COLUMNA DE OPINIÓN
Olvide algoritmos y atajos: no saldremos de esta crisis sin deliberación política
11.11.2019
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COLUMNA DE OPINIÓN
11.11.2019
¿Cómo poner de acuerdo a millones de chilenos en un texto constitucional o en un mecanismo para redactarlo? El autor explica las dificultades de elegir –asunto muy estudiado por la academia- imaginando nueve amigos que van al cine y tienen tres opciones. Spoiler: hay varias formas democráticas de elegir y ninguna puede reclamar ser superior. Es decir, no hay atajo técnico que reemplace la discusión política. La buena noticia es que “la opción que usted prefiera puede ser la respuesta”, pero para eso “tiene que involucrase, deliberar, ser ciudadano”.
Y entonces, ¿cómo salimos de esta situación? La pregunta emerge en cada conversación, en cada pausa y en cada cruce de miradas. En este breve comentario quiero explicar una mala noticia: no hay recetas para salir de esta situación. Pero también quiero compartir una buena noticia: la opción que usted prefiera puede llegar a ser la respuesta.
Vamos por parte.
Han proliferado las propuestas. Algunos se han enfocado en los aspectos políticos proponiendo reformas vía asambleas constituyentes, plebiscitos, entre otros. Otros se han enfocado en cómo generar recursos e inyectarlos para la provisión de derechos sociales, suplementar ingresos, reformas tributarias, etc. Por cierto, también están los que no quieren una solución consensuada y esperan que o se reprima a cualquier costo o que se derrumbe todo el sistema existente.
Si queremos saber cuál es el mejor camino como sociedad, podríamos tomar registro de cómo cada uno de nosotros ordenaría las alternativas desde la que más desea a la que menos desea. Y luego juntar toda esa información para responder la pregunta. Parece fácil.
El problema es que no se puede hacer de un modo objetivo.
A modo de ilustración, pensemos en un problema más sencillo que solucionar la coyuntura que afecta a Chile. Supongamos que nueve amigos van al cine y deben elegir qué película ver juntos. El que tengan que ver la película juntos es lo que hace del problema algo de interés político porque es una decisión vinculante, como lo es una ley o una constitución para los ciudadanos. Cuando los amigos llegan al cine constatan que sólo hay tres películas en cartelera: una comedia, un drama, y una película de ciencia ficción.
Si conocemos las preferencias de todos ellos ¿conocemos las preferencias del grupo? Aquí están sus preferencias ¿qué diría usted que prefieren como grupo?
Tabla: Las preferencias de los nueve amigos entre las tres películas
Primera preferencia | Segunda preferencia | Tercera preferencia | |
4 amigos | Comedia | Ciencia ficción | Drama |
3 amigos | Drama | Ciencia ficción | Comedia |
2 amigos | Ciencia ficción | Drama | Comedia |
Si la decisión la toman por mayoría simple, el grupo de nueve amigos terminará viendo la comedia (con cuatro muy contentos y cinco muy infelices) ¿podemos decir entonces que lo mejor para el grupo es ver la comedia? No, porque la decisión la tomaron mediante uno de muchos posibles mecanismos legítimos.
Por ejemplo, alternativamente, podrían haber decidido proceder por descarte y eliminar las opciones menos deseadas hasta que quedara sólo una. Si hacían eso, la primera en eliminarse era precisamente la comedia (con 5 votos en contra). Y luego, entre las otras se descartaría el drama (con seis votos en contra). Es decir, bajo este segundo mecanismo habrían elegido la película de ciencia ficción. Entonces ¿qué prefiere el grupo? ¿La película de ciencia ficción o la comedia? Claramente, la respuesta no depende sólo de saber qué prefiere cada uno de los amigos, sino también del método usado para agregar sus preferencias en una decisión vinculante.
Como si lo anterior no fuera suficientemente, hay un problema adicional.
“No hay ninguna técnica que sea superior a otra para resolver los problemas de vida en común. O dicho de otro modo, en democracia no existen los expertos a los que se les ha revelado una verdad objetiva”.
Mientras los amigos no se deciden sobre cómo elegir la película, uno de ellos que es totalmente pragmático sugiere que elijan por cualquier mecanismo. Asunto resuelto. Algo se decidirá, sea o no lo que objetivamente es preferido por el grupo. El problema es que para cada modo de agregación de preferencias que imaginemos, habrá siempre combinaciones de preferencias en que será imposible elegir. Situaciones en que el grupo preferirá la comedia al drama, el drama a la película de ciencia ficción, y esta última a la comedia, produciéndose un triple empate.
El primero en dar cuenta de este problema para el caso específico de los sistemas de mayoría simple fue el Marqués de Condorcet en 1785 en lo que es conocido como la paradoja de Condorcet, pero desde 1951 sabemos que ello sucede en cualquier mecanismo imaginable que pretenda ser democrático (en lo que es denominado la imposibilidad de Arrow).
Pero agreguemos más pelos a la sopa. Supongamos que el grupo le hace caso al amigo pragmático y deciden elegir por mayoría simple. Como vimos antes, debería ganar la comedia. Pero no podemos asegurarlo ahora que conocemos las preferencias de todos. Por ejemplo, los otros cinco amigos tienen incentivos para votar estratégicamente (esto es, votar por una alternativa que no prefieren tanto, pero la prefieren más que la comedia). Por ejemplo, los dos amigos a los que más les gusta la ciencia ficción, podrían votar por ver el drama ya que aunque les gusta menos, lo prefieren a la comedia. Y ganaría ver la película dramática. Entonces, observaremos que el mecanismo de elección por mayoría simple no elige al más preferido según ese mecanismo. Ello puede suceder porque, debido a que el resultado es vinculante, cada votante no necesariamente expresará su preferencia de forma sincera.
Por último, supongamos que el amigo pragmático es uno de los dos que prefieren la película de ciencia ficción y que, además, es un político sagaz y cuando tomó la palabra dijo: “lo más importante de todo es que estemos juntos y, por eso, lo más justo es que descartemos opciones que son menos deseables para más gente”. Es tan persuasivo al hablar que le hacen caso, eligen por descarte y ¡zas! terminan eligiendo la película de ciencia ficción que es la que más le gusta a él ¿Eligieron lo mejor para el grupo de amigos o fueron manipulados por un político experto?
Si todas estas variantes hacen imposible saber lo que prefiere un grupo de nueve personas entre tres opciones, ¿se imagina cómo será en un grupo de millones que debe elegir entre decenas o ciento de alternativas? Ésa es la mala noticia: no hay recetas para salir de esta situación. Ninguna puede garantizar ser la preferida por el país, ninguna puede asumirse libre de acciones estratégicas, y, por último, ninguna puede esperarse que no sea manipulable por un subconjunto de participantes con poder para fijar reglas.
Este mensaje puede parecer descorazonador, pero es todo lo contrario. Lo que estoy diciendo significa algo muy simple: no hay ninguna técnica que sea superior a otra para resolver los problemas de vida en común. O dicho de otro modo, en democracia no existen los expertos a los que se les ha revelado una verdad objetiva; de modo tal que al resto sólo nos quedaría esperar hasta que ellos la apliquen para beneficio colectivo.
Como todo mecanismo para agregar preferencias es teóricamente viable, lo que justifica la elección de uno u otro es la deliberación entre los que serán vinculados por dicho mecanismo. La democracia adquiere su legitimidad gracias a eso. Los amigos cuya película preferida no fue seleccionada aceptan el resultado porque el mecanismo seleccionado es legítimo para ellos, no porque sea verdadero u objetivo. Nada, absolutamente nada, ninguna técnica, puede reemplazar a la deliberación política.
Por eso, como dije al comienzo, también le tengo una buena noticia. La opción que usted prefiera puede llegar a ser la respuesta para Chile. Pero para eso debe involucrase, opinar, deliberar, participar, hacerse escuchar, ser un ciudadano. Persuádanos. Ejerza el poder soberano que la democracia le ha dado a usted, a mí, a nosotros.
*A quienes estén interesados en los aspectos formales detrás de estas reflexiones, recomiendo este texto.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
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