Defender al periodismo y la academia en tiempos de autoritarismo
11.07.2025
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11.07.2025
Hoy se conmemora el Día del Periodista, ocasión que aprovecha la autora de esta columna para levantar una alerta sobre el peligro para la ciencia en general, y el periodismo en particular, los que están siendo atacados por el autoritarismo en el mundo. Sostiene que «defender a ambas instituciones es defender los valores democráticos y el acceso al conocimiento y a la información. Por lo mismo, planteamos la necesidad de defender nuestra disciplina, al mismo tiempo que defendemos la investigación, y los investigadores que la producen».
El pasado 25 de febrero, la prestigiosa revista Nature publicó un editorial para denunciar el “asalto a la ciencia” que estaba ocurriendo en Estados Unidos con el segundo gobierno de Donald Trump. El texto indicaba que la nueva administración, a sólo un mes de asumir el cargo, había cancelado proyectos de investigación, congelado el financiamiento a múltiples iniciativas científicas, y prohibido los estudios relacionados con género, raza, inclusión y temas similares. Nature convocaba a la comunidad académica internacional a condenar dicho asalto, y a velar porque académicos e investigadores pudieran desarrollar su trabajo sin miedo a represalias gubernamentales.
La declaración de Nature caló hondo en el equipo editorial de Digital Journalism, revista internacional sobre estudios de periodismo en contextos digitales, de la cual soy editora asociada. Al mismo tiempo que Nature acusaba el “asalto a la ciencia” en Estados Unidos, un autor que tenía un artículo en revisión con nosotros pidió retirar su manuscrito del proceso, aludiendo a que publicar este artículo podría traerle consecuencias nefastas. Nos contó que, en su calidad de extranjero viviendo en Estados Unidos, no podía arriesgarse a que su visa fuese revocada por publicar un trabajo que pudiese molestar a la nueva administración. En los 12 años de existencia de Digital Journalism, jamás habíamos tenido a un autor retirando su trabajo por miedo. Este evento, y otros que nos tocó observar muy de cerca, nos llevó a escribir un texto colectivo donde 13 investigadores del periodismo y la comunicación reflexionamos sobre los efectos de limitar la ciencia, la investigación, y las libertades de cátedra y de expresión en un contexto donde actualmente hay más regímenes autocráticos (91) que democráticos (88). Usando el formato comentario, hablamos del asedio que el autoritarismo ejerce sobre el conocimiento y la expertise, y qué podemos hacer al respecto.
Planteando nuestra crítica desde los estudios del periodismo digital, observamos dos grandes problemáticas asociadas al asedio autoritario hacia la ciencia: 1) la influencia sobre las agendas de investigación y su consiguiente financiamiento, y 2) la censura y autocensura en la práctica académica. El primer problema refiere a los temas que son deseables de ser estudiados, obligando a investigadores a priorizar agendas que se alinean con un determinado gobierno, a fin de conseguir fondos que financien equipamiento, recolección de datos, estudiantes de postgrado y un largo etcétera. El segundo problema apunta a prohibir prácticas que un gobierno considera indeseables (censura), y evitar estudiar (o incluso discutir) temas que podrían ser controversiales (autocensura). Mientras escribíamos nuestro comentario, supimos de académicos de universidades estadounidenses que cambiaron el nombre de su asignatura para no generar suspicacias, o dejaron de grabar sus clases, o se volvieron sumamente cautos al momento de redactar emails. Aun cuando ninguna de estas acciones fue sugerida por autoridades universitarias, el miedo y la autocensura fomentaron acciones preventivas principalmente entre académicos pertenecientes a grupos vulnerables (inmigrantes y minorías sexuales y étnicas).
Como investigadores del periodismo y su práctica, vemos que tanto el periodismo como institución social, y la Academia como pilar de la generación de conocimiento, están bajo amenaza en regímenes autoritarios. Defender a ambas instituciones es defender los valores democráticos y el acceso al conocimiento y a la información. Por lo mismo, planteamos la necesidad de defender nuestra disciplina, al mismo tiempo que defendemos la investigación, y los investigadores que la producen. Hablamos de “defender” desde una visión proactiva, que exige examinar críticamente el trabajo que venimos haciendo. Defender la disciplina implica repensar muchos de los postulados ontológicos y epistemológicos sobre los que construimos conocimiento. ¿Qué es lo que el periodismo es, y debería ser, en contextos autocráticos, en entornos donde la desinformación compite con los datos factuales, y en circunstancias donde las audiencias no creen en las instituciones? Defender la investigación, por otra parte, significa no sólo cuidar el rigor científico con el que trabajamos; implica también desarrollar investigación que fortalezca la democracia, el rol informativo de los medios, y la agencia de los públicos. Y por último, defender a los investigadores trae consigo reconocer las precariedades que pueden afectar el trabajo investigativo, como son la falta de financiamiento, la sobrecarga laboral, la competitividad, y los problemas de salud mental y emocional de quienes trabajan formando nuevos profesionales.
Lo que planteo en estas líneas es una invitación tanto a leer el comentario completo que se lanza hoy con el último número de Digital Journalism, como también a firmar una carta de apoyo a este comentario. Esta carta, junto a los nombres y afiliación de quienes firmen, será publicada en nuestra revista en el número de septiembre.