¿Y si todos hiciéramos como el director del SII?
18.07.2025
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18.07.2025
He leído con mezcla de sorpresa, resignación y una pizca de ternura la explicación del director del Servicio de Impuestos Internos, Javier Etcheberry, respecto a su propiedad en Paine, la misma que —según reportes— no pagó contribuciones durante casi una década. La causa, dice él, es que lleva más de 15 años intentando inscribirla, luchando heroicamente contra la burocracia, con arquitecto incluido y todo.
Me imagino a don Javier, entre planos y certificados de número, enfrentando al monstruo de los permisos municipales con la misma frustración que cualquier chileno promedio. Solo que, claro, en su caso es director del SII… ese mismo organismo que exige exactitud milimétrica a los contribuyentes y aplica multas al que se le traspapela una boleta de honorarios.
Confieso que sentí algo de alivio. Si ni siquiera el jefe del fisco puede regularizar su casa, ¿por qué deberíamos preocuparnos los demás mortales por declarar una ampliación de terraza, o por pagar a tiempo las contribuciones de ese sitio eriazo que heredamos de la tía?
Pero el alivio duró poco. Porque lo cierto es que no todos somos Etcheberry. A usted o a mí el SII no nos “pierde las declaraciones por nueve años”, ni nos reavalúa mágicamente la propiedad horas después de una denuncia televisiva. A nosotros no nos basta con decir: “hice lo que pude”. La ley —esa que el director del SII administra— no es tan comprensiva con el resto.
¿Será que estamos ante una nueva doctrina tributaria? ¿Una “sostenibilidad tributaria emocional”? ¿O un “compliance espiritual”, donde lo que vale no es cumplir, sino simplemente intentarlo con buena voluntad?
Ojalá que esta historia no quede solo en la anécdota. Porque si el ejemplo viene de arriba, el resto del sistema se resiente. Si la evasión comienza en el techo de la autoridad, es difícil que el resto de la casa no se venga abajo.