Las silenciosas y sofisticadas amenazas de la prensa libre
05.05.2025
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05.05.2025
Cada 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Expresión, uno de los pilares de la sociedad moderna. El autor de esta columna repasa los peligros actuales de ese derecho, y concluye que «si bien los tiempos cambian, los rituales, cuando recuerdan los mitos civilizatorios, perduran. La libertad de prensa debe ser, quizá, más cautelada que nunca, pues acechan peligros que todavía no entendemos».
Imagen de portada: Marcelo Segura / Agencia Uno
Hace treinta y dos años se proclama el Día Mundial de la Libertad de Expresión, en un contexto planetario radicalmente distinto al que vivimos. Recomendado por Naciones Unidas como un hito conmemorativo, se establece como un ritual que nos recuerda, anualmente, la importancia de una prensa libre, plural, como derecho fundamental. Eran los años posteriores a la caída del muro de Berlín, la perestroika, las guerras tibias. Tiempos de violencia y corrupción que exigían la defensa de un cuarto poder, que fortaleciera a las instituciones democráticas.
Y no es que los años presentes estén exentos de prácticas corruptas ni de violencia. Ni que habitemos un mundo donde las democracias gobiernen y gocen de plena legitimidad entre los distintos sectores de la población. Nuevos peligros ensombrecen los paradigmas. Llegamos a una nueva parte de la noche.
Los ciclos de la historia nos vuelven a enseñar, esta vez, que las derivas autoritarias son parte del menú electoral en todo el mundo. Y no se trata solamente de atentados a la libertad de expresión por parte de mandatarios, como las medidas migratorias de Trump o las intimidaciones de Bukele. La libertad de prensa hoy día está siendo amenazada por mecanismos muy sofisticados, difíciles de identificar, limitar y desmantelar.
Un menú que no solo lo integran candidatos. Google enfrenta demandas por incurrir en prácticas monopólicas, lo cual, incide directamente en el financiamiento de los medios de comunicación. A su vez, la ciudadanía se informa, no solo en Chile, fundamentalmente en las redes sociales. Como no son medios, y lo que ahí se publica (y republica) responde a lógicas distantes de la búsqueda de la verdad, operan como trampolines de una proliferación descontrolada de desinformación, cajas de resonancia y variados radicalismos.
Y el postre del menú es la reciente y meteórica instalación de la inteligencia artificial en todas partes. Los hábitos de consumo, junto con la multiplicación de las tecnologías han reducido -e incluso jibarizado- a los medios de comunicación. Nuevas herramientas que han introducido novedosas matrices y eficiencia a las salas de prensa, donde el uso de los algoritmos, en determinados casos, respalda la toma de decisiones en ámbitos tan humanos como son las pautas de noticias. Desarrollos que no solo han tenido impactos significativos en la producción noticiosa, sino que también en distribución de productos y servicios y en la exploración de nuevos campos, como el periodismo de datos.
No obstante, estos avances -y muchos otros- tienen la contracara que, si bien mediante las tecnologías generativas pueden alcanzar niveles de sofisticación similares a las plumas humanas, el rol de la verificación y los conflictos éticos no puede ser reemplazado. Además, las experiencias significativas, los matices y las cargas identitarias conllevan una humanidad que encarna lo más íntimo del ejercicio periodístico.
Este año, la UNESCO se reúne en Bruselas para pensar en el impacto de la inteligencia artificial sobre la libertad de prensa y los medios. La preocupación de stakeholders de sociedades complejas materializa la tensión al equilibrio democrático que conllevan estos nuevos desafíos. Amenazas que van más allá de lo que ya nos parece conocido, como las noticias falsas. Asoman nuevas caretas que esconden manipulaciones tan bien disfrazadas que probablemente poco -o nada- veremos, como el deepfake, sin un trabajo constante de verificación e interpelación de lo publicado.
Y si bien los tiempos cambian, los rituales, cuando recuerdan los mitos civilizatorios, perduran. La libertad de prensa debe ser, quizá, más cautelada que nunca, pues acechan peligros que todavía no entendemos.