Discurso de Rosa Devés en la inauguración de la Gran Sala Sinfónica de la Universidad de Chile
11.07.2025
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11.07.2025
CIPER publica el discurso que dio la rectora de la Universidad de Chile, Rosa Devés, el jueves 10 de julio de 2025, para inaugurar la Gran Sala Sinfónica Nacional de la Universidad de Chile. Según dijo, el edificio no solo contempla su amplio anfiteatro, sino también, salas de ensayo y nuevas dependencias para el funcionamiento del Centro de Extensión Artística y Cultural Domingo Santa Cruz, CEAC.
Créditos imagen de portada: Sitio web Universidad de Chile
Un saludo afectuoso al Excelentísimo Sr. Presidente de la República Sr. Gabriel Boric Font, a la Prorrectora de la Universidad de Chile, Profesora Alejandra Mizala, a los ex Rectores Víctor Pérez y Luis Riveros, a todas las autoridades nacionales, universitarias y del cuerpo diplomático, a Dominique Thomann, Directora del CEAC, a los maestros Maximiano Valdés y Juan Pablo Villarroel, a los y las integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile y del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, y a cada uno, cada una de ustedes, que nos acompañan en este concierto inaugural de la nueva Gran Sala Sinfónica Nacional.
Es un honor dirigir estas palabras en un día histórico para la Universidad de Chile, cuando entregamos al país esta gran obra arquitectónica dedicada a la música que es fruto del esfuerzo de nuestra comunidad, pero también triunfo de la imaginación y de la voluntad.
Nuestro país mantuvo, por más de ocho décadas, una deuda con sus elencos estables patrimoniales y con orgullo podemos decir que la Universidad de Chile la ha saldado, al poner a disposición de la ciudadanía un centro de excelencia para las artes – que no sólo contempla la Gran Sala Sinfónica que hoy inauguramos – sino también salas de ensayo de alta calidad para la Orquesta, el BANCH, el Coro y la Camerata, así como nuevas dependencias para el funcionamiento del Centro de Extensión Artística y Cultural Domingo Santa Cruz, el CEAC.
Han transcurrido 85 años desde que se creara por ley el Instituto de Extensión Musical, al que se encomendó la responsabilidad de formar y mantener una Orquesta Sinfónica y 84 años desde el primer concierto oficial de la Orquesta Sinfónica de Chile, realizado el 7 de enero de 1941 en el Teatro Municipal de Santiago, bajo la dirección de su primer director titular, el maestro Armando Carvajal.
Este hito fundacional fue posible gracias al impulso de los maestros Domingo Santa Cruz y Armando Carvajal, así como del rector Juvenal Hernández, visionario promotor de la extensión artística en la Universidad de Chile. Desde aquel día, la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile ha cumplido una labor irremplazable en la difusión de la música, acercándola a públicos diversos que, generación tras generación, han podido disfrutar de su calidad artística.
A lo largo de su historia, ha sido dirigida por grandes maestros internacionales pero, sin duda, quienes han marcado su carácter y calidad artística han sido sus directores titulares, los Maestros: Armando Carvajal, Víctor Tevah, David Serendero, Francisco Rettig, Agustín Cullel, Irwin Hoffman, Juan Pablo Izquierdo, David del Pino, Michal Nesterowicz, Leonid Grin y Rodolfo Saglimbeni, junto al talento y maestría de sus 91 músicos estables, concertinos y solistas.
Sentimos el mismo orgullo por la historia y labor excepcional del Coro Sinfónico, integrado por cerca de cien voces, que en estos días celebra 80 años bajo la dirección del maestro Juan Pablo Villarroel.
Con esta Gran Sala Sinfónica Nacional honramos la visión de una nación que dio luz a conjuntos musicales capaces de conectar a Chile con una tradición creativa universal, a través de la cual intérpretes y creadores continúan nutriendo el alma nacional.
En ella habitará el espíritu de nuestros músicos y artistas del pasado y del presente, pero también el espíritu de nuestros estudiantes cuya búsqueda apasionada de un mejor espacio para sus estudios dio impulso al Complejo VM20. Aquí está también el espíritu de nuestra comunidad durante tres rectorías: la del Profesor Víctor Pérez que imaginó y proyectó este complejo, la rectoría del Profesor Ennio Vivaldi y la nuestra que en conjunto asumimos la responsabilidad de concretarlo. Asimismo, el talento y profesionalismo de las Oficinas de Arquitectura de Jorge Iglesis y Marcial Diéguez, de los ingenieros, profesionales y trabajadores de Ferrovial así como de nuestra propia Universidad, sin olvidar el rol central que ha desempeñado el muy destacado ingeniero acústico, músico y profesor, Gustavo Basso.
También está presente en esta Sala el espíritu de quienes han liderado el CEAC en estos años: Ernesto Ottone, Diego Matte y Dominique Thomann, cuya labor ha sido clave en cada tiempo para el logro que hoy celebramos.
Conscientes de que esta es una obra para Chile, supimos también escuchar a la ciudadanía cuando expresó el deseo de que se preservara la histórica fachada de la antigua Escuela de Química y Farmacia. El proyecto fue entonces modificado para hacer posible su conservación, y hoy todos agradecemos esa voz pública que aportó a enriquecerlo.
Nuestra Universidad sabe leer los tiempos, lo ha hecho a lo largo de la historia, entendiendo que la superación de las dificultades enriquece y fortalece a la institución. Por ello no solo fuimos capaces de sobreponernos a las dificultades que representaron el estallido y la pandemia en pleno proceso de construcción, sino también de darles sentido. Es así como, este edificio es futuro, pero es también memoria y se levanta para honrar el valor de lo público en su sentido más amplio y profundo. Grandeza pública es lo que este lugar representa y comunica.
Estamos conscientes que tenemos la responsabilidad de cautelar que excelencia y democracia estén igualmente presentes. La excelencia en una universidad pública solo puede ser auténtica si es capaz de reunir a quienes nuestra sociedad muchas veces separa. Trabajaremos incansablemente por ello.
Recientemente hemos sufrido el dolor inexpresable de la partida de nuestro querido maestro Rodolfo Saglimbeni quien supo guiar nuestro camino en tiempos difíciles con tanta sabiduría, como bondad. Perderlo, justamente en este momento, cuando el sueño se hace realidad, ha sido una dura prueba para los integrantes de nuestros elencos, para cada uno de nosotros en lo personal, y para nuestra comunidad en general. Con coraje y templanza honraremos su memoria. Sabremos alegrarnos en esta pena inmensa como él lo habría querido procurando, como él lo expresó evocando a Beethoven: “hacer felices a los demás”.
Nuestro profundo agradecimiento al Maestro Maximiano Valdés por su dirección de estos conciertos inaugurales. El maestro Saglimbeni, quien mantenía un bello recuerdo de cuando le conoció, siendo un integrante adolescente de la Orquesta Juvenil de Barquisimeto en Venezuela, siempre profesó por el maestro Valdés especial admiración y afecto. Es por ello que este momento, de música y memoria, adquiere un carácter particularmente emotivo, ya que la vida ha querido reunirles nuevamente.
Esperamos que todas y todos quienes, en las próximas generaciones, ingresen a esta sala – ya sea para interpretar o para escuchar música, sepan y sientan que este espacio les pertenece, y que es posible alcanzar grandes logros cuando las acciones son colectivas.
Hoy es un día feliz porque reafirmamos, con emoción y convicción, el verdadero sentido de nuestra misión.