CARTAS: El desafío de cultivar la autoridad docente
14.06.2023
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
14.06.2023
Señor director:
Entre tantos temas que hoy afligen a los establecimientos educativos (ausentismo escolar producto de las enfermedades respiratorias, sueldos a medio pagar de los profesores de Ancud, el funcionamiento de los Servicios Locales de Educación y la inminente puesta en marcha de 16 SLEP, entre otros), veo que se ha ido enfriando el debate sobre la autoridad del docente. Frente a la dinámica social y a tantas definiciones en el debate público, creo que no tenemos que sentarnos a esperar a que niños y niñas queden a merced de la ambigüedad ni del manoseo político. Debe conquistarse al fin una definición clara del rol del profesor, pero visto desde la práctica docente y no desde la expectativa filosófica, la retórica populista ni los juegos de unos y de otros, lejanos y cercanos a la pedagogía.
Hoy se hace necesario poder romper la inercia, y mirar desde una construcción dinámica y pragmática el rol del docente y el fundamento de su autoridad. La escuela pública se sitúa en Chile en un espacio físico en el cual convergen diferentes realidades, contextos e historias de vida; mundos que de una u otra forma determinan su identidad. Frente a esto, y teniendo presente que no debe volverse a aquellas oscuras prácticas tan bien mostradas por Pink Floyd en su tema “Another brick in the wall”, y que hasta no mucho se practicaban en nuestro país. Existe hoy una gran cantidad de respaldo científico que apunta y aporta a mostrar luces que marcan el camino para los y las docentes. Están, también, en otras obras creativas, como las películas La sociedad de los poetas muertos y Los coristas.
También es indispensable considerar aquello que nos dejó visualizar la pandemia del Covid-19, que mostró cuan frágil puede ser la estabilidad mental de las personas, y puso en el tapete un elemento que antes de la pandemia ya comenzaba a tomar importancia, como lo es el desarrollo de habilidades socioemocionales. Hoy la autoridad docente en el aula requiere de tiempo, esfuerzo y una enorme disposición, mientras que el sistema educativo debe entender que lo que el docente necesita para poder ejercer tal autoridad depende de políticas educacionales. Dicha autoridad debe estar fundamentada en el respeto mutuo y en que todos los miembros de la comunidad educativa sean agentes partícipes de la creación intencionada de una cultura escolar, con roles claros, límites (no solo para los alumnos). La autoridad debe estar libre de prejuicios, centrada en la historia personal de los alumnos, que desde esos diferentes contextos deben converger en una sola escuela identificada con las normas, los valores, los rituales y tradiciones, y extendida a la generación de sueños y expectativas, de espacios de expresión y diálogo.
Hoy la escuela no es la principal influenciadora de niños y niñas. Tampoco debe representar aquello que la implementación de la jornada escolar completa nos dejó: la imagen de una guardería. Aspiramos a verla como aquel lugar en donde niños, niñas, funcionarios y familias de desarrollan y crecen, con normas consensuadas sobre la base de la moralidad, la legalidad y la sensatez. La escuela debe representar un espacio amigable y no represor, un espacio protector y no negligente, un espacio justo y no arbitrario, un lugar en dónde no existan gigantes en contra de pequeños, si no, en donde todos y todas deben respetar y ser respetados.