Ante la reciente publicación de CIPER Chile, en que se me atribuye haber encubierto denuncias de abusos contra menores por parte de dos sacerdotes y de proteger una red de abusadores en la arquidiócesis de Puerto Montt, es mi deber declarar:

1. Hace casi tres años el Sr. Nuncio me comunicó que habían llegado a la Santa Sede (Congregación para la Doctrina de la Fe) denuncias por abusos contra menores por parte del P. Marcelo González Cárcamo, y que se le encargaba a él (al Sr. Nuncio) hacer la investigación correspondiente. Dichas denuncias no pasaron por el Arzobispado de Puerto Montt ni por mí.
2. El Sr. Nuncio tomó las medidas cautelares correspondientes y me las dio a conocer. Poco después, yo comuniqué al presbiterio la situación de dicho sacerdote y me preocupé que dichas medidas fueran acatadas. No informé de ello en forma pública porque no me pareció pertinente hacerlo, toda vez que recién se estaba iniciando una investigación previa.
3. Por otra parte, a fines del año pasado, recibí a dos personas que me entregaron y firmaron ante mí una carta con antecedentes que daban cuenta de actitudes impropias para la vida sacerdotal en que habría caído, en relación con jóvenes, el P. Francisco Núñez Calisto, en ese entonces párroco de la parroquia de Calbuco. Me comuniqué, a principios de enero, con el Sr. Nuncio, dándole a conocer esta situación, quien me pidió que le hiciera llegar dicho documento, lo que cumplí prontamente.
4. Tras dejar su parroquia el 3 de marzo, el sacerdote Núñez solicitó al arzobispo iniciar un proceso de discernimiento vocacional  en vista de pedir la dimisión del ministerio sacerdotal, lo que fue informado públicamente en un Comunicado del arzobispado del 18 de abril, en que se anunciaban los cambios de párrocos.
5. Por último, el 24 de mayo el arzobispo suspendió del ejercicio del ministerio sacerdotal al P. Núñez.
6. En consecuencia, falta a la verdad la publicación de CIPER Chile cuando afirma que los testimonios de víctimas  no fueron acogidos y tampoco es cierto que se hayan bloqueado las investigaciones para proteger a los abusadores.

Cristián Caro Cordero

Arzobispo emérito de Puerto Montt

RESPUESTA DE CIPER

En relación a la declaración pública emitida por el arzobispo Cristián Caro, en la que afirma que se “falta a la verdad” en nuestro reportaje “La trastienda de las “renuncias de los obispos Cristián Caro y Gonzalo Duarte”, publicado el jueves 14 de abril, ratificamos la información que contiene dicho artículo y puntualizamos:

1. A fines de 2014, hace ya tres años y medio, se tomaron en Puerto Montt las primeras declaraciones en el proceso que se inició en contra del presbítero Marcelo González, acusado de abuso sexual de menores. Aunque el Derecho Canónico establece que estas investigaciones debe desarrollarlas el obispado local, el Vaticano marginó a Cristián Caro y encomendó la investigación al sacerdote mercedario Ricardo Morales. Este es un hecho indesmentible. El sacerdote Morales ha sido designado recientemente como administrador apostólico de la arquidiócesis de Puerto Montt en reemplazo de Caro.
2. El obispo Caro dice que no informó públicamente sobre  la situación del presbítero González porque se trataba de una investigación “previa”. Pero esa investigación inicial ya se cerró, concluyendo que hay antecedentes que sustentan las denuncias, para dar paso a una indagatoria administrativa penal en la Iglesia Católica. A pesar de ese hecho, también indesmentible, el obispo Caro perseveró en su actitud de guardar silencio sobre las graves acusaciones que pesaban sobre el sacerdote González, ya que siguió sin comunicar públicamente los hechos y sin informar que la investigación no le fue encomendada a él, sino a un sacerdote que no pertenecía a la arquidiócesis.
3. No es efectivo que el obispo Cristián Caro se enteró de las denuncias contra el presbítero Francisco Núñez a fines del año pasado. La investigación, nuevamente encargada por Roma a Ricardo Morales –y una vez más dejando al margen al obispo local–, se inició a fines de 2016. Hay personas que declaran haber sido interrogadas en el proceso contra Núñez ya en esa fecha, por lo que el obispo Cristián Caro estaba en antecedentes de esa indagatoria. Otro hecho indesmentible.
4. El 3 de marzo, cuando el presbítero Francisco Núñez dejó la parroquia de Calbuco, el obispo Caro ya sabía que ese sacerdote estaba siendo investigado por abuso sexual de menores. A pesar de estos antecedentes,  el 18 de abril el obispado comunicó que Núñez había iniciado un proceso de discernimiento vocacional, sin informar sobre el proceso en su contra. Y menos, por cierto, sobre las graves acusaciones que se le formulaban. Es más, el obispo Caro, en conocimiento cabal de la indagatoria, profundizó el ocultamiento de los hechos al agradecer al presbítero en la ceremonia de su despedida de la parroquia.
5. Efectivamente, como lo señala el obispo Caro en su declaración, él suspendió del ejercicio del ministerio sacerdotal a Francisco Núñez el 24 de mayo. Pero, esperó más de un año y medio, desde que se inició la investigación, para adoptar esa medida. Y hasta el final el obispo Cristián Caro ocultó los verdaderos motivos que llevaron a sacarlo de sus funciones. Solo ahora, con el reportaje de CIPER, la comunidad católica de Puerto Montt conoce la verdad.
6. El obispo Cristián Caro sostiene que CIPER “falta a la verdad” cuando afirma que él no acogió testimonios y que se bloquearon investigaciones. La investigación de CIPER indica que, en la medida que el obispo Caro guardó silencio y ocultó la verdad sobre las graves acusaciones de abuso sexual contra menores que cometieron dos sacerdotes bajo su dirección, la investigación, en la práctica, fue bloqueada. Y ello, porque con esa pared de silencio se hace mucho más difícil para las víctimas, los testigos y también para los investigadores, reconstruir la trama de esos abusos. Y casi imposible poder acoger a las víctimas. Así ha quedado demostrado en el largo y árido camino que han seguido estas investigaciones: una lleva ya cuatro años y la segunda, casi dos años.
7. Respecto de la acusación que recogió CIPER en su indagatoria, acerca de que el obispo Caro no acogió testimonios sobre los abusos, al menos dos denunciantes del presbítero Núñez manifiestan que entregaron los antecedentes a Caro, pero este no atendió el caso hasta que intervino la Nunciatura. Otro hecho indesmentible.
8. Finalmente, si no hubo protección de los acusados, ¿por qué Cristián Caro suspendió del ministerio sacerdotal a Núñez recién en abril pasado, en circunstancias que se le investiga desde fines de 2016? ¿Por qué despidió con alabanzas a Núñez a fines de enero de este año, aun sabiendo que ya se le procesaba por el abuso de dos menores? ¿Por qué no informó públicamente sobre las denuncias contra el presbítero Marcelo González cuando ya había finalizado la investigación previa? ¿Por qué el Vaticano no confió en el obispo para llevar adelante estas investigaciones, como lo establecen las normas, y se las encargó a alguien de fuera de la arquidiócesis?
9. Todas estas preguntas esperan la respuesta del obispo Cristián Caro. Otro hecho indesmentible.

Mónica González

Directora de CIPER