El balance de la educación chilena en el gobierno de Boric: un escenario complejo
23.05.2025
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23.05.2025
Señor Director:
Entre reformas anunciadas, avances visibles y desafíos no resueltos, el gobierno de Gabriel Boric cierra su periodo con una educación en transición, pero aún lejos de resolver sus desigualdades estructurales. La administración ha puesto un énfasis significativo en la educación como eje central de su agenda, confrontado por avances que aún enfrentan un escenario complejo en su ejecución. En los últimos meses de su mandato, es necesario hacer un balance crítico: ¿cuánto avanzamos realmente?
El gobierno ha impulsado medidas importantes: la propuesta de condonación parcial del CAE y la creación de un nuevo Fondo de Educación Superior (FES) rompieron la inercia de la política educativa. También es innegable el valor simbólico —y político— de promulgar la ley que repara la deuda histórica con el profesorado, que tiene a más de 57.000 docentes afectados por la municipalización de la educación pública en los años 80.
También ha habido continuidad y profundización en políticas clave: el fortalecimiento de la educación técnico-profesional, la implementación de los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), y la reactivación educativa tras la pandemia. Son avances concretos. Sin embargo, todos estos logros comparten una misma fragilidad: su implementación ha sido lenta, desarticulada y, muchas veces, sin el respaldo financiero o institucional suficiente.
La educación pública aún no logra convertirse en el eje estructurante del sistema. Las brechas entre territorios siguen siendo abismales. La Nueva Educación Pública avanza, pero entre tensiones locales, falta de personal y desafíos administrativos. Y la reactivación educativa, si bien bajó la desvinculación escolar, no ha logrado resolver la crisis de aprendizajes que dejó la pandemia.
El gobierno ha tenido la valentía de tocar temas que otros simplemente evitaron. Pero también ha enfrentado los límites del sistema político y la falta de mayorías parlamentarias. Quizás esa sea la gran lección de este periodo: para transformar la educación, no basta con voluntad. Se necesita gobernabilidad, recursos, y una estrategia a largo plazo que trascienda a un solo gobierno. Porque la educación no puede seguir dependiendo del ciclo presidencial. Porque cada año que pasa sin cambios estructurales, es un año perdido para el país.