27.07.2025
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27.07.2025
La autora de esta columna pone su mirada sobre la exposición “Gusinde: Historia de una Huella” que se realizó en el DUOC en Santiago y que ahora viaja a la Región de Valparaíso. Sostiene que «Gusinde mantiene su vigencia, porque sigue siendo necesario advertir a los gobiernos, con el mismo vigor y valentía del etnólogo, el cuidado patrimonial de los fueguinos que no se arregla solo con darles vacantes para realizar estudios profesionales, proteger bélicamente ese territorio geográfico que nos da proyección antártica, como tampoco con recrear el guion de un museo o, incluso, proteger algunas especies, por ejemplo».
Imagen de portada: fotos de Carolina Abell
Los fueguinos ancestrales habitaron los fríos escenarios de la finis terrae donde el viento, la lluvia y el mar; las aves y los mamíferos eran casi los únicos sonidos. Allí, entre arbustos, pieles y chozas convivieron los nómades amistados con Martin Gusinde (1886–1969). Compartieron sus hábitos y costumbres y viajaron con el etnólogo tal como solían hacerlo: por tierra o navegando por el archipiélago en canoas de corteza. Durante los periodos expedicionarios de Gusinde, las mujeres aún mariscaban y los hombres cazaban. Entonces, según registros de la época solo vivían 70 yaganes. Por eso, el misionero Gusinde se dedicó a observar sus costumbres. Quería poner en valor su cultura y, en múltiples informes dirigidos a las más altas autoridades del país, alzó la voz. Quería conseguir apoyo, escribió para “perpetuar su memoria” y asegurar la conservación de sus costumbres y creencias.
Gusinde -doctor de la U. de Viena, 1926- vino a enseñar en el Liceo Alemán de Santiago de la Congregación del Verbo Divino, pero también se hizo tiempo para realizar investigaciones de campo que aún se constituyen como registros patrimoniales universales. Sus cuidadosos documentos y publicaciones, colecciones de objetos (parte de colecciones en museos chilenos y europeos), fotografías artísticas-documentales y grabaciones sonoras inmortalizan cantos, voces y palabras, entre otros aspectos, de la lengua perteneciente a los pueblos originarios más australes de Chile.
Al principio, a inicios del siglo XX, las culturas de Tierra del Fuego y del Archipiélago de Cabo de Hornos carecían de prioridad para los gobiernos chilenos. Sin embargo, decenios después, debido a la labor e insistente llamado de Gusinde se fundó en su recuerdo el Museo Antropológico Martin Gusinde, ubicado en Puerto Williams,. Su obra científica ha sido un crucial aporte patrimonial. En 2023 su nombre y guion fueron renovados llamándose Museo Territorial Yagán Usi, M. González Calderón. El nuevo guion museológico incorpora las insistentes preocupaciones antropológico-culturales del misionero europeo, pero todavía urgen mayores esfuerzos para conservar -tal como lo advirtió a las más altas autoridades- el patrimonio originario. Gusinde lo valoró e hizo todo lo que pudo para preservar sus culturas sin imponerles nada. Salió de sí mismo para ver respetuosamente a los demás. Ese es el mayor legado de este controvertido investigador misionero cuyas investigaciones, colecciones etnográficas y diarios han sido cuidados. Y sus libros, informes y documentos de publicación restringida. Ello, sin duda, resta posibilidades de estudio y de voz a las comunidades indígenas que son las más interesados en darle valor a su cultura que, por lo demás, también es patrimonio chileno y universal.
Con el conocimiento disperso y poco difundido aún cuesta contrastar opiniones y, quiérase o no, los legados se sumergen hacia la subterra. Quizá ello explique que los herederos contemporáneos de esos hábitos, costumbres y creencias que tanto interesaron a Gusinde tengan limitaciones para acceder a sus investigaciones y, por ende, a los estudios presentes. Por eso se ignora, en algunos círculos no científicos, el pensar de un visionario europeo que con su vida y obra nunca impuso una mirada política ni religiosa. Al contrario, con sus investigaciones de campo ayudó a corregir la mirada espantosa que difundió Darwin al calificar a los fueguinos como los seres más cercanos a los animales.
Gusinde mantiene su vigencia, porque sigue siendo necesario advertir a los gobiernos, con el mismo vigor y valentía del etnólogo, el cuidado patrimonial de los fueguinos que no se arregla solo con darles vacantes para realizar estudios profesionales, proteger bélicamente ese territorio geográfico que nos da proyección antártica, como tampoco con recrear el guion de un museo o, incluso, proteger algunas especies, por ejemplo.
Entre otras urgencias, es fundamental regular la llegada de los verdaderos “edificios” de navegación turística, controlar los basurales isleños, limpiar sus costas contaminadas, aumentar las conexiones aéreas y marítimas. Pero, sobre todo, urge apreciar más su pensamiento, su cultura. El profesor y el artesano yaganés, José González C. y Luis Gómez Z., respectivamente, sostienen que necesitan, por ejemplo, “seguir navegando en familia con facilidades” en las que fueran sus aguas por siglos, pues “cuesta mucho conseguir los permisos”. Ellos dicen que quieren ser oídos “de buena manera y a tiempo». Eso es, “antes de que se tomen las determinaciones que los involucran”.
Preservar la cultura es tarea de todos. Por eso es tan relevante la iniciativa del DUOC, con el apoyo de otras instituciones, al realizar el proyecto expositivo “Gusinde: Historia de una Huella” que involucra a estos pueblos originarios del extremo sur del país y que, además, los invitó a verla. Sólo dos yaganes aceptaron venir a ver el valioso trabajo desarrollado por sus alumnos y profesor guía. Por eso José González C. y Luis Gómez Z. pasaron por Santiago, junto al exdirector del exMuseo Martin Gusinde, Maurice Van de Maele, para opinar sobre la exposición, concebida como itinerante, que se exhibe -hasta fines de mes- en la sede de DUOC, situada en P. Alonso Ovalle 1586 de la capital.
Conversar, con ellos en torno a un vaso de agua, en el acceso de un hotel ubicado en Providencia, planteó diversos temas e hizo recordar otras exposiciones fotográficas de Gusinde y la bellísima muestra, organizada por la antigua Dirección de Museos, Bibliotecas y Archivos en los ‘80 del siglo pasado. Entonces, bajo la dirección del abogado-historiador Mario Arnello y, con motivo del primer centenario de los viajes expedicionarios de Gusinde a la zona austral, crearon un homenaje. Ese año 1986 otros yaganes vinieron a la inauguración de una exposición difícil de igualar: “Martin Gusinde: Cazador de Sombras”, supervisada técnicamente por el antropólogo Daniel Quiroz. En el continente eran casi desconocidos los cantos que entonaron. Y, muchos años después, seguían siendo también un misterio las grabaciones fonográficas de M. Gusinde. Inédita fue la selección de cantos escuchados en Chile, -gracias a la colaboración de la Fundación Gusinde-, en la muestra que también incluyó fotografías tomadas por el misionero, titulada “Voz Fueguina. 100 años de Silencio”, realizada en la Casona Cultural de Las Condes en 2022. Y, en 2023, volvieron a ser oídos y vistas las imágenes junto a sus publicaciones por cientos de escolares y sus docentes en el Colegio Verbo Divino. Ambas muestras, cuyas curatorías estuvieron a mi cargo, buscaron reconocer el aporte de las expediciones y de la obra etnográfica que Gusinde hizo sobre los pueblos Selk’nam (onas), Yagán (yámana) y Kawéskar (alacalufes), quienes fueron extinguidos, en gran parte, debido al encuentro con los colonizadores y la ocupación de las tierras por empresas laneras más que por causas endémicas.
La creativa e histórica muestra actual que se expone en el centro educativo DUOC, enseña y aporta a la integración cultural. Su valor también reside en que fue hecha por jóvenes chilenos, futuros profesionales, que supieron investigar para comprender, crear y poner en valor dos aspectos patrimoniales fundamentales: las culturas originarias y el aporte de los estudiosos.
Para cumplir la meta, otra vez, ayudó la Fundación Gusinde que cuenta con el soporte de la europea Congregación del Verbo Divino (donde se formó Martin Gusinde). Los alumnos DUOC dirigidos por Janett Lisa Campos, su profesora, crearon un interesante espacio que contempla un recorrido visual bello y didáctico que, a su vez, entrega información sustanciosa por medio de pendones con textos, imágenes digitales y objetos proporcionados por el Museo Nacional de Historia Natural (legatario de la Colección Etnográfica de Gusinde) e, incluso, una réplica de una canoa yagán.
Los entusiastas alumnos también analizaron las formas estructurales de los medios de navegación para construir un túnel (tipo espinazo de pez) que se convierte en el original espacio desmontable que contiene la exhibición. Y con excelencia elaboraron un contenedor simple, liviano y transportable que permitirá llevar la muestra en agosto a Valparaíso y, es de esperar, a la Región de Magallanes y Antártica chilena.
Esos profesionales del mañana tienen hoy entre sus manos una semilla tan potente como la de Gusinde. Ese modo de apoyar la puesta en valor y muestra de la trascendencia cultural de estos pueblos originarios es donde radica el relevante aporte educativo institucional que, una vez realizado el proyecto curricular, buscó la opinión de los yaganes.
Hoy, cuando la muestra “Gusinde: Historia de una Huella” podría navegar por los mares del sur austral, es necesario recordar que Gusinde nació en Breslau, Silesia (actualmente Wroclaw, Polonia). Estudió antropología con W. Schmidt también sacerdote de la SVD y uno de los fundadores de la escuela de círculos culturales que buscaba estudiar la historia con una perspectiva diferente a la evolucionista predominante en esa época. En Chile también colaboró con el entonces flamante Museo de Etnología y Antropología de Chile, dirigido por arqueólogo alemán Max Uhle. Y, sin parar, sumó esfuerzos para reconocer sitios arqueológicos en las costas de la zona central. Además, estudió la medicina e higiene mapuche creando un registro único hasta hoy. Pero su mayor aporte fue escribir, a mano, dos veces, Die Feuerland Indianer. El exhaustivo trabajo investigador dedicado a los selk’nam, yámana y kawéskar que inmortaliza la antropología física fueguina con fotografías, dibujos y diversas tablas publicados en alemán entre 1931 y 1974. Recién entre 1982 y 1991, la totalidad de los nueve volúmenes fueron publicados en castellano por el Centro Argentino de Etnología Americana.
Por ello es necesario destacar estos esfuerzos que suman y, a su vez, recordar que, pese a las dificultades que sorteó Gusinde en cada expedición (1918 a 1923) , su legado testimonia una vez más el valor cultural, más allá de cualquier pensamiento o creencia, de estos pueblos ancestrales. Ello exige seguir insistiendo, porque -tal como lo escribió el etnólogo- “para que un pueblo se comprenda a sí mismo, debe empezar por estudiar su propia cultura (…)”. Y para que no sea tan corta la vida y tan largo el olvido hay que elevar, una y otra vez, la voz.