SEGUNDA PARTE DE LA SERIE SOBRE ABUSOS EN LA OBRA DON GUANELLA
La impunidad de los religiosos acusados de abuso sexual en Coyhaique
02.10.2019
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SEGUNDA PARTE DE LA SERIE SOBRE ABUSOS EN LA OBRA DON GUANELLA
02.10.2019
Hace 13 años el Sename cerró el Hogar Villa San Luis, que albergaba a niños en riesgo social, por abuso sexual entre menores. No obstante, los testimonios de sus internos y funcionarias incluían a religiosos de la Obra Don Guanella. Las denuncias indicaban que los acusados montaron un verdadero destino de “turismo sexual” para otros miembros de la congregación. Este reportaje tuvo acceso exclusivo al expediente que recopiló los testimonios y reconstruyó el proceso judicial que dejó en libertad a los agresores. Uno de ellos sigue en la congregación, la que hoy vuelve a estar en la mira de la Fiscalía por sucesos similares en un hogar de Batuco.
Abusos sexuales entre menores fue la causa formal que argumentó el Sename para cerrar el Hogar Villa San Luis, administrado por sacerdotes de la Obra Don Guanella. La clausura se concretó el 27 de diciembre de 2006. Los menores que entonces vivían en ese lugar tenían entre 10 y 18 años de edad. Trece años después, de los testimonios que aportaron esos niños emerge una historia que a mediados de la década pasada fue tapiada por el silencio y el ocultamiento. Ya entonces, varios de los menores residentes denunciaron que sufrían maltrato, acoso sexual, abuso sexual y violaciones. Lo hicieron tras ser evaluados por psicólogos del Sename, y acusaron directamente a sacerdotes y otros religiosos de la Obra Don Guanella. Dos de ellos ya fallecieron sin haber enfrentado a la justicia. Los restantes, permanecen en la impunidad.
El hogar se ubicaba en la zona alta de Coyhaique, en un terreno cedido por el Vicariato de Aysén. Constaba de cinco casas distribuidas al lado de un camino de tierra, cada una dirigida por una educadora de trato directo a cargo de entre 10 a 12 niños. Además, la Obra Don Guanella también mantenía una inmensa casa de veraneo en Mañihuales, a 90 minutos en auto desde Coyhaique. Sacerdotes y seminaristas fueron acusados de perpetrar abusos sexuales y violaciones sistemáticas en ambos inmuebles.
El hogar Villa San Luis comenzó a operar en 1975 en convenio con el Consejo Nacional de Menores. En 1991, el vínculo lo tomó el Sename y se extendió hasta 2006, cuando se produjo el quiebre. En abril de ese año, la asistente social del hogar, Patricia Palacios, presentó una denuncia ante el Ministerio Público por violación de menores y entre menores. La directora regional del Sename en Aysén de ese entonces, Verónica Venegas, interpuso el 3 de agosto de 2006 una querella en contra de quienes resultaran responsables. Además, el Sename envió psicólogos a evaluar a los menores. Una de sus conclusiones fue que había adultos implicados como autores de abusos sexuales.
La primera investigación de la Fiscalía finalizó sin formalizados. En 2011, y tras reportajes difundidos por la revista El Sábado y CHV Noticias sobre la impunidad de los acusados, el Ministerio Público despachó una instrucción a la PDI para reabrir el caso. Aquella indagatoria identificó a dos agresores, pero ambos terminaron en libertad.
Para este reportaje, se accedió al expediente que reúne los testimonios recogidos en ambas investigaciones (una en 2006 y otra en 2011). La segunda indagatoria contiene declaraciones y documentos que permanecían inéditos, hasta ahora.
Los religiosos acusados de abusar sexualmente de niños y jóvenes fueron identificados, tanto en la primera como en la segunda investigación. Se trata de los sacerdotes Francisco Belloti y Giuseppe Pulcinelli, y los seminaristas Víctor Troncoso Lara, Leonel Gatica Quiroz, Cristián Sepúlveda Rodríguez, Franklin Venegas y Javier Hoyos.
Belloti y Pulcinelli, ambos italianos, ya fallecieron. El primero tenía entre 71 y 74 años cuando cometió presuntos abusos en contra de los menores de iniciales E.A.R. y R.E.L., quienes dieron sus testimonios a la Fiscalía. El sacerdote se instaló en el hogar en 1992, donde ejerció como director y ecónomo.
E.A.R. testificó en 2011 que Francisco Bellotti lo obligó a hacerle sexo oral. El mismo año, R.E.L. declaró haber sido abusado por el italiano cuando tenía 12 años.
A pesar de que los testimonios fueron recogidos mientras el sacerdote estaba vivo y residía en Coyhaique, nunca fue llamado a declarar. Siguió siendo un miembro activo de la Obra hasta el 5 de octubre de 2016, cuando falleció a los 96 años.
Otro menor, de iniciales C.A.A., declaró a la PDI en 2011 haber sido abusado por el sacerdote Giuseppe Pulcinelli en 1996: “Tenía ocho, nueve años, cuando el padre Pulcinelli me llamó a su oficina. Entré y comenzó a toquetearme. Después se masturbó al frente mío”.
Entonces, Pulcinelli tenía 57 años y llevaba 22 en Chile. Fue director del hogar San Ricardo, centro que la Obra Don Guanella mantiene en Batuco, comuna en la que fue declarado hijo ilustre en 1995. Falleció el 7 de febrero de 2010, un año antes de que la Fiscalía recopilara testimonios que lo acusan de abusar de un menor.
El religioso colombiano Javier Hoyos, quien llegó a Chile en 1982, fue acusado por L.H.A. de haberlo abusado durante la década de los 90’ cuando él tenía entre 12 y 13 años. Además, en la segunda investigación el menor declaró que el religioso amenazó con hacerle daño si revelaba lo ocurrido.
Hoyos ya no fue ubicado después de esta denuncia, por lo que nunca declaró. La Obra Don Guanella lo trasladó a Pergamino, Argentina. Actualmente, no figura en la nómina de religiosos que mantiene la congregación.
Leonel Gatica Quiroz ingresó a la Obra Don Guanella en 1985, cuando tenía 21 años. Se formó como seminarista en Tapiales, Argentina. De regreso a Chile fue asignado a Coyhaique. Con 34 años, Gatica Quiroz llegó al Hogar Villa San Luis en febrero de 1998. Permaneció en el hogar hasta septiembre de 1999 y fue asignado a la casa de los internos más grandes, que albergaba a 12 menores. Los adolescentes lo llamaban “Hermano Leo”.
En declaraciones recogidas por la Fiscalía, cinco residentes del hogar acusaron que Gatica Quiroz había abusado sexualmente de ellos. E.M.V. aseguró que el religioso lo agredió entre 1998 y 1999, pero después no quiso testificar. Aunque sí lo hizo su madre, de iniciales N.V.
“E.M.V. tenía 20 años cuando, durante un año nuevo, medio borracho, se puso a llorar. Me contó que el tío Leo, cuando él estaba acostado en una de las casas, lo empezó a manosear y le tocó sus genitales”, declaró su madre.
J.C.C., un menor que entonces tenía 14 años, indicó que Gatica Quiroz le daba regalos y le concedía permisos para salir del hogar a deshoras. El adolescente también sostuvo que el religioso lo abusó sexualmente en el verano de 1999: “En primero medio estaba aprendiendo a manejar en un jeep negro. Íbamos saliendo de la ciudad, solos, cuando Leonel comenzó a tocarme los muslos. Me puse nervioso. Me tocó el pene por encima. Ahí lo enfrenté y no lo volvió a hacer más”, declaró el 21 de julio de 2011, durante la segunda investigación.
El menor R.L.M. declaró que en septiembre de 1999 Gatica Quiroz lo intentó violar en la casa que la congregación tenía en Mañihuales. Su relato indica que el religioso lo llevó a la fuerza a uno de los dormitorios del segundo piso: “Me puse a gritar y pateé la puerta. Cuando se dio cuenta, me dejó vestirme”, afirmó en julio de 2011.
E.R.V., testificó ante la Fiscalía que Gatica Quiroz lo había violado, abusado y acosado sexualmente de manera constante en 1999, cuando él tenía 15 años. También declaró haber visto como el religioso violó a otros cuatro niños.
En diciembre de 2011, F.C.G. testificó que fue acosado sexualmente por el ex seminarista entre 1998 y 1999. El menor detalló que en una ocasión, mientras ayudaba a Gatica Quiroz a ordenar útiles escolares, el hombre dejó la puerta a medio abrir y se masturbó frente al espejo. Lo vio hacer lo mismo, dijo a la Fiscalía, en tres ocasiones más. Nunca lo tocó, declaró.
Una de las educadoras de trato directo, Elizabeth Cerda, testificó que en aquel verano de 1999 solicitó el reproductor de VHS. Cuando fue instalado, dijo, se encontró con que tenía una película pornográfica en la que aparecía el hermano Leonel. Consultada para este reportaje, Cerda asegura que habló con los superiores del hogar al respecto. Y, tal como relató a Fiscalía años atrás, cuenta que en 1999 se realizó una reunión con autoridades religiosas del extranjero para tratar el tema de Gatica Quiroz. En la cita participaron los sacerdotes Ángel Gottardi, Fabián Rodríguez, Carlos Blanchoud y otros no identificados.
La resolución fue alejar a Gatica Quiroz de Coyhaique, pero no se hicieron denuncias ni a la justicia civil ni a la eclesiástica. La Fiscalía interpretó este hecho como encubrimiento:
“Con esta decisión, estas autoridades religiosas además de encubrir lo sucedido, permitieron que siguiera ocurriendo. Ejemplo de eso fue que Gatica, en un tiempo no superior a un año, continuó apersonándose, en diversas épocas, de preferencia en los meses de verano, tanto en la Villa San Luis como en la casa hogar de Mañihuales, nuevamente en contacto con menores”, indica el expediente del Ministerio Público.
Italia fue la primera parada de Gatica Quiroz tras su salida del hogar. Sin embargo, rápidamente volvió a Chile, esta vez a Rancagua. Entre 2001 y 2002 fue asignado a la Escuela Julio Valenzuela que la Obra Don Guanella mantiene en la Región de O’Higgins.
La decisión de sacar al seminarista del hogar de Coyahique no impidió que éste volviera a visitarlo. Como documentan diversos testimonios, Leonel Gatica siguió concurriendo a la casa de Villa Mañihuales, acompañado de otros religiosos que también abusaron de menores residentes. Entre 1999 y 2001 llevó a dos seminaristas: Franklin Venegas García (“Hermano Franklin”) y Cristián Patricio Sepúlveda Rodríguez (“Tío Patrick”).
El menor C.B.B. declaró a la Fiscalía en 2006 que, cuando él tenía 9 años, Franklin Venegas lo violó “dos o tres veces” y que luego volvió a abusar de él en “5 o 6 oportunidades”. Aunque inicialmente identificó al agresor como el “Hermano Leo”, quedó asentado que en realidad se trataba del “Hermano Franklin”.
“Me acariciaba cuando podía y donde podía. Le conté al hermano Víctor (Troncoso), pero nunca hizo nada. Nunca me creyó”, testificó C.B.B., quien sufría retraso de desarrollo e inquietud motora, tenía problemas de lenguaje y daño orgánico cerebral.
El mismo menor también denunció abusos por parte de Cristián Patricio Sepúlveda Rodríguez, el “Tío Patrick”. En 2006 declaró a la Fiscalía que el seminarista lo violó en el verano de 1999. Otro menor, de iniciales P.A.S., testificó que se enteró de lo que había ocurrido tras encontrar a su compañero llorando.
Ninguno de los dos religiosos asistió a su citación a declarar en 2006. El paradero de Franklin Venegas García es desconocido y ya no pertenece a la congregación. Cristián Sepúlveda Rodríguez ahora es sacerdote y reside en Buenos Aires. Entre 2009 y 2013 fue asignado al Instituto Tránsito de San José, en Liniers, la misma escuela donde el sacerdote chileno Nelson Jerez Silva fue recientemente denunciado por abusar de un estudiante (vea el primer reportaje de esta serie: “La dinastía de los sacerdotes acusados de abusos sexuales en el Hogar San Ricardo”).
Tras su paso por Rancagua, Leonel Gatica Quiroz solicitó la exclaustración y en 2002 decidió dejar la congregación Siervos de la Caridad, que mantiene la Obra Don Guanella. En 2011 negó todas las acusaciones cuando fue llamado a declarar.
“No sabría decir por qué los niños crean relatos en mi contra. Sí, nos reuníamos con los más grandes en mi dormitorio, pero nos reíamos, contábamos chistes. Nadie denunció abuso sexual. No tuve relación sexual alguna con menores del hogar, ni efectué agresión sexual”, aseguró a la Fiscalía.
Respecto al vídeo que encontró la educadora Elizabeth Cerda, declaró no recordar la existencia de una filmadora durante su estadía. “Nunca me filmé con menores en actos sexuales y tampoco consumo pornografía actualmente”, testificó.
La segunda investigación que ordenó la Fiscalía en 2011 concluyó que Gatica Quiroz había cometido:
No fue hasta el 7 de febrero de 2013 que Leonel Gatica Quiroz fue detenido por Carabineros en la avenida Estación de Rancagua. El 31 de diciembre de 2012 se había emitido una orden de aprehensión desde el Juzgado de Garantía de Puerto Aysén, por el delito de abuso sexual.
Al ex religioso lo detuvieron en el quiosco que hasta hoy atiende y al día siguiente fue puesto a disposición del Juzgado de Garantía de Rancagua, para su control de detención. Ese tribunal estableció que la orden de aprehensión correspondía al sistema penal antiguo, por lo que fue trasladado al Centro de Cumplimiento Penitenciario de la comuna como detenido en tránsito, a fin de que fuera puesto a disposición del tribunal competente.
El 11 de febrero de 2013, la fiscal de turno en Rancagua constató que la orden pendiente de aprehensión correspondía al Juzgado del Crimen de Coyhaique del sistema antiguo. Por lo tanto, se acogió la petición del abogado defensor que indicaba que no había razón para privar de libertad al imputado, debido a que la investigación correspondía al tribunal de Coyhaique y no al de Rancagua.
Más tarde, la investigación fue concluida en Coyhaique y los delitos del ex religioso fueron tachados como prescritos.
El fiscal de Aysén que lideró las investigaciones en 2006 y 2011, Luis González Aracena, en entrevista para este reportaje aclaró que se aplicó la norma de prescripción antigua, pues los delitos ocurrieron antes del 2002, cuando cambió la ley. “La norma antigua de agresiones sexuales tenía penas menores”, dijo. En el caso de los delitos imputados a Leonel Gatica, la norma antigua fijó la prescripción en diez años. Si se hubiese aplicado la ley actual, no habría prescripción.
Desde la Corte de Apelaciones de Coyhaique confirmaron lo anterior. A la consulta hecha para esta investigación periodística, el tribunal respondió: “Los hechos que vinculaban a Leonel Gatica Quiroz a las victimas E.R.V., F.C.G. y J.C.C., habrían ocurrido entre 1997 y 1999, por lo que entre esos años y la fecha de inicio de la causa, 2011, habría transcurrido el plazo de prescripción de la acción penal. Por lo anterior, se sobreseyó la causa definitivamente respecto del referido imputado por la Corte de Apelaciones”. De acuerdo al mismo tribunal, el 4 de abril de 2013 “se dictó el cúmplase correspondiente y se ordenó el archivo de los antecedentes”.
Leonel Gatica Quiroz continúa atendiendo el mismo quiosco en Rancagua. Allí aseguró que no le interesa hablar sobre el caso y que la justicia “hizo lo suyo”. Cuando se le enumeran los delitos que cometió y se le pregunta sobre las acusaciones de violación y abuso a sexual que le imputaron los menores, vuelve a repetir: “No me interesa”.
Víctor Troncoso Lara (“Hermano Víctor”) llegó al Hogar Villa San Luis en 1999, como seminarista. En ese entonces, el menor G.M.S. no tenía más de 14 años. De acuerdo al testimonio que dio a la PDI, Troncoso llevaba cerca de tres meses en el hogar cuando comenzó a abusar de él: “Víctor me llevaba a su pieza en la noche. Me hacía ver películas pornográficas gay. Empezaba a tocarme en diferentes partes. Me acostó y procedió a penetrarme, como sentí un fuerte dolor, me enojé y me fui”, declaró en junio del 2011.
En el mismo testimonio aseguró que esto ocurrió en reiteradas ocasiones y que, para llevarlo a su oficina, Troncoso Lara le decía a la educadora de trato directo a su cargo que lo llevaría a “dar una vuelta”. Esto fue confirmado por la mujer ante la PDI durante la segunda investigación.
En 2001 Troncoso fue trasladado a la zona centro del país. Trabajó en Batuco, Renca y Limache, donde la Obra mantiene casas de acogida y hogares de niños con necesidades especiales. Pero, tal como lo hacía Leonel Gatica Quiroz, siguió visitando la casa de la congregación en Mañihuales.
El “Hermano Víctor” fue acusado de violar y abusar sexualmente de 2 niños del hogar, entre 2002 y 2004, según consta en el expediente. Uno de ellos, R.L.M., aseguró en 2011 que el seminarista “intentó hacerle lo mismo que el hermano Leonel”, quien abusó de él en 1999. L.I.C. testificó ante la PDI que, cuando tenía 10 años, el seminarista abusó de él e intentó violarlo.
El 2006 Troncoso Lara se retiró de la Obra Don Guanella y en 2008 se trasladó a Andalucía, España. Tres años después, el ex seminarista fue llamado a declarar cuando la investigación se reabrió. En agosto de 2001, frente a la PDI, rechazó las acusaciones: “Soy absolutamente inocente de la imputación de violación y abuso sexual que se hace en mi contra”, declaró.
Al seminarista se le impuso una orden de arraigo. Sin embargo, pidió que se revocara esta medida para poder volver a España. La jueza Delia del Carmen Illesca, decidió levantar la orden y esto dejó a Troncoso Lara sin ningún tipo de restricción, según se aprecia en el expediente del caso.
El “Hermano Víctor” volvió a Chile el 2 de agosto de 2012, fue formalizado y puesto en prisión preventiva por abuso sexual y violación de menores. El fiscal Luis González indica que “el acusado era autor de abuso directo de al menos 2 ó 3 víctimas, por lo que se pidió la prisión preventiva”. El juez Mario Devaud acogió esa solicitud.
Troncoso Lara fue derivado hasta el Complejo Penitenciario de Gendarmería en Coyhaique, donde estuvo detenido 55 días. Su abogado, Lorenzo Avilés, apeló y argumentó la prescripción:
“El juez Devaud dictó su sentencia aplicando la modificación de la Ley de Prescripción del año 2007, donde se indicó que el conteo de días para la prescripción de delitos sexuales empezaría a contar desde que la víctima cumpla los 18 años de edad. Sin embargo, esa ley aplica para los delitos que hayan sido cometidos del 2007 en adelante”, aseguró el abogado a los autores de este reportaje.
El día 26 de septiembre de 2012, el juez suplente, Marco Soto Lecaros, declaró el sobreseimiento definitivo y parcial de Víctor Troncoso, quien quedó en libertad ese mismo día. El abogado Avilés explica que “optamos por no entrar a discutir el fondo, o sea, si es que los hechos ocurrieron o no. Preferimos centrarnos en la forma, asegurando que los hechos estaban prescritos”.
El Sename y el Ministerio Público decidieron apelar: “Quedamos disconformes con la decisión y apelamos a la Corte de Apelaciones, que nos dio la razón y despachó una orden de detención”, asegura el fiscal Luis González.
En noviembre de 2012, la Corte de Apelaciones de Coyhaique dejó sin efecto el sobreseimiento definitivo. Un mes después, se acogió la solicitud de una medida cautelar de prisión preventiva, pero el imputado ya no se encontraba en Chile: de acuerdo con los antecedentes que manejaba la PDI, y quedaron consignados en el expediente del caso, había cruzado hacia Argentina apenas cuatro días después de recuperar su libertad.
En 2013 se decretó el sobreseimiento temporal y la rebeldía de Troncoso Lara. Tres años después, en 2016, se declaró prescrita la acción penal. En términos formales, Víctor Tronoco ya no tiene deudas pendientes con la justicia.
G.M.S., el menor que acusó de abuso a Troncoso, hoy tiene 32 años y trabaja en una salmonera de Chiloé. Asegura que dejó atrás lo vivido, pero admite que esperaba otro final para su agresor y sus encubridores: “Da rabia saber que todavía están libres y que no se ha hecho nada. Da impotencia que no se haga la justicia necesaria que se debió haber hecho en ese momento. Tengo dos hijos y no me gustaría que pasen por lo mismo que pasé yo”.
El hombre recuerda que viajó a Santiago a prestar declaraciones durante la segunda investigación, en 2011: “Di todo mi testimonio y quedaron de avisarme si pasaba algo, pero nunca supe más del tema”.
Cuando la Fiscalía reabrió la investigación en 2011, el obispo de Aysén, Luis Infanti Della Mora, fue uno de los primeros llamados a declarar. En su testimonio, detallado en el expediente, Infanti aseguró no haber sabido de los hechos hasta que fueron denunciados por primera vez en 2006.
“Casi todos (los que trabajaban en el hogar) sabían lo que pasaba, pero había un acuerdo común que nadie podía saber nada. Había temor de hablar, de perder la pega. Me preocupé. Esto lo planeaba la gente que vivía allá”, testificó.
No obstante, un menor que residía en el hogar y una educadora del mismo centro, han asegurado que informaron al obispo Infanti antes del 2006, pero que no actuó. Ambos testimonios fueron consignados en un reportaje de Informe Especial de TVN (“Abusos, sotanas y encubrimientos”) difundido en junio de 2018. El ex interno es Luis Hernández y la educadora es Elizabeth Cerda.
Los autores de este reportaje hablaron con Luis Infanti en Coyhaique. Afuera de su domicilio, el obispo se refirió a lo ocurrido en el hogar.
-Veníamos a preguntarle, como obispo, su versión de lo que pasó en ese hogar.
Yo les aconsejaría que la versión más oficial y completa de todo, la tiene la Fiscalía.
-Leímos su testimonio entregado a la Fiscalía, acerca de que había una especie de pacto de silencio en el hogar.
La versión mía es la que dije en la declaración.
-Entonces, ¿usted la mantiene?
-Claro.
-La Obra Don Guanella sigue funcionando en la región ¿No se tomaron medidas respecto de la congregación y de estos religiosos?
Es que son personas que han salido de la congregación y, por lo tanto, no tengo idea dónde están. Sé que uno está en Rancagua.
-¿Al salir de la congregación ustedes no se hacen más cargo de ellos?
Claro. Y que no es posible ubicarlos. Y además, si hay personas que han sido abusadas, es lógico que denuncien.
El obispo agregó que solo puede intervenir cuando se trata de sacerdotes diocesanos, que dependen del obispado. Cuando se trata de una congregación, las medidas disciplinarias las debe adoptar esa orden. En este caso, son los Siervos de la Caridad, que sostienen la Obra Don Guanella, quienes debieron investigar y sancionar a sus religiosos.
-Lo que le preguntamos es si el obispado hizo alguna investigación, aparte de la que realizó la fiscalía.
¿Te parece poco? Si hoy lo que se está pidiendo es que la fiscalía investigue. La fiscalía investigó por orden del obispo.
Según la versión de Infanti, él le dijo a la asistente social Patricia Palacios –la denunciante original– que presentara la acusación ante el Ministerio Público en 2006
-Pero esa indagatoria no llegó a nada.
¿Cómo que no llegó a nada? Si estuvo uno (Víctor Troncoso) detenido.
-Estuvo en prisión preventiva y después fue declarado en rebeldía.
¿Y qué? ¿Es culpa mía?
-No lo culpamos, queremos saber si usted hizo algo para sancionar estos hechos.
Hicimos cosas que a ustedes no se las voy a contar, primero porque no los conozco. Segundo, porque no sé que intenciones tienen.
-¿Usted cree que la Fiscalía no ha hecho lo suficiente?
Ha hecho una investigación.
-Y, en lo personal, ¿cree que fue suficiente?
Yo te puedo decir que no conozco el expediente de la Fiscalía, porque no lo he podido ver, habiéndolo solicitado. Si los reportajes y la investigación se hicieron después de que ellos (los inculpados) se fueron, ¿cómo íbamos a saber lo que estaban haciendo? (…) Si ustedes han leído la declaración que yo di, apenas supe algo, a través de la asistente social (Patricia Palacios), a quien podrían preguntarle, yo dije “denuncien a la fiscalía” (…) Además, lo que la fiscalía investigó fue abuso sexual de menores, entre niños.
-En el expediente que leímos los testimonios también apuntan a los religiosos.
La denuncia es que había abuso entre niños. Esa fue la denuncia inicial que me hizo la asistente social. La investigación de la fiscalía reveló todo lo otro.
-¿Cuál es el castigo dentro de la iglesia para un sacerdote que abusa sexualmente?
Basta ver lo que ya se está dando.
-¿Tiene que ser expulsado?
Depende de la gravedad, porque ahora dentro del tema abuso meten cualquier cosa.
En Estados Unidos mirarte 10 segundos a los ojos ya es abuso.
-¿Y en Chile?
Abuso se habla de todo, desde una caricia a un toqueteo, hasta una violación
-¿Y una caricia y un toqueteo también debiesen ser castigados?
De repente hay unos más afectivos que otros, que abrazan, sin mala intención. Pero no solo curas.
Joaquín Abud, Rocío Ñancupil y Catalina Volenski son periodistas de la Universidad Diego Portales y esta investigación formó parte de su proyecto de título, trabajo que realizaron bajo la guía del periodista Rodrigo Fluxá.